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«Siempre trato de hacer cosas estrafalarias en los libros»

Unas tijeras le bastan al ilustrador argentino Istvansch para dar rienda suelta a su imaginación. Ayer lo demostró en Ilustratour

HENAR DÍAZ

«Siempre trato de hacer cosas estrafalarias en los libros». Con esta rotunda afirmación el ilustrador Istvan Schritter, alias Istvansch, logró ayer meterse en el bolsillo a los asistentes a su mesa redonda transcurridos apenas cinco minutos de la charla. El resto del incentivo, se lo dejó al poder de la imaginación. Y es que al dibujante, diseñador y autor afincado en Buenos Aires le basta una simple banda de Moebio, es decir, una cinta de papel con un dibujo unida por sus extremos para narrar las aventuras y desventuras de un hombre con una nariz muy larga. Es más, unas simples tijeras le son suficientes para dar vida al «temible» dragón Ernesto Alejandro a partir de una cartulina naranja.

A diferencia de la mayoría de ilustradores, el principal «arma» del polifacético artista no son unas témperas, unos pinceles o la tinta china —ayer confesó perturbarle enormemente tener que volver a sacar una mezcla cuando se le ha terminado el color—, sino este sencillo instrumento realizado a partir de dos hojas de acero de un solo filo. Y al contrario de lo que podría pensarse, no le hace falta un arsenal de tijeras y un boceto previo. Su poderosa imaginación le permite «dejarse llevar por la forma que puede llegar a estar dentro de un simple papel», explicó el autor cuyo trabajo le ha valido en los años 2002 y 2004 la nominación por Argentina al premio Hans Christian Andersen.

Páginas de colores

Istvanch mostró su particular forma de crear durante la sexta jornada del II Encuentro Internacional de Álbum Ilustrado «Ilustratour», que acoge estos días Valladolid. Su hora de intervención le valió también para exhibir una de las obras con las que el artista da más rienda suelta a la imaginación del lector. Unas simples páginas de colores le sirven en el libro «El hombre más peludo del mundo» para explicar los estados de ánimo de su protagonista, del que sólo llegan a verse unos ojos.

Las jornadas celebradas en el Teatro Cervantes las abrió el ilustrador japonés Sathosi Kitamura, autor de conocidas obras infantiles como «Perro tiene sed» o «¿Yo y mi gato?» , traídas a España por las editoriales Anaya y Fondo de Cultura Económica, respectivamente. Los animales son el hilo conductor y principales protagonistas de las obras de este autor e ilustrador que comenzó su carrera diseñando anuncios publicitarios en su país. Más tarde, tras una exposición de sus trabajos en Londres contactaron con él para ilustrar un libro de Hiawin Oram, de donde surgió «Fernando furioso», su primera gran obra y el punto de partida de su definitivo traslado a Londres, tal y como ayer relató el propio artista.

Más experimental

Durante su charla Kitamura mostró la obra de diferentes ilustradores japoneses, algunos de los cuales le han servido de obras de cabecera al dibujante, que confesó no haber cambiado mucho de estilo con el tiempo, aunque sí se ha vuelto cada vez «más experimental». No obstante, al igual que en sus comienzos, la tinta china y las acuarelas siguen siendo sus principales instrumentos de trabajo.

El artista dio un único consejo a los jóvenes ilustradores reunidos en Valladolid. «Recomiendo que dibujen al azar, lo que sea, paisajes, personas... Yo empecé dibujando borrachos en los trenes de Tokio», sostuvo, aunque admitió las dificultades que ahora tienen los nuevos dibujantes para dar salida en el mercado a su trabajo: «El mundo de las editoriales ha cambiado mucho como negocio y desafortunadamente es menos favorable para los jóvenes artistas».

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