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Un verano con déficit de estrellas

La ciudad afronta el apagón musical de agosto huérfana de grandes actuaciones y giras de referencia

DAVID MORÁN

Es un mantra que se repite de manera sistemática desde que la industria musical empezó a irse a pique: la música solo se salvará gracias a los directos. Las descargas digitales siguen siendo un territoria sin ley, el valor del CD se devalúa a pasos agigantados y el repunte de ventas del vinilo es insginificante comparado con el tamaño de la zona cero de la catástrofe discográfica.

Los conciertos son, pues, el único salvadidas. Y por más que Barcelona se haya convertido en plaza destacada en cuanto a festivales —no hay más recordar el éxito de las recientes ediciones Primavera Sound y el Sónar— y actuaciones todo tipo se refiere, la ciudad afronta el apagón musical del mes de agosto inmersa en un más que notable déficit de estrellas. La oferta de conciertos de pequeño y mediano formato sigue siendo abrumadora, pero los meses de junio y julio se han saldado con una carencia de grandes nombres y actuaciones estelares insólita en los últimos años.

Así, mientras que el verano pasado la ciudad se vistió de gala para acoger el estreno mundial de la gira de U2 en el campo de F. C. Barcelona y la reaparición de Madonna y hace dos temporadas fue Bruce Springsteen el encargado de prender la noche barcelonesa con un doblete en el Camp Nou, la sequía de esta temporada ha sido notable y desconcertante.

Las visitas de Bob Dylan, Kiss y Aerosmith el pasado mes de junio y las de The Black Eyed Peas y Mark Knopfler en julio apenas han conseguido maquillar que, ya sea por el efecto rebote de la crisis, por los drásticos recortes que han sufrido los presupuestos culturales de los ayuntamientos —tampoco los festivales de costa, a vueltas con su oferta «adulta», han contado este año con grandes reclamos más allá de los retornos de Patti Smith o Norah Jones— o simplemente porque cada vez quedan menos artistas capaces de lidiar con grandes superficies, al verano barcelonés y, por extensión, también al catalán, le ha faltado algo.

Un estadio en

desuso

El Estadi Olímpic Lluís Companys ha enmudecido desde que Coldplay actuaran el pasado mes de septiembre y, aunque se ha ganado para la causa el campo de fútbol de Cornellà-El Prat, no ha habido este verano ningún gran concierto que permita a la ciudad sacar pecho y lucir números desmpapanates. Atrás parecen quedan aquellos veranos en los que la ciudad asistía durante los meses de estío a un desfile de artistas como David Bowie, Bruce Sprinsgteen, Madonna, Prince, Police, The Rolling Stones, AC/DC, Guns n' Roses o Michael Jackson, alineación estelar que durante las dos últimas décadas se ha encargado agitar la montaña de Montjuïc con giras y actuaciones aptas para todos los públicos.

Paradójicamente, la ausencia de grandes estrellas se ha visto ligeramente amortiguada por el estreno en Barcelona y alrededores de viejas glorias de culto que, como Van Dyke Parks, Randy Newman y Kris Kristofferson, se han animado a debutar en nuestros escenarios cuando ya acumulan varias décadas de carrera sus espaldas.

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