El ex secretario general, que recogió los trozos de la carta rota por Fraga, recuerda que el PP formó equipo «con los mejores, no con los más amigos»
Francisco Álvarez-Cascos: «Aznar me dijo que guardara su dimisión»
Francisco Álvarez-Cascos / PALOMA UCHA
Publicado Domingo , 28-03-10 a las 09 : 32
Francisco Álvarez-Cascos, ahora militante de base del partido y voluntariamente retirado de todo cargo porque así lo decidió él mismo incluso antes de la derrota electoral de 2004, no sólo es el secretario general que forjó el PP de la renovación y la alternativa de Gobierno con Aznar, también es el depositario del documento que marcó en el congreso de Sevilla el definitivo cambio generacional. El momento más conocido de la asamblea es cuando Manuel Fraga proclama desde la tribuna «Ni tutelas ni tu tías» y rompe la carta de dimisión que le había entregado Aznar, por si acaso consideraba oportuno después relevarle. Cascos estuvo atento a la jugada y, al ver que el presidente saliente dejaba los restos sobre el atril le indicó a una azafata que los recogiera y se los guardó. Fraga se había levantado para abrazar a Aznar ante cámaras de televisión y fotógrafos. «Era un documento histórico del partido y había que conservarlo», recuerda veinte años después.
Tan metódico y concienzudo como siempre, el «general secretario del PP», como se le conoció después entre sus subordinados, pegó los trozos de la carta —«ilegible»— y los plastificó, «enmarcada, no. Que luego el papel pierde mucho color». Después se lo dijo a Aznar: «Tengo tu carta de dimisión». Y su jefe le respondió: «Prefiero que la conserves tú». Según Cascos, el presidente del partido ha recordado después el episodio en más de una ocasión, «pero siempre en clave de humor».
Anécdotas documentales aparte, el ex secretario general destaca que el congreso de Sevilla, el que siguió a la refundación, sirvió para que el PP, «el primer partido de centro derecha español estable y construido de abajo a arriba y no al revés como en los 150 años anteriores incluida la UCD» diera el siguiente paso: «convertirse en partido de gobierno, en partido ganador cuando por entonces sólo lo éramos en el ámbito autonómico, en Castilla y León, Galicia y Baleares».
Veinte años después, Álvarez-Cascos se atribuye el mérito de haber dirigido la redacción de la ponencia de estrategia política aprobada en el congreso: «Diseñamos un camino y nos fijamos unos objetivos; no fue un congreso de declaraciones, sino de marcar una estrategia que se siguió hasta la culminación diez años después, en 2000, cuando alcanzamos la mayoría absoluta. Por eso se recuerda hoy».

«Sabíamos que quedaba mucho por hacer»
Para el ex dirigente del PP, «entonces sabíamos que quedaba mucho trabajo que hacer, pero teníamos un guión claro, integramos a gentes de todos lados con tal de que tuviera que aportar algo al proyecto y hubo un buen «marketing» en el congreso», el mensaje caló en la opinión pública. También admite que el partido tuvo que «armarse» después del «varapalo de las elecciones europeas» y del mero «mantenimiento de resultados» logrado meses antes en las generales de 1989.
Cascos resalta que en esa cita quedó confirmado «el liderazgo» de Aznar y que el cuestionamiento de sus cualidades como candidato, la presunta falta de «carisma» fue un invento ajeno «que dentro no creímos nunca». El «general secretario» sólo admite que lo que ocurría con su jefe era que «tenía una personalidad menos comunicativa y locuaz que otros» (Felipe González).
Álvarez-Cascos no ve paralelismos entre la situación que vivía el partido en la oposición en 1990 y la actual —«No se me ocurre en qué», comenta—; tampoco en la figura del presidente del Gobierno: «Zapatero ha sido batible siempre, desde que llegó a la dirección del PSOE por una serie de rebotes». Y para quien quiera darse por aludido recuerda que el PP en Sevilla salió a por todas y que él formó equipo para su ponencia «con los mejores en cada terreno, no con los más amigos».

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