Hazte premium Hazte premium

El exilio morisco revive on line

Una exposición virtual recupera la trayectoria morisca en Castilla-La Mancha y sirve, a su vez, de homenaje y reconocimiento a una cultura arragaida en nuestro pasado y que forma parte del legado artístico y cultural de la región

ANA R. CRUZANA R. CRUZ

Como parte del proyecto de digitalización y difusión del patrimonio cultural que existe en los cinco archivos históricos provinciales, el Gobierno regional ha presentado la exposición virtual dedicada a la presencia de los moriscos en Castilla-La Mancha, en la que se refleja no sólo su vida en los años previos a la expulsión, sino también su salida de Castilla en 1610 rumbo a otras tierras, y los resultados de su ausencia.

Esta exposición permite sacar a la luz documentos conservados en los Archivos Históricos Provinciales de Castilla-La Mancha, que han servido de base para elaborar esta exposición virtual, a la que se accede a través de la página web del Gobierno regional, en la sección dedicada a Archivos y Bibliotecas (www.jccm.es).

Una expulsión histórica

A través de esta exposición se recuerda cómo Felipe III aprobó, en 1609, el decreto de expulsión de los moriscos, con el fin de fortalecer la monarquía por medio de la unidad religiosa. Fue en julio de 1610 cuando se pregonó el bando de expulsión en las dos Castillas, Extremadura y Andalucía, un proceso que culminó en 1614 y que supuso el destierro forzoso y masivo de más de 300.000 moriscos, vaciando las tierras de la Península Ibérica.

Según recoge varios documentos históricos, Morisco es la palabra que usa la historiografía para referirse a estos musulmanes catolizados, aunque en la época se usaban con frecuencia otras denominaciones como la de mudéjar (que la historiografía reserva ahora a los musulmanes en territorio cristiano antes de 1502, es decir antes de su conversión formal al catolicismo), sarraceno (en los territorios de la Corona de Aragón) y cristiano nuevo, específicamente cristiano nuevo de moro, para diferenciarlos de los judíos bautizados, que también eran cristianos nuevos.

La palabra morisco tiene otros usos históricos menos conocidos: en Canarias se llamaba de este modo a los musulmanes de origen norteafricano y en América se usaba en ocasiones como sinónimo de «mestizo».

Tradiciones ancestrales Como se muestra en la exposición a través de una serie de documentos, desde la Edad Media, en Castilla, los moriscos constituyeron una comunidad respetada de «iure», pero no de facto, y la permisividad de Carlos I con sus tradiciones finalizó con su reinado, limitándose después la libertad religiosa. Desde entonces, se condenó a toda la comunidad a vivir el islamismo de manera oculta y para la opinión pública, los moriscos eran sospechosos aliados del imperio Otomano.

Tras su salida —a partir de la Real Cédula de expulsión de 1609—, a la multitud de tragedias personales que quedaron reflejadas en los documentos, se unieron las consecuencias económicas y sociales, ya que además de verse afectados los expulsados, al resto de la sociedad se le privó de un componente especialmente dinámico y productivo.

El destino de los moriscos exiliados fue muy distinto, dependiendo de los lugares de acogida y la actitud de sus nuevos gobernantes en África, Europa o Asia. Por ello es difícil calibrar con precisión las consecuencias sociales, económicas o culturales de este éxodo.

Su presencia en España

La presencia de los moriscos en las dos Castillas (Castilla-La Mancha y Castilla y León), Extremadura y Andalucía era escasa, salvo en lugares muy concretos como Hornachos, Arévalo o las Cinco Villas, donde constituían la mayoría de la población.

Los moriscos castellanos no se diferenciaban apenas de los católicos viejos: no hablaban árabe, buena parte de ellos eran realmente católicos y los que no lo eran solían tener un conocimiento muy básico del islam, que practicaban de forma extremadamente discreta. No desempeñaban profesiones específicas ni vivían separados de los católicos viejos, salvo en los enclaves puramente moriscos, de modo que nada en su aspecto exterior les diferenciaba de aquéllos.

La llegada de los moriscos granadinos desterrados supuso una revolución en Castilla-La Mancha, ya que al conservar intacto todo aquello que les podía identificar como moros (idioma, vestido, ceremonias, costumbres...), provocaron que la hasta entonces discreta presencia morisca se hiciera muy visible, lo cual tuvo consecuencias para los moriscos castellanos, a pesar de los varios intentos que hicieron por distanciarse ostensiblemente de los granadinos. Así por ejemplo, los matrimonios entre moriscos castellanos y cristianos viejos eran más frecuentes que entre aquéllos y los moriscos granadinos.

La población pacense de Hornachos constituía una excepción, ya que no sólo eran moriscos prácticamente todos sus pobladores (algo que ocurría en otras localidades) sino que practicaban de forma abierta el islam y tenían fama de indómitos e independientes.

Por esta razón, la orden de expulsión de los moriscos de Castilla-La Mancha se refiere de modo particular a los hornacheros, que fueron de hecho los primeros moriscos castellanos expulsados y que mantuvieron su cohesión y su combatividad en el destierro, fundando la república corsaria de Rabat y Salé.

Esta exposición virtual —la quinta que se promueve— permitirá conocer más de cerca la cultura, costumbres y formas de vida de una población cuya presencia sigue viva en la región a través de diferentes vestigios históricos, piezas de arte y de las propias edificaciones. En definitiva, la muestra es un reencuentro con nuestro propio pasado y un homenaje a una comunidad tan importante que jugó un papel tan destacado en el devenir histórico.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación