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Una pareja de lobos marinos intenta dormir al anochecer en la isla de San Cristóbal contemplados de cerca por su cría
El 17 de marzo pasado la goleta «Alta» con16 turistascanadienses y 8 tripulantes encalló frente a la isla de Santa Cruz, en las Galápagos, con unos 14.000 litros de diésel en sus bodegas. Aunque todas las personas fueron rescatadas, se temió por el vertido del combustible. Era un susto más ya que en junio de 2009 en sólo cuatro días otros dos barcos derramaron petróleo cerca de Puerto Ayora. Y en enero de 2001 de un buque cisterna escaparon 600.000 litros que produjeron una marea negra de 1.200 km² cerca de Puerto Baquerizo.
El archipiélago de las Galápagos es un paraíso en constante peligro. Situado en el Océano Pacífico a casi mil kilómetros de la costa de Guayaquil, está compuesto por trece islas mayores de las cuales 4 están habitadas (SanCristóbal, Santa Cruz, Isabela y Floreana), 6 menores (entre ellas Baltra, donde está el principal aeropuerto) y unos 107 islotes con una extensión total de 8.000 km² en torno a la línea del Ecuador. El 97% de su superficie terrestre está declarado Parque Nacional, mientras que el 3% restante es la zona de los asentamientos humanos.
En una visita de inspección, una delegación de la Unesco constató enmayo «avances tremendos» en el control de las islas, aspecto que seguro fue tenido en cuenta en una reunión del Comité del Patrimonio Mundial que tuvo lugar en junio. En 1978 las islas fueron declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, pero en 2007 fueron incluidas en la lista de lugares cuyo futuro está amenazado.
Descubiertas por casualidad en 1535, las Galápagos han permanecido casi intactas a través de los siglos. Fue allí donde el naturalista Charles Darwin a mediados del s.XIX completó su idea de la evolución de las especies. Sin embargo sus estudios tardaron en tener continuidad. A principios del siglo XX sólo había censadas 112 especies de animales y plantas autóctonos. Hoy ya están catalogadas 2.221 especies sólo de animales endémicos y se siguen descubriendo más, como la iguana rosada, declarada un género endémico en enero del año pasado. Todos los reptiles de las islas, la mitad de las aves, el 32 por ciento de las plantas y el 25 por ciento de los peces son endémicos.
Tortugas gigantes
Las tortugas gigantes que dieron nombre al archipiélago están representadas por 11 especies. Se calcula que en el siglo XVI había medio millón de estos quelonios, pero hoy no superan los 15.000 ejemplares. Tortugas, iguanas marinas, lobos de mar, pingüinos, aves... son las estrellas de este zoo natural y abierto, pero en el archipiélago hay más de 696 especies de vertebrados. Y todos ellos configuran una fauna amable y confiada a la que los turistas se pueden acercar y hasta casi tocar. Carecen de agresividad hacia el ser humano porque no lo temen. ¿Y no tienen motivos? El turismo empezó a desarrollarse en las Galápagos en los 70. En los últimos veinte años el número de visitantes se ha cuadruplicado. En 2008 se registraron 173.000 llegadas. Pero según Julia Morton-Lefèvre, directora general de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), las Galápagos sólo pueden soportar 70.000 turistas anuales.
A los humanos hay que añadir otras «especies invasoras» que aquí, como en otras partes del planeta, son la segunda causa de pérdida de biodiversidad. Con el hombre llegaron los animales domésticos, pero algunos se escaparon y asilvestraron. Los más perjudiciales son los vertebrados, de los que se han registrado 21 especies foráneas: cabras, perros, cerdos, gatos, burros, ratas... que atentan contra la vegetación, los huevos e incluso los animales más jóvenes. Desde 1998 se llevan a cabo proyectos de erradicación entre los que destaca «el método Judas». Consiste en el seguimiento desde helicópteros de una cabra asilvestrada (Capra hircus) que conduce hasta el resto del rebaño salvaje. Para ello contrataron un equipo de expertos cazadores neozelandeses que han logrado abatir en tres años a 180.000 chivas en Santiago e Isabela.
Presión turística
La población humana que vive permanentemente en las Galápagos también da problemas. De los 4.000 habitantes que había en los años 60, se ha pasado a 18.640 censados en 2004, a los que hay que añadir una población flotante ilegal próxima a las 6.000 personas. Aunque la inmigración está muy controlada, el aumento del número de turistas exige un aumento del número de trabajadores. Las leyes estrictas del gobierno ecuatoriano sólo dan permiso a los inmigrantes previamente contratados siempre y cuando el puesto de trabajosea cualificado y no haya ningún isleño que pueda ocuparlo. Aún así, la tasa de crecimiento humano anual es en el archipiélago superior al 6 por ciento, cuando la media en el resto del Ecuador es del 2 por ciento.
En este panorama las autoridades galapagueñas esperan la visita de la delegación de la Unesco con una mezcla de inquietud y esperanza. Inquietud por todos los problemas antes expuestos, y esperanza por los éxitos medioambientales logrados en los últimos tiempos. Seis de las 18 especies de plantas más amenazadas se están recuperando; se han encontrado nuevos nidos de petrel, una de las seis aves marinas autóctonas en peligro; y, sobre todo, el «Solitario Jorge» único superviviente de una especie de tortugas gigantes ha sido capaz de aparearse con éxito con una tortuga de otra especie y seis nuevos huevos que han aparecido en un nido en Santa Cruz podrían hacerle padre.
De seguir así las cosas, las Galápagos—hoy por hoy un paraíso amenazado— desaparecerían de la lista de Patrimonio Mundial en Peligro y podrían agregarse a la de las 7 Maravillas Naturales del Mundo que se votará en 2011.
