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Esperanza para los olvidados

El criminólogo canario Félix Ríos promueve la creación de una Fundación que ayude a familias del Archipiélago sin recursos en la búsqueda de niños desaparecidos o crímenes sin resolver

EFE

Sin hijo y sin dinero para buscarlo. Recursos siquiera para, al menos, poder enterrarlo. No hay peor desgracia, incluso que la propia, que la de un ser querido. Los padres de Sara Morales o Yéremi Vargas, por ejemplo, conocen bien esa sensación de impotencia y zozobra del día a día. Pero hay más: Epifanio, Cathaysa, Urbana… la lista no es pequeña. ¿Qué hacer, entonces, ante la falta de respuestas? Crear una Fundación que ayude a resolver los casos de niños desaparecidos en el Archipiélago y otros crímenes sin resolver, dirigida, principalmente, a familias de escasos recursos económicos.

La apuesta es del criminólogo canario Félix Ríos, que ha empezado a mover hilos en el ámbito empresarial canario para cuajar una proyecto que sume a la actividad que realizan instituciones y cuerpos policiales. ¿Por qué es necesaria? Ríos lo tiene claro: «Si pagas mejores abogados y peritos puedes acceder a mejores pruebas. Si gastas más dinero, en general, tienes más probabilidades de que un caso se resuelva». En esta vida, todo es dinero, y en la justicia más. «Si eres la madre de Cathaysa Rodríguez, te dedicas a limpiar apartamentos y tienes que cuidar de otros tres hijos más los nietos de tu hija que apareció muerta en un maletero, lógicamente no tienes dinero porque sólo pagar a un abogado para que se persone en un caso son 3.000 euros, y reabrirlo otros 14.000 euros más. ¿De dónde sacas ese dinero?», señala para ABC.

El proyecto, desde luego, no es un capricho: «Llevo diez años estudiando casos sin resolver, algunos los hemos resuelto pero hace falta un impulso económico detrás porque el que crea que la justicia es igual para todos, está equivocado».

La Fundación adoptará el nombre de la diosa hindú Lakshmi, representante de la buena fortuna, la abundancia, el amor, la belleza y la justicia, un nombre nada casual si se tiene en cuenta que uno de sus principales apoyos es un conocido empresario grancanario de origen hindú con un fuerte grupo de empresas locales muy

vinculadas al sector hotelero. El principal requisito es obtener 30.000 euros para poder arrancar desde el punto de vista legal. La estructura no sería muy grande salvo que se empezaran a abarcar demasiados casos. Ríos no cobraría. Los recursos se destinarían, principalmente, a la búsqueda de pruebas o a la reapertura de casos judiciales, si fuera posible.

Imagen

«El empresario sería un soporte y un patronazgo, sobre todo de imagen, porque permitirá acercarnos a otros empresarios. Si yo patrocino a un paralímpico, ¿por qué no ayudar a familias que están pasando por esto? Ayudamos a un montón de organizaciones, que está muy bien, pero tenemos gente en Canarias a quien se ha matado a su padre y no se ha resuelto el crimen, o ha desaparecido un niño y no sabemos dónde está. A veces le damos dinero a Aldeas Infantiles, que me parece muy bien, pero están en una realidad muy lejana a nosotros, y hay gente que lo está pasando mal al lado de nosotros y nadie habla ni trabaja en ese tema», comenta. La principal ventaja de la Fundación, señala Ríos, es que le permite personarse en una causa judicial de interés general como hacen las de víctimas del terrorismo, violencia de género o en el pasado, las niñas de Alcácer. La Fundación puede entrar en contacto con un médico forense o un experto en insectos si fuese necesario. «Sería una red de recursos. Es lo único que es útil para sacar adelante un pleito. Tampoco hace falta un equipo muy grande ni una oficina abierta las 24 horas. Basta con un equipo de asociados latente que se active cuando haya un caso», señala.

Lo que quiere dejar claro Ríos es que el modelo a seguir no es, ni mucho menos, el de la niña inglesa Maddie McCann, desaparecida hace tres años en el sur de Portugal. Con una fundación muy profesionalizada de por medio que ha recaudado más de tres millones de euros, el caso ha terminado convirtiéndose en pura carnaza mediática. «Los equipos pequeños y bien compenetrados son mejores que las grandes administraciones. En Bélgica, la organización sin ánimo de lucro Child Focus tiene oficinas por todo el país, un personal reducido, grupos de voluntarios y dos vehículos. No hace falta nada muy grande», apunta. En el fondo se trata, simplemente, de ayudar a los afectados a que puedan seguir viviendo. «Lo que pasan ahora es un sinvivir», subraya.

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