
Lunes
, 22-03-10
Hoy abundan en Córdoba las bandas música o cornetas y tambores para la Semana Santa, y raro es el año en que alguna de ellas no aporta una nueva grabación a su discografía. Pero no siempre ha sido así: a finales de los años 70 sólo había una banda cordobesa de la capital -que estuvo vinculada sucesivamente a las hermandades de Gracia, la Oración en el Huerto y la Esperanza- y los cofrades de nuestra ciudad que quisieran escuchar marchas procesionales «fuera de temporada» tenían que conformarse con las escasas grabaciones fonográficas procedentes de Sevilla que llegaban hasta aquí, en discos de vinilo o en los recordados casetes.
Al empezar la década de los 80 las cosas empezaron a cambiar: la Banda Municipal de música, bajo la dirección de Luis Bedmar y con el patrocinio del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, editó la primera grabación de marchas cordobesas. Era una casete que incluía siete composiciones que no habían sido registradas previamente, con la única excepción de la emblemática «Saeta cordobesa» de Pedro Gámez Laserna, que la banda sevillana de Soria 9 había editado en disco alguna vez.
Condiciones técnicas
«Al estudiar el archivo de la Banda Municipal -recuerda Luis Bedmar- me di cuenta de que teníamos una buena colección de marchas que merecían ser grabadas, y de ahí vino la propuesta que hicimos al Ayuntamiento primero y al Monte de Piedad después». También recuerda el conocido músico que la grabación se hizo en el Zoco Municipal de la Judería, que era el lugar donde habitualmente ensayaba la banda, y se hizo «en unas condiciones técnicas que hoy parecerían inverosímiles, pero que entonces eran lo que había».
Las dos casetes se editaron en 1980 y 1981, y fueron las únicas de una serie que en principio iba a ser más larga. Hoy constituyen piezas de lujo para coleccionistas cofrades y aficionados a la música de Semana Santa. La primera de estas casetes incluía las siguientes marchas, dedicadas a imágenes cordobesas y pertenecientes a distintos autores: «Coronado de Espinas» de Joaquín Reyes, «Jesús Caído» de Enrique Báez, «Jesús Rescatado» de José Timoteo, «Misericordia, Señor» de Dámaso Torres, «Lágrimas y Desamparo» de Francisco Melguizo, «Vida de un alma», de Luis Bedmar, y «Saeta cordobesa», de Pedro Gámez Laserna.
El mismo año 1980, se editó otra casete -hoy también tesoro de coleccionistas- que incluía saetas cordobesas, con voces como María Zamorano «La Talegona». Fue tal el éxito de la iniciativa que se agotó inmediatamente la edición de las marchas, aunque la de saetas tardó un poco más tiempo.
La segunda colección hizo que nuevas composiciones, algunas ya más recientes, se incorporaron al repertorio grabado: se trataba en esta ocasión de «Nuestra Señora de la Encarnación» de Casto Contreras, «Nuestra Señora de la Esperanza» de Luis Bedmar, «Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto» de Luis Bedmar, «Nuestro Padre Jesús de la Sangre» de Casto Contreras, «Paloma de Capuchinos» de Francisco Melguizo, «Piedad, Señor» de Camilo Contreras, «Por una madre» de Enrique Báez y «Virgen del Socorro» de Enrique Báez.
Puede apreciarse que en aquel año la Virgen de la Encarnación llevaba sólo un año saliendo, y al Señor de la Sangre le quedaba década y media para hacerlo.
Costaleros
En aquellos años las cuadrillas de costaleros estaban en plena ebullición. «Recuerdo -señala Luis Bedmar- que entonces los pasos andaban muy deprisa, y los músicos de la Banda Municipal tenían que hacer un esfuerzo añadido no sólo para ajustar sus sones al caminar, sino que ellos mismos tenían que andar más deprisa». El mismo compositor añade que «para ajustar la música al ritmo de los costaleros, una vez seguí el ensayo de un paso midiendo la frecuencia y el ritmo de sus pasos».
Tuvo mucho éxito la edición de esos casetes, como queda dicho. Otra cosa es que las marchas en ellos contenidas sonaran en la Semana Santa de verdad, porque en su mayor parte siguieron ignoradas, entre otras cosas porque por aquellos años no era frecuente que los pasos de palio fueran acompañados por bandas de música completas (salvo el año en que les tocaba la Banda Municipal, y ésta sólo en carrera oficial).
Aún se recuerda, por ejemplo, la presencia de agrupaciones musicales -«bandas mixtas» se llamaban entonces-tras los pasos de la Candelaria, los Desamparados, la Esperanza o incluso la Virgen de los Dolores, y es que las bandas de música propiamente dichas sólo empezaron a generalizarse tras los pasos de Virgen a mediados de la década.
Tuvo que pasar más de una década de la primera grabación para que hubiera un nuevo álbum de marchas cordobesas: fue la antología preparada en 1992 por la banda de Soria 9 de Sevilla bajo la dirección de Abel Moreno, que repitió algunas de las incluidas en las ya agotadísimas casetes de principios de los 80 y añadió algunas nuevas compuestas por él mismo, que en 1990 había insertado una marcha dedicada a Córdoba -«Córdoba cofrade»- en su anual grabación discográfica sevillana.



