Jane Birkin, la inspiración eterna
Hace años que a Jane Birkin le acompaña el título de «embajadora del radical chic»
ISABEL GUTIÉRREZ
Verano del 71. Serge Gainsbourg y Jane Birkin pasean su amor por las calles de Londres. Gainsbourg (a quien ahora se le rinde homenaje en una película que recrea su agitada vida) luce una sonrisa de padre feliz que desdibuja su prestigio de genio maldito. ... Lleva un capazo de esparto donde descansa su pequeña Charlotte. Pero es Birkin quien verdaderamente llama la atención. Shorts de tela vaquera, merceditas con medio tacón, jersey de manga corta y el flequillo más influyente del momento. Resulta elegante y relajada, más por la actitud que por el sencillo estilismo. Sí, con justicia es un icono fashion, aunque hoy ella misma explique, con cierta ironía, que su éxito se debió a la suerte: estar en París, ser guapa y sonreír mucho.
Hace años que a Jane Birkin le acompaña el título de «embajadora del radical chic». Tal vez porque su carisma le permite lucir un pantalón de Isabel Marant o un jersey de Gaultier como si no le fuera la vida en ello, arruinando el boato de prendas tan exclusivas con unas saludables arrugas y una melenilla alborotada. Si hablamos de moda, más allá de su talento artístico, su estilo ha dejado huella. Ahora que la película «Gainsbourg. Vida de un héroe» recrea su pasado en la piel de la actriz británica Lucy Gordon (quien, por cierto, se suicidó hace algo más de un año en su apartamento de París), se evocan sus prendas fetiche y unos looksque aún fascinan: minifaldas diminutas y bailarinas de Repetto confeccionadas en exclusiva para ella; transparencias sin medias tintas y el poder del macramé de un vestidito escotadísimo, que le gustaba ponerse al revés; alpargatas y blusas de corte masculino... Y, en especial, el uso diario de grandes cestas para llevar todos sus trastos.
Un encargo muy especial
En aquella costumbre está el origen de uno de los bolsos más célebres de la historia: el modelo Birkin, de la casa Hermès. Tal y como la actriz y cantante ha contado a la revista Harper’s Bazar, en 1984 conoció en un avión a Jean-Louis Dumas (el gran renovador de la marca francesa, recientemente fallecido), quien le preguntó a qué venía llevar a cuestas semejante canasto. Jane Birkin contestó que era lo único que se adaptaba a sus necesidades. Dumas, entonces, encargó la creación de un bolso para ella (una especie de agenda gigante con sólidas asas) que bautizó con su nombre.
Dos de sus tres hijas, Charlotte Gainsbourg y Lou Doillon (la tercera es la reservada fotógrafa Kate Barry), siguen la estela de su madre. Sin embargo, cada una tiene la virtud de haber superado las odiosas comparaciones gracias a una presencia poderosa y singular.
Charlotte, antaño una niña en el permanente punto de mira de la prensa, ha triunfado en el cine («Anticristo», de Lars Von Trier, le valió la Palma de Oro en Cannes, en 2009) y en la música con apuestas arriesgadas. No es tan bella como Jane Birkin y resulta mucho más discreta cuando aparece en público, pero también es muy inspiradora. Hace un par de años, Marc Jacobs creó una espléndida colección para Louis Vuitton dedicada al artista Stephen Sprouse, tras pasar una tarde en la casa de Charlotte y descubrir, allí, una vieja maleta pintarrajeada de la firma francesa. Y para Nicholas Ghesquière, director creativo de Balenciaga, es su gran musa. Nadie interpreta y adapta mejor que ella esas creaciones complicadas y esculturales con las que ya ha hecho historia.
Barroca y desaliñada
Lou Doillon, por su parte, hace bandera del shabby chic y del vintage. Barroca y desaliñada (confiesa que su armario es un auténtico desastre y que con frecuencia guarda la ropa en bolsas de plástico), está perfecta con pantalones de talle alto, con blazersmasculinos y vestidos sesenteros, con divertidos tocados y trenchsde corte militar. Apenas se maquilla (y diríamos que pocas veces se peina), pero qué bien le quedan las piezas más exclusivas de Balmain, Givenchy o Nina Ricci. Y, por supuesto, todo lo que diseña su buena amiga Milla Jovovich. Lou posó con los vestidos que la actriz creó en 2007, junto a su socia Carmen Hawk, en una mini colección para Mango. Parecía pensada para ella.
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