Zapatero huye de sus fantasmas
España no abanderará en el G-20 la vieja reivindicación de la izquierda de que se aplique la «Tasa Tobin»
Aunque a todo socialista se le presupone un «Robin Hood» dispuesto a asaltar la Banca, José Luis Rodríguez Zapatero renunciará a ese papel el próximo fin de semana durante la reunión del G-20 en Toronto: no va a dar batalla para que se apruebe la famosa «Tasa Tobin» sobre transacciones financieras porque recela de imponer un impuesto exclusivamente recaudatorio en este momento de dificultad para las entidades. Además, España cuenta desde hace años con un Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) frente a las quiebras, según resaltan a ABC fuentes gubernamentales. Europa y EE.UU. necesitan instrumentos de salvamento, «pero nosotros no necesitamos algo nuevo», explica un alto cargo de La Moncloa.
El problema para Zapatero es cómo explicar ese giro a los suyos. Hasta ahora, había dado largas. Sabe que negarse tiene contestación en el PSOE: no sólo la corriente minoritaria Izquierda Socialista exige recaudar más para compensar el reciente ajuste adicional de 10.000 millones de gasto público en 2010, que afecta a las rentas más bajas. También el secretario general del PSM, Tomás Gómez, propone gravar con un 0,1% los depósitos bancarios. Hacienda ingresaría 2.000 millones al año, algo que no está mal visto por otros «barones» socialistas. A lo más que ha llegado el jefe del Ejecutivo es a calificar de «interesante»... no la propuesta de Gómez sino la decisión de Barack Obama de gravar un 0,15% el pasivo bancario para crear un FGD estadounidense de 90.000 millones de dólares. Pero fue hace meses y sin ningún entusiasmo. Carece de efectividad que lo haga un solo país o una sola región (Europa), decía el diputado Javier Lasarte el 16 de febrero, cuando el Congreso rechazó una proposición no de ley en tal sentido defendida por IU. Curiosamente, lo mismo que señalan las conclusiones de la «cumbre» de la UE celebrada este jueves, que parecen redactadas en tono condicional y lejano: «La introducción de esta tasa debería ser explorada y desarrollada» por el G-20, señalan los 27.
Todos los países llegan a la cita canadiense como a la anterior de Pittsburgh, en noviembre de 2009, con tantas buenas intenciones como confusión sobre para qué crear ahora la «Tasa Tobin», reconoce otra fuente. Porque mientras Obama ha impulsado una tasa para su fondo anticrisis, y la UE ha aprobado una tasa similar a los Bancos por el mismo motivo, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, que ya grava en Francia los bonos bancarios para llenar el fondo anticrisis francés, quiere que el G-20 apruebe una «Tasa Tobin» para luchar contra el calentamiento global. Y todo este debate euro-estadounidense genera recelo en la cuenca del Pacífico.
Originalmente, la propuesta que hizo en 1972 el Nóbel de Economía James Tobin consistía en gravar cada transacción entre un 0,1 y un 0,25 por ciento para acabar con la especulación. Según él mismo decía por aquel entonces, se trataba de «echar arena al aceitado mecanismo de las especulaciones que hacen viaje de ida y vuelta en días o pocas semanas». Eran tiempos de mucho cambio opaco entre monedas y mucho dinero negro que escapaba al control de las autoridades financieras porque la economía estaba menos bancarizada.
Será una «recomendación»
Hoy, estados emergentes como Rusia, Brasil, China, India, los llamados «tigres asiáticos» y, en general, toda la cuenca del Pacífico (Australia y Canadá también), que en intercambio comercial ya superan a las dos orillas del Atlántico, creen que generalizar esa tasa pone en peligro su crecimiento, superior al 5% del PIB. Y España, aunque pertecene al Viejo Continente, tampoco lo ve. No sólo porque, puestos a buscar mecanismos financieros de defensa, Zapatero pueda lucir el FGD y los buenos resultados en los test de estrés de los dos principales bancos del país, Santander y BBVA, como dice el Gobierno. El flujo de capitales interbancarios sigue estando cerrado para España por la elevada exposición de sus entidades, particularmente las cajas de ahorro. En esas condiciones, una «Tasa Tobin» mundial sólo conseguiría es retraer el crédito aún más de lo que está, dicen otras fuentes consultadas por ABC, y más para los que más difícil tienen conseguirlo hoy. No es el caso de Alemania que, como se ha visto en las últimas colocaciones de deuda pública, no tiene problemas de liquidez y solvencia en los mercados.
El presidente de los socialistas europeos, Pool Nyrup Rasmussen, uno de los grandes defensores de la Tasa Tobin como forma de enjugar el déficit, estima que gravar un 0,05% todas las transacciones mundiales recaudaría 500.000 millones de euros . Luego ya se verá a qué dedicarlos. La pregunta en la cita del G-20 este fin de semana es: ¿A qué? ¿Para enjugar los déficit en los Estados de la vieja Europa o para luchar contra el calentamiento global, como propone Sarkozy? Las fuentes del Ejecutivo español consultadas por ABC estiman que, al final, de Toronto saldrá una simple «recomendación» a la que se acogerá cada país como quiera. Esa es la razón por la cual Zapatero no quiere desgastarse como abanderado de una medida que ahora no conviene a la Banca española. Además, se siente reforzado desde que el jueves pasado los 27 apoyaron su idea de publicar los «test de estrés» de los 30 principales bancos privados, cosa que no le gustaba nada a Angela Merkel presionada por la banca privada germana.
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