«Me voy del Teatro Real porque no he hecho politiqueo»

—¿Cuál es su balance?

—Desde el punto de vista de trabajo, muy positivo porque me ha dado la oportunidad de trabajar en un teatro grande —y complejo— como es éste. Es algo excitante, como tener un gran trasatlático y moverlo por el océano. Por otra parte, hay que destacar a su personal que tiene un gran nivel profesional y que se deja la piel, y que tiene una gran calidad humana, algo que perciben todos los artistas.

—¿Cuáles fueron sus objetivos cuando desembarcó en el Real?

—El primero, que se abriera a nuevos públicos, un punto en el que estaba de acuerdo con Miguel Muñiz, y ya había comenzado Emilio Sagi y nosotros lo hemos culminado. En la temporada 2004-05 había once abonos, actualmente hay 28, lo que implica un aumento de actividad. Cuando llegué al teatro la media de espectáculos era de 149-155 al año —ballet, ópera, conciertos...—; y durante los últimos tres años ha sido de 209 funciones. Hemos aumentado la programación en un 25%, lo que ha generado un 15% más de recursos de taquilla. Hemos aumentado la variedad de la oferta. En la temporada 07-08 hicimos 21 óperas. Nunca aquí se había hecho tanta actividad. Otro objetivo era diversificar y darle un sentido a la programación; y por último, que contará con los mejores intérpretes tanto a nivel vocal, como directores de escena y musicales. El

Real ha presentado producciones de Bondy, Carsen, Daniele Abbado, Irina Brook, Loy..., huyendo siempre de la provocación. He buscado directores de escena inteligentes, aunque no siempre hayan gustado sus propuestas.

—¿Qué le ha quedado por hacer?

—Si hubiera seguido hubiera hecho en la temporada 2012-13 la Tetralogía de Wagner, alquilando la de Carsen de Colonia, y la trilogía popular de Verdi. Después hubiera repetido la trilogía de Monteverdi, haciendo un proyecto de Contextos con Tomás Luis de Victoria; y un ciclo Britten...

—A López Cobos le hubiera gustado estar hasta el 2014, ¿y a usted?

—Tres años más, para hacer seis temporadas completas. Creo que ocho años, máximo diez, en un teatro como éste es suficiente, por salud mental.

—Todo lo que cuenta es muy positivo pero ¿qué ha hecho mal para que no le hayan renovado el contrato?

—Una cosa, no pasear los pasillos de la política. Dedicarme a trabajar dentro del teatro y con los artistas. La política la he dejado abandona y eso pasa factura. La política en general ha sido nefasta para el Teatro Real desde su inauguración, y me temo que lo va a ser en el futuro. Mi contrato sí se ha respetado y espero que se respete el de Mortier, y que le den la oportunidad de hacer un balance de su gestión, algo que no se ha hecho en mi caso. Y que no se le cambie por un capricho. Mal, mal... creo que no hecho nada (se ríe). Digamos que no he hecho cosas bien... Pero no me arrepiento de no haber hecho politiqueo.

—¿Cómo han sido los dos últimos años?

—Difíciles desde que se anunció el relevo, sobre todo porque dejas de tener un horizonte y te conviertes en un director de producción.

—¿Cree que se va a entender el proyecto de Mortier aquí?

—Mortier es un hombre muy inteligente pero le tienen que dejar tiempo para exponer sus ideas. Corren el riesgo de equivocarse como sucedió conmigo. Nunca ha habido una labor de coproducción y de fluidez con otros

teatros como cuando yo he estado aquí.

—¿Qué proyectos tiene ahora?

—Hay algo interesante, pero de lo que todavía no puedo hablar.

—¿Tiene que ver con el Palacio de la Música que se abrirá en 2013?

—No, no iré allí.

—¿Ha perdido algún amigo en estos dos últimos años?

—Sí, pero por culpa suya, no mía. En este tipo de cargos se ganan muchos amigos pero también se pierden. Eso es algo que me ha dolido bastante. Éste es un trabajo difícil en el que no es fácil contentar a todo el mundo. Además creo que todos intentan hacer política de alguna manera. Eso hace perder la perspectiva.

—Llegó con críticas, ¿su gestión ha tapado muchas bocas?

—Sí, muchas críticas sin fundamento, y me marcho con muchas alabanzas. La gente debió esperar y analizar mi trabajo. Ahora dicen que ésta es una de las mejores temporadas del Real, no lo sé. Solo puedo decir que hemos podido ver cuatro o cinco títulos de una calidad excepcional, esa excepcionalidad que tanto se busca por parte del presidente del Patronato Gregorio Marañón, y que probablemente, aunque a él no le guste demasiado, le ha llegado un poco antes de lo que él esperaba.

—¿Le dolió mucho que se afirmara que éste no era un teatro con proyección internacional?

—Una de las cosas que más me ha dolido es que dijeran que éste era un teatro de segunda fila, y que Cobos y yo teníamos un perfil bajo. Y me ha dolido mucho que se eso no se haya desmentido desde la dirección general y desde el Patronato, porque no es verdad.