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Del Bosque, un modelo español

Fue, creemos, el mejor de los 24. ¿Alma del equipo, motor? Del Bosque entregaba el trofeo a su hijo...

Día 15/07/2010
VICENTE del Bosque fue, creemos, el mejor de los 24. Este salmantino de 60 años demostró serenidad, ojo atentísimo y menos de media sonrisa: lo que una gran parte de España quiere ser. No la amplia sonrisa de Carod Rovira. ¿Alma del equipo, motor? Quién sabe. Nos habíamos rendido a la atracción del entrenador antes de que, ya en Madrid, entregara el trofeo a su hijo al entrar en La Moncloa.
Quizá del Bosque sea como es porque tenga otros problemas en que pensar. Algunos recordarán su imperceptible ironía en momentos difíciles. Nos gustaba ver cado gesto, cada mínima indicación, dos al centro, los demás delante, en contraste con el entrenador neerlandés, con la estudiada bufanda. Solo por aquella bufanda mereció Holanda perder.
Johan Cruyff en Zúrich, en bicicleta, era el extremo contrario, alineado con Del Bosque: naturalidad de pequeño gran país, bolsa blanca sobre el manillar. «Quienes desdeñan el futbol y lo ven como cosa de hordas no parecen haberse parado a pensar en la alegría o tristeza desinteresadas que provoca en millones de personas a la vez» (Javier Marías). La palabra clave del argumento es desinteresadas. «En pocas ocasiones salta la gente de júbilo al mismo tiempo o baja la cabeza con melancolía y dignidad».
La violencia holandesa degeneró en brutalidad. Como si se tratara de un manifiesto contra el deporte. España resistió hasta la patada de De Jong a Xabi Alonso, a la altura del esternón. Los holandeses nunca se disculparon, atacaron una y otra vez, hasta que el árbitro, en plena prórroga, minuto 109, hubo de expulsar al sucio Heitinga (en una final, el árbitro, aunque sea británico, se resiste a influir en el resultado).
La victoria es un sentimiento fugaz. El gesto del entrenador y el gol de Iniesta quedarán, por un tiempo no demasiado largo, veinte o veinticinco siglos, en el imaginario, como se dice ahora. La modestia ha de adornar la frente del vencedor, recuerda el maestro de reaccionarios Donoso Cortés.
De Suráfrica nace otra reflexión, el abuso de la bandera por una facción extrema de la derecha (en sus negociaciones con el presidente Suárez, el líder del PCE, Santiago Carrillo, ofreció entre otras cosas no discutir la bandera ni la monarquía). La bandera del toro negro se ha abierto paso a medias: es algo inquietante para quienes padecimos, años 1950-75, el antiestético negro entre los dos colores, amarillo y rojo.
Algunos hablan del triunfo de la elegancia sobre la brutalidad. Era emocionante esa selección, rodeada por sus hombres de gris, ante las instituciones, Palacio Real, Moncloa, antes del multitudinario recorrido. Repetimos, encuentro de Del Bosque con su hijo. Zapatero acertó al colocar también la bandera europea. Pero erró al botar, acto impropio de un jefe de gobierno.
La línea Algeciras-Amsterdam probará la eficacia del tren español de alta velocidad. Tren europeo. Sin piezas de Holanda, con muchas piezas de España. El esfuerzo español en I+D es también este tren, más aún que la selección. El paro más bajo de Europa es el holandés; el más alto, el español. Pero el triunfo de Johannesburgo da una poderosa baza al gobierno, y Zapatero la utilizará. Rajoy dirá que el triunfo es de todos, pero el gobierno se apropiará del beneficio.
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