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informe del plan nacional

El 25% de quienes prueban la heroína en su vida desarrolla una adicción

La cocaína desbancó hace más de una década a la heroína como la droga «reina» en España, pero es tal la peligrosidad del opiáceo que los expertos alertan de que es independiente de su vía de administración y de cuánto, cómo y cuándo se consuma

INÉS BAUCELLS

érika montañés

En nuestro país, la cocaína sigue siendo la droga «reina». Lo es sobremanera desde la entrada en el siglo XXI, porque en los 80 y hasta mediados de los 90 la historia era otra. Todavía quedan 82.000 consumidores «históricos» de heroína a los que el Ministerio de Sanidad ha tratado de mejorar sus párametros de salud, ofreciendo la combinación de diversas actuaciones como el uso de terapia farmacológica, las campañas de vacunaciones para hepatitis B, los talleres de prevención de sobredosis y otras medidas. No obstante, la heroína es tan peligrosa que sus efectos persisten en el tiempo tras su consumo, sea prolongado o marginal. «Su riesgo es independiente de la vía de administración que se utilice -inhalada, fumada o inyectada, según han demostrado los investigadores deel Instituto Nacional de Drogas (NIDA) de Abuso de EE.UU.- y de si se consume sola o asociada a otras drogas». La advertencia pertenece a Carmen Moya, delegada del Plan Nacional sobre Drogas, un departamento que precisamente nació hace 25 años motivado por la peligrosidad de la heroína y los estragos que estaba ocasionando en nuestro país. Hoy, a pesar de que su consumo es bajo -menos del 1% de la población-, los esfuerzos para luchar contra esta droga no han cejado, por lo que esta mañana se ha publicado el primer «Informe sobre Heroína», elaborado por la Comisión Clínica de la Delegación del Gobierno pertinente. Además, se ha detectado un «ligero repunte» en el consumo de heroína fumada o inhalada. Este trabajo se enfoca hacia la gran adicción que provoca la heroína: una de cada cuatro personas que ha probado este opiáceo alguna vez en su vida desarrolla una adicción. Los expertos, como Moya y el presidente de Socidrogalcohol , Julio Bobes, miembro además de la Comisión Clínica que ha patentado el exhaustivo estudio, sí detectan una leve mejoría, y es que el cambio de inyectarse el estupefaciente por vía intravenal a fumarlo o inhalaralo -una tendencia que se advierte en el nuevo siglo- «controla» que se disparen otros efectos asociados al consumo, como la infección por VIH y otras patologías infecciosas.

En España, los adictos que reclaman un tratamiento por drogas consumen cocaína principalmente

El informe también recoge una comparativa elocuente: en España, la heroína dejó de ser hace un lustro la sustancia que motivaba más ingresos en urgencias y más peticiones de tratamiento por adicción. Es la cocaína, en su lugar, desde 2005 la que más demandas de tratamiento genera, con el 46,4% del total de las admisiones por consumo de drogas, mientras que en 2008 fueron 18.407 enganchados a la heroína los que reclamaron una terapia (un 34,6%). Esta última cifra se dispara hasta el 49% en el conjunto de Europa, por lo que es la droga que más personas aboca a un hospital. Y un dato más: la edad media de admisión a tratamiento por consumo de heroína apunta a un envejecimiento de los adictos en nuestro país, situándose en 37,5 años en el año 2008.

La heroína es «menos visible»

Carmen Moya también ha destacado que a pesar del descenso brutal que experimentó el consumo de heroína en nuestro país desde mediados de los 90 hastas 2004, el Observatorio Español sobre Drogas se ha percatado de que en los últimos ejercicios, el descenso se ha estancado, es decir, se mantiene en los mismos niveles. No crece, pero tampoco se extingue, lo que lleva a las autoridades sanitarias a alertar nuevamente sobre los riesgos de las nuevas formas de consumir heroína, tanto en grupos de riesgo, como entre jóvenes tentados por experimentar con «nuevas sesnaciones». En otro epígrafe del estudio de la Comisión Clínica, los españoles responden a cuestiones como si son más visibles los consumidores de heroína. Esa visibilidad ha caído notablemente, y quienes encuentran jeringuillas tiradas por el suelo o adictos inyectándose han pasado de un 17,3% en 1995 a un 4,2% en 2007 y de un 10,7% a un 2,8%, respectivamente. También ha decrecido la pbolación que afirma que se encuentra con drogodependientes tirados en el suelo (de un 12,3% en 1995 a un 5,6% en 2007).

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