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Seres superiores y zapatos de loco

A Maria Antònia Munar la imputación le sienta muy bien. A Maggie Gyllenhaal y a Kirsten Dunst las sandalias de abuela que llevan les sientan como un tiro. Las Crocs son para chiflados

Aveces veo seres superiores. El viernes, Florentino Pérez. De cerca parece normal. Tanto como Lady Gaga, que dice que es la reencarnación de su tía. Pudiendo soltar, ya que se pone, que es la reencarnación de Catalina la Grande. Estaba Florentino en la cena benéfica de la Fundación Alex, que preside el barcelonista Gabriel Masfurroll. Estaba entre la venta de Dragados por setecientos millones y su viaje a Milán para intentar traerse a Maicon al Madrid. Duró poco en la cena mallorquina. Había pagado sus cien euros por la entrada. Y su mujer había comprado un fajo de participaciones para los sorteos. Se retiraron pronto y Pitina, desprendida y superior, regaló todos sus números a Carlos García Calvopara que le tocaran a él los viajes a Punta Cana o las cafeteras.

Hay otro ser superior pero imputado. Puede que este año sea el primero en que María Antònia Munarno ha ido a recibir al Rey al aeropuerto. Puede que no se deje ver mucho, si acaso para ir a declarar al juzgado y negar haber recibido comisiones. Pero eso no quiere decir que se esconda. El sábado cenó en un restaurante de Calvià al borde del mar. Si a la declaración del 30 de julio había ido con un vestido rojo, el sábado se puso uno negro. Monísima las dos veces. La imputación le sienta muy bien. Imputación por fraude, tráfico de influencias e información privilegiada.

La diferencia que hay entre Marbella y Mallorca, aunque «Micralax» Obama no se haya percatado, también se da en el negociado de la corrupción. ¿Cómo va a ser lo mismo Julián Muñoz que Jaume Matas? O Marisol Yagüe que Munar. Mallorca será Sicilia sin muertos pero tiene otro estilo. Si Munar, en libertad bajo fianza de 350.000 euros, va al trullo será como cuando fue Martha Stewart.

El abogado loco

Hay un señor que puede fastidiar a «Sa Princesa». Un abogado loco que parece que ya no lo está, un presunto testaferro que habría cobrado las comisiones para Munar y sus chicos. Cuando tenía que declarar se excusó con un informe psiquiátrico. Su locura se basaba, entre otras cosas, en el atuendo. En lugar de ir trajeado, iba por Palma «en bermudas y calzado inapropiado». El calzado inapropiado eran unas Crocs.

Si hay que meter en los manicomios a los que llevan calzado inapropiado (Crocs, botas de verano o las sandalias romanas de Colette), tienen que habilitar el Bernabéu como pabellón psiquiátrico. Y abrir sucursales en el extranjero por el último capricho de las modernas americanas. Habría que cortar por lo feo.

Si pensaban que los nombres de Dr. Scholl, Birkenstocks, Ugg o Crocs eran los más incompatibles con la estética de los pies, apunten Wörishofer, las sandalias creadas por un podólogo alemán a mediados del siglo XX justo para que mi abuela se las pudiera poner. Y ahora viene la «supercool» Maggie Gyllenhaal, que a ver si va a ser la reencarnación de mi abuela, y se las calza. Y también Kirsten Dunst.

Para mí que es un chiste. Como lo del abogado loco. Si su locura era fingida, la ocurrencia de las Crocs como prueba de chifladura es un puntazo. Otro ser superior. Eso sí, me temo que Munar no se pondría Crocs o Wörishofers ni en el corredor de la muerte.

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