Hoy viernes la Fiscalia Anticorrupción, por medio del fiscal responsalble de esa entidad, Gunnar Stetler, informó en rueda de prensa de que desestiman las ocho demandas por soborno, corrupción y tráfico de influencias contra la princesa Victoria de Suecia y su esposo el príncipe Daniel.
Pocas noticias han tenido tanta resonancia internacional como ésta. Por eso, se esperaba con gran expectación la decisión de la Fiscalía Anticorrupción sobre si el lujoso viaje de novios de la real pareja, regalo del magnate Bertil Hult, era un caso de corrupción y de tráfico de influencias.
Muy nervioso, con unos papeles en la mano, Gunnar Stetler, anunció que su Departamento ha desestimado las ocho demandas contra Victoria de Suecia. Para explicar esa decisión alegó que la Familia Real no entra dentro de esa legislación. Tras el murmullo de sorpresa que levantaron sus palabras, el fiscal intentó explicar que «las realezas no son funcionarios del Estado en el propio sentido de la palabra, como puede serlo un primer ministro o director general. La Kronprinsessa Victoria ha heredado su posición y no puede incluirse en esa categoría». «Eso quiere decir -continuó- que aunque alguien haya intentado sobornar a Victoria, nunca puede ser acusada de soborno».
Los argumentos presentados por el fiscal general sobre el lujoso viaje, que calificó de «regalo» y sus explicaciones respecto a la Familia del Rey no han convencido a los suecos, que opinan que la Ley debe ser la misma para todos.
Tormenta de comentarios
Nada más conocerse la decisión de la Fiscalia Anticorrupción, se ha levantado una verdadera tormenta de comentarios críticos en todos los medios de información. Y aunque los monárquicos mantienen un respetuoso silencio, los republicanos han aprovechado esta ocasión para volver a arremeter contra la Monarquía y expresar su descontento.
De momento nadie parece alegrarse de que no se abra causa contra Victoria y su Príncipe. Y tal vez sea verdad, como aseguran algunos, que esto solamente acaba de empezar. Sea como fuere, la romántica boda, arropada por la realeza de todo el mundo y esa luna de miel de ensueño, un regalito de casi un millón de euros, han dejado un agrio sabor de boca que, de momento, nadie puede olvidar.
Ésta es la primera vez en la milenaria historia de la Monarquía sueca que se demanda a un miembro de la Casa real.




















