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Ingenieros a la caza de los vientos

Medio centenar de ingenieros controlan desde Pamplona hasta el último movimiento de 7.900 aerogeneradores de 14 países, entre ellos Australia, India o Estados Unidos

ABC

BORJA OLAIZOLA

La descomunal pantalla parpadea y de repente surge un listado de números bajo el encabezamiento de Waubra. El ingeniero explica que se trata de un parque eólico situado a un centenar de kilómetros de Melbourne, en el sur de Australia, y que las cifras reflejan la situación de cada uno de los 128 aerogeneradores que allí operan. Manipula el teclado y el escepticismo inicial del visitante se torna en asombro. La pantalla empieza a escupir un torrente de datos: velocidad del viento, temperatura ambiente, producción de energía de las turbinas… ¿Pero esto es a tiempo real?, pregunta el periodista. Por toda respuesta su interlocutor hace que en la pantalla aparezca la silueta de uno de los molinos de Waubra y reta: «¿Quieres que lo desconectemos ahora?». El visitante, que no tiene muy claro cómo funciona el mercado de la energía, piensa que si responde afirmativamente unos cuantos hogares de la otra parte del mundo podrían quedarse a oscuras y se apresura a decir que no, que es mejor que el molino siga dando vueltas y produciendo lo que tenga que producir.

Por la pantalla desfilan aerogeneradores ubicados en Alemania, India, México, Hungría, Corea del Sur... El visitante empieza a fantasear en busca de un título para la información que tendrá que escribir más tarde. «¿Qué tal “A la conquista del viento en los cinco continentes”?», se pregunta para sus adentros. Muy forzado y además no entra, piensa. «¿Y algo así como “Los cómplices de Eolo”?». Demasiado enrevesado, se dice. La voz del ingeniero le hace salir de sus elucubraciones. Le está contando que el control de todos los aparatos se hace por medio de internet. «Cada aerogenerador –precisa el técnico– tiene unos 250 sensores que nos transmiten información detallada tanto del estado de su mecanismo interno como de las condiciones del entorno donde opera». Nos enteramos así de que en esta mañana de mediados de julio en Italia y Grecia hace aún un calor más asfixiante que en España y que en Estados Unidos, donde aún debe ser de noche, el viento es tan flojo que es incapaz de hacer mover las aspas de un solo aerogenerador.

Como siete nucleares

El Centro de Control de Energías Renovables que la empresa Acciona tiene en Pamplona podría pasar por una de esas salas de la NASA que aparecen en las películas de astronautas si no fuese porque uno de sus laterales está abierto al exterior y permite contemplar el paisaje agostado de los alrededores de la capital navarra. Una gigantesca pantalla preside la sala, donde trabajan a turnos medio centenar de operadores. El centro funciona día y noche durante los 365 días del año y controla un total de 7.900 aerogeneradores emplazados en 14 países.

«El equivalente a la producción de siete centrales nucleares de tamaño medio». El visitante no puede evitar dar un respingo cuando escucha la respuesta a su pregunta sobre la energía que son capaces de generar los parques eólicos que se controlan desde el centro. Los inocentes y silenciosos molinos son en realidad poderosas factorías de electricidad que trabajan sin descanso las 24 horas del día. De momento el 18% de la energía eléctrica que se consume en España proviene del viento, un porcentaje que está previsto se duplique en un plazo de diez años.

Las eléctricas facturan a partir de lo que ha consumido cada cliente pero venden «sobre plano». Es decir, deben determinar con una antelación de 48 horas la energía que van a producir para que el operador central, Red Eléctrica Española, pueda realizar un ajuste entre la oferta y la demanda. «La electricidad no se puede almacenar y la única forma de que no haya un desajuste entre lo que se produce y lo que se consume es actuar con anticipación», explica el ingeniero de Acciona.

La eólica requiere unas previsiones muy afinadas en las que los partes meteorológicos desempeñan un papel fundamental. «En una térmica o en una hidroeléctrica –explica el técnico– basta con quemar más o menos carbón o abrir durante un tiempo las compuertas para producir una cantidad de energía determinada, pero en los parques eólicos estás a merced de unos modelos de predicción que no siempre se cumplen ». Pese a todo, el perfeccionamiento de los modelos permite que los desvíos se sitúen por debajo del 12%, un índice que dice mucho de la pericia de los «cazavientos» apostados en el centro de control de la capital navarra.

Cambios vertiginosos

Pero la evolución no sólo atañe a las previsiones meteorológicas. Los aerogeneradores han experimentado también notables cambios en un plazo de tiempo relativamente corto. Los primeros modelos, instalados en la sierra del Perdón, a una decena de kilómetros de Pamplona, medían unos 45 metros de altura. Diez años después la envergadura de los molinos se ha duplicado –llegan a los 100 metros– , con el consiguiente incremento de producción energética. Cada aerogenerador viene a costar un millón de euros.

Es ya casi mediodía y el calor aprieta en Pamplona. Las hojas de las acacias próximas al centro de control ni se mueven. En el resto del país la situación es parecida. «Una ruina», bromea el ingeniero de Acciona después de echar un vistazo a la pantalla. El 90% de los 5.638 aerogeneradores ubicados en territorio español están parados. En Galicia hay aire suficiente para mover las palas de unos pocos aerogeneradores. Es esa comunidad la que se sitúa a la cabeza en número de molinos: los 40 parques eólicos repartidos en su territorio suman 1.413 torres.

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