La «dulce» empresa de la fe

Un intenso perfume a bizcocho recién horneado alimenta desde hace un par de meses la ilusión por salir adelante de las pocas religiosas que quedan en el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, en la localidad segoviana de Villacastín. El proceso de descristianización que sufre nuestra sociedad y el golpe de gracia que ha supuesto la crisis económica para muchos monasterios y conventos de nuestro país ha empujado a límites insospechados aquel voto de pobreza que estas religiosas profesaron en su día cuando decidieron optar por la vida contemplativa.

De un tiempo a esta parte, los ingresos de estas monjas clarisas se han visto reducidos a la jubilación de entre 450 y 500 euros que perciben las cinco hermanas mayores de la comunidad y que tienen entre 90 y 94 años. «Comíamos de lo que recibíamos de la jubilación de las hermanas. No podíamos seguir así. Además, viene el frío y este convento es muy grande y lo pasamos muy mal», explica la hermana Doris, una de las cinco religiosas más jóvenes y quien decidió hablar con la superiora para que les autorizara a poner en marcha este pequeño obrador en el sótano del convento. El apremio llegó a ser tan grande que, a pesar de ser hermanas de clausura, no dudaron en acudir al Ayuntamiento para poder cumplir con los prescriptivos cursos de manipulación de alimentos. «No nos podemos rendir, ya que vivimos de lo que trabajamos porque no hay otro ingreso», señala sor Mónica, la superiora, que con 72 años y toda una vida en este convento no pierde el entusiasmo. «Temblamos cuando vienen los recibos de la luz o el agua. El lavavajillas se ha roto y ahora las hermanas más jóvenes lavan los platos a mano», apunta la religiosa, quien destaca que si no fuera por la generosidad del pueblo muchos arreglos que se ven obligadas a hacer en el convento no podrían llevarlos a cabo.

Contacto con el exterior

La crisis, sin embargo, se ha convertido en una oportunidad inesperada para estas monjas que, junto a otros muchos monasterios, han decidido unirse a una red impulsada por la Fundación Amplexus. A través de una página web www.monasteriosyconventos.com y una línea telefónica esta organización sin ánimo de lucro se encarga de llevar a domicilio todos los productos artesanales que hacen los religiosos y que antes solo se podían adquirir a través del torno, la única vía de contacto con el xterior que tienen los religiosos contemplativos. Desde diciembre del año pasado, más de 70 monasterios se han sumado a este proyecto, que en breve también incluirá un amplio directorio del servicio de hospedería que ofrecen muchos de ellos. «La vida contemplativa aún siendo muy importante necesitaba ayuda. Con esta iniciativa estamos facilitando un línea continuada de salida a sus productos que solo ellos saben hacer poniendo toda su dedicación y cariño en recetas centenarias», explica el presidente de la Fundación Amplexus, Gerardo Iracheta Vallés.

Necesidades cotidianas

Esta fundación se encarga de toda la logística de comercialización y distribución de estos productos y devuelve los ingresos generados a los propios monasterios, asegurándoles unos recursos que solucionan sus necesidades cotidianas. Un pequeño margen de las ganancias es utilizado para pagar los gastos y el resto se destina a proyectos concretos como la reforma de la cocina del monasterio de Nuestra Señora del Espino en Vivar del Cid (Burgos) que esperan tener terminada para el otoño.

Para las hermanas clarisas esta iniciativa ha supuesto un punto de apoyo y también de esperanza. Para ellas su propia subsistencia significa poder seguir adelante con su vocación. Orar por las necesidades del mundo y de la Iglesia.