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La niña menor de 13 años de Seseña murió desangrada, según la autopsia

Una adolescente confiesa el crimen de Cristina tras contar que quedaron para pegarse, tras lo cual llevó a la Guardia Civil hasta el cuerpo, en una cantera de yeso

La niña menor de 13 años de Seseña murió desangrada, según la autopsia

Los resultados preliminares de la autopsia de Cristina Martín de la Sierra, la menor de Seseña, señalan que murió desangrada a causa de cortes profundos en una de las muñecas, según fuentes de la investigación. Todo apunta a que esa fue la “causa última” del fallecimiento, aunque la menor presentaba además golpes.

La presunta autora del crimen, una compañera de instituto de 14 años, contó a la Guardia Civil que golpeó a la víctima con una piedra y los agentes hallaron además varios pañuelos de papel ensangrentados en las proximidades de la fosa donde estaba el cadáver de la chica, a más de tres metros de profundidad.

Los investigadores registraron la casa de la detenida el sábado a última hora de la noche en busca de ropas que pudieran tener manchas de sangre y del arma homicida que pudo ser desde un arma blanca hasta un objeto cortante, tipo guijarro o un cristal recogido de la escombrera donde las niñas se habían citado para pegarse. La Fiscalía de Menores tiene previsto solicitar el internamiento en un centro de la chica, de origen cubano.

El cadáver de de la niña de 13 años fue recuperado ayer pasadas las 18.10 de la tarde de una fosa con forma de embudo invertido y a más de tres metros de profundidad, junto a una yesera abandonada de Seseña (Toledo). Cristina había desaparecido el martes por la mañana, cuando recibió una llamada de una compañera del instituto y salió para encontrarse con ella. La adolescente, de origen cubano, marcó el número de Cristina y esa llamada ha sido clave para resolver el caso.

La Guardia Civil interrogó a la menor, que tiene 14 años recién cumplidos, en presencia de su madre hasta que confesó que había quedado con la víctima para pegarse y fue ella quien la mató a golpes, según fuentes de la investigación. Las dos adolescentes llevaban varios meses de rencillas e insultos.

«Tiene 14 años, pero es bastante corpulenta»

Primero no recordaba nada y más tarde, ante las evidencias halladas, condujo a los agentes a la cantera de yeso a las afueras del pueblo, un lugar frecuentado por jóvenes. No ha implicado a nadie más en el crimen, aunque los investigadores de UCO no descartan aún que haya podido participar otro menor.

«Tal y como creemos que sucedieron los hechos no tiene por qué haber recibido ayuda; lo pudo hacer sola. Tiene 14 años pero es bastante corpulenta», señalan las fuentes consultadas. No obstante, los agentes de Homicidios de la Guardia Civil siguen hablando con el entorno para no dejar cabos sueltos.

Pañuelos con sagre

Cerca de la fábrica encontraron pañuelos con sangre y una diadema de la víctima. El lugar había sido peinado el misma día de la desaparición de la menor por varios agentes acompañados de amigos de la chica y de sus padres. «Estuvimos dentro de la yesera con las linternas, bajamos por el terraplén, revolvimos escombros y no vimos nada», repasa Ricardo, uno de los vecinos que participó.

La batida no logró dar con Cristina y hubo que repetir cada paso hasta que ayer el cadáver pudo ser localizado y recuperado con ayuda del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil. Los investigadores decidieron que hasta que no estuviera el cuerpo no iban a detener a la presunta autora, a la que habían interrogado al menos en dos ocasiones, para ponerla a disposición de la Fiscalía de Menores.

«¡Es ella, ya se lo han dicho a su madre!»

El nombre de la presunta asesina era ayer una incógnita para los compañeros de Cristina que esperaban ansiosos al otro lado del cordón policial. «¡Es ella, es ella, ya se lo han dicho a su madre!». Las edades de víctima y autora impusieron un listado de cautelas, hasta el punto de que ayer media Seseña tenía previsto hacer una batida cuando la Guardia Civil sabía desde el día anterior a quién pertenecía la mano asesina.

Llegó la hora del almuerzo y la niña no apareció. En la casa familiar empezó a cundir la preocupación y el teléfono ya no paró de echar humo. A las siete de la tarde, Francisco, el padre, presentó la denuncia en el cuartel. «Lleva una chaqueta blanca, unos pantalones marrón claro y unas botas negras. Tiene 13 años. Mide 1.65 y pesa unos 52 kg. No ha cogido ni dinero ni documentación, sólo el móvil, pero está apagado. La han raptado, le ha pasado algo», contó el hombre atribulado.

«Riesgo alto», estampó sobre el papel el agente que le atendió y esa misma tarde empezaron a remover las piedras. Los agentes interrogaron a todos los amigos de Cristina, fueron con ellos a los lugares donde se reunían, escudriñaron sus ordenadores en vano. Nada hasta que la llamada dio la pista definitiva.

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