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El agua enferma que nos mata

La mitad de las camas hospitalarias en el mundo están ocupadas por personas que sufren enfermedades por el líquido elemento

El agua enferma que nos mata

Sin agua la vida en nuestro planeta es imposible, pues participa en cada uno de los procesos en los que intervienen plantas y animales. Más del 80% del peso del cuerpo humano es agua. De media, cada uno de nosotros contiene 38 litros. El planeta en que vivimos tiene más de dos terceras partes de agua. Sin embargo sólo el 2,5% es agua dulce. Sobra sal, por tanto, pero es que además, de ese porcentaje sólo el 0,3% está en lagos y ríos, el 30% son aguas subterráneas y el resto está almacenado en los glaciares. Más allá de seguir extrayendo agua de ríos u otras fuentes, es necesario utilizarla de una manera más eficiente y sobre todo mantenerla en buen estado.

Sin embargo, cada año se arrojan a los lagos, ríos y deltas el equivalente al peso de la población mundial en forma de contaminación, por lo que es necesario que la comunidad mundial tome medidas para proteger y mejorar la calidad del agua en el planeta.

«Enfermos de agua»

Una situación que ha quedado reflejada en el informe «Agua enferma», presentado ayer por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) con motivo del Día Mundial del Agua. Se estima que cada día se vierten 2 millones de toneladas de aguas residuales en los cursos de ríos y en los mares y océanos, provocando que en éstos aumenten las zonas muertas (áreas sin oxígeno por culpa de la contaminación) donde ninguna forma de vida es posible.

Un agua enferma, por tanto, que provoca más enfermedades allí por donde pasa y es consumida. Así, según los datos del estudio, el 3,7 por ciento de todas las muertes en el mundo son atribuidas a enfermedades relacionadas con el agua. Y un dato muy gráfico: más de la mitad de las camas hospitalarias en el mundo están ocupadas por personas que sufren enfermedades relacionadas con el agua. «Si no somos capaces de gestionar nuestros residuos, entonces más personas seguirán muriendo de enfermedades transmitidas por el agua», aseveró Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA.

Los niños, más afectados

La crisis del agua se refleja en el hecho de que 1,8 millones de niños con menos de cinco años -uno cada 15 segundos- mueren cada año por enfermedades causadas por el agua. Alrededor de 2.600 millones de personas, entre ellas 280 millones de niños de menos de cinco años de edad, no disponen de condiciones sanitarias adecuadas y cada año 1,5 millones de niños mueren de diarrea causada por el agua.

Otros alarmantes datos difundidos en el informe señalan que en las últimas tres décadas del siglo XX el número de especies que viven en ríos, lagos y aguas subterráneas ha descendido un 50 por ciento, dos tercios más que en los medios terrestre y marino.

La industria en el mundo es responsable del vertido cada año de entre 300 y 400 millones de toneladas de metales, disolventes, sustancias tóxicas y otros desechos en el agua. Como señaló ayer durante una conferencia en Nairobi, organizada por la ONU con motivo del Día Mundial del Agua, el príncipe Guillermo de Holanda: «Nuestra agua nos está matando». En este sentido, se refirió a la elevada contaminación del agua del planeta, subrayando la necesidad «de tratar el agua que usamos antes de devolverla a la naturaleza».

En ese contexto, estudios difundidos por las agencias de la ONU indican que una inversión de 20 millones de dólares en tecnologías para el agua, como el riego por goteo y bombas de pedal, puede sacar de la pobreza extrema a 100 millones de familias dedicadas a la agricultura. Y al revés. En el África subsahariana, la región en la que sus habitantes sufren las peores consecuencias, el acceso al agua aparece claramente vinculado a la riqueza, ya que el 20 por ciento más rico de la población subsahariana tiene el doble de posibilidades de acceder a agua potable que el 20 por ciento más pobre y cinco veces más opciones de contar con condiciones de salubridad aceptables.

Escasez crónica

Y es que, como ayer puso de manifiesto la ONU, cada vez más regiones padecen escasez crónica de agua. Lógicamente, el problema es más agudo en las zonas más secas del mundo, donde viven más de 2.000 millones de personas, de las cuales la mitad son pobres. Casi todos los países de Oriente Próximo y África del Norte sufren escasez de agua, así como otras naciones, como México, Pakistán, Sudáfrica y grandes partes de China y la India. Y la demanda no deja de crecer.

Se prevé que la población mundial alcance los 8.100 millones de personas en 2030, y la necesidad de alimentos en todo el mundo (para lo que actualmente se destina el 70% del agua que se extrae) se espera que aumente un 55% respecto a 1998.

Y aunque a veces las palabras «escasez de agua» pueden suscitar imágenes lejanas de sequía, ésta es sólo una de las manifestaciones de una condición que afecta a personas de todos los continentes. Y Europa no es una excepción.

Se considera que un país está en riesgo en cuanto a las reservas de agua cuando el índice de explotación de agua, definido como el porcentaje de las fuentes renovables a largo plazo que se extrae, es menor de 10. El riesgo es severo si el valor está en 40. Y nuestro país consume de media el 35% de las reservas a largo plazo, la tercera nación en Europa, detrás de Bulgaria y Chipre. Por tanto, nuestro país puede experimentar escasez de agua en un futuro próximo.

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