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Apolo XIII: «Si les hacemos volver a la Tierra, no habremos fracasado»

«Ha sido la jornada más excitante de mi vida», dijo Nixon antes de recibir a los tres atronautas que sobrevivieron, hace 40 años, a una operación de rescate espacial con el oxígeno limitado, a oscuras y las comunicaciones restringidas, que mantuvo al mundo en vilo

Apolo XIII: «Si les hacemos volver a la Tierra, no habremos fracasado»

«¡Houston, tenemos un problema!» . Esta fue la frase proferida por el astronauta Jack Swigert , hace 40 años, durante el accidentado viaje que debía llevar al « Apolo XIII » y sus tres tripulantes sobre la superficie de la Luna. Momentos de enorme tensión, miedo y caos que hicieron al mundo entero fijar su mirada en lo que pasaba allí arriba, en las estrellas, después de que la «voz helada y profesional» del astronauta retumbara en el Centro Espacial de Houston : «¡Tenemos un problema aquí!».

Lo tenían y muy serio. Un fallo eléctrico, producido tras haber escuchado una explosión en el módulo de mando de la nave tripulada por Jim Lovell , Fred Haise y el mismo Swigert, obligó a suspender, repentinamente, el alunizaje en pleno vuelo, previsto para el 16 de abril de 1970. «Un tenso dramatismo preside las operaciones de regreso y recuperación de los astronautas en el Centro Espacial de Houston –podía leerse en la portada de ABC–, tensión que comparte todo el mundo, expectante y doloridamente sorprendido».

No era para menos. Los científicos del Centro Espacial creyeron en un primer momento que un meteorito había chocado contra el aparato, a más de 200.000 millas de distancia de «casa», paralizando su electricidad, sus tanques de oxígeno y sus comunicaciones, «cortando los cordones umbilicales con su Tierra y su atmósfera».

«Lovell, Haise y Swigert, con el oxígeno limitado, a oscuras y con las comunicaciones restringidas para ahorrar energía, mantienen muy alta su moral», se puntualizaba.

Sin embargo, la tensión alcanzada en la Tierra por la crítica situación de aquellos viajeros espaciales era enorme. El mundo entero miraba a la Luna ante una posible tragedia espacial. El presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, viajaba de urgencia al Centro de Vuelos Espaciales de Goddard para seguir al minuto los intentos de rescate. En el Capitolio, el Senado aprobaba unánimemente una resolución pidiendo que el país dirigiera, «sin distinción de religiones, una plegaria a los cielos para el feliz retorno de los astronautas», contaba el corresponsal en Estados Unidos, José María Massip .

Christopher Kraft , ingeniero de la NASA , declaró la situación de aquellos tres hombres como «la más seria conocida en vuelos tripulados». «Si podemos hacerles volver a la Tierra –agregaba– no puede decirse que la misión haya sido un fracaso».

Houston ordenó que dos de los tripulantes se refugiaran en el módulo lunar, dejando a un hombre solo en la cabina de mando para conducir el vehículo, «con la posible precisión, guiándose en las estrellas; manteniéndolo aprovisionado del oxígeno generado por el módulo lunar, para dar una única vuelta a la Luna y lanzarse a la Tierra».

¿Cuál fue el fallo?

ABC daba otras posibles hipótesis del fallo : «las emanaciones de protones lanzadas a los espacios por el Sol en periodos de su mayor actividad energética» o algún fallo interno en las mismas instalaciones, «siempre posible, pero escasamente probable por el coeficiente de fiabilidad, que llega al 99%».

El 1% restante, sin embargo, se salió con la suya. Tras una larga investigación, un comité identificó la causa de la explosión: en 1965, el módulo de comando había sufrido varias modificaciones para elevar el voltaje permitido en los calefactores de los tanques de oxígeno, pero los termostatos interruptores no fueron modificados para adaptarse a dicho aumento del voltaje, por lo que las altas temperaturas (500 °C) que soportaron en este viaje, provocaron un cortocircuito.

«Sanos y salvos»

El 18 de abril de 1970 la portada de ABC rezaba un inmenso «Sanos y salvos» . Efectivamente, la «soberbia operación» de regreso y rescate de los tripulantes del «Apolo XIII», sacó a Estados Unidos, según el corresponsal, «de una sombría pesadilla de cuatro días y lo ha devuelto a la confianza en sus ingenieros, técnicos, astronautas, máquinas y programas para la conquista del espacio».

«Ha sido la jornada más excitante de mi vida», dijo Nixon antes de condecorar a los tres astronautas.

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