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Una biografía rescata el perfil más humano del general Yagüe

Una biografía rescata el perfil más humano del general Yagüe

El general Juan Yagüe fue uno de los militares más controvertidos de la Guerra Civil, quizá el mejor táctico (el avance sobre Madrid, la batalla del Ebro y otras significativas intervenciones así lo demuestran), un soldado al que también ha venido persiguiendo el estigma de la represión en Badajoz. Luis E. Tagores -que ya había explorado las vidas de Queipo de Llano y Muñoz Grandes- publica ahora esta biografía que se sustenta en documentación que había permanecido inédita hasta ahora: los archivos personales de Yagüe, un hombre muy organizado y metódico que archivaba papeles personales que ilustran su vida desde la infancia hasta su muerte. Sin embargo, Tagores, quien confiesa que el personaje «me divierte por ser yo hijo y nieto de militares africanistas», sobre todo rescata su perfil más humano: «La España de la posguerra fue malísima para los vencedores y para los vencidos: estaba arruinada y en medio de una guerra mundial que dificultaba la ayuda exterior. A Yagüe muchísima gente le pedía ayuda dentro y fuera, él hace lo imposible y además contesta a todos». El carácter social de su falangismo no fue menor, lo demostró en Burgos y en su pueblo, San Leonardo. A mí no me cuadraba este Yagüe con el duro militar que avanza sobre Madrid, que toma Badajoz, que guerrea y fusila...»

En cuanto al estigma de Badajoz, hay que limitar su responsabilidad. «Allí la represión -explica Tagores- tuvo tres tiempos y hay que analizarlos sobre la base de que las guerras se hacen para acabar con el enemigo. El primer tiempo sucede en las 48 horas posteriores a la toma de la ciudad cuando se fusila a todos a los que se pilla con armas. Pero enseguida el Ejército de África parte hacia Talavera. Luego, la represión pasa a manos de la Guardia Civil, que estaba bastante quemada porque se había sublevado dos días antes. Por último está la que se debe a los falangistas, que eran muy pocos y que habían padecido una enorme sangría a manos del Frente Popular. En la Plaza de Toros hubo fusilamientos, pero todo eso de que los torearon es propaganda». Por último, el historiador detacó la intensa y contradictoria amistad con Franco. «Las trifulcas que tenían son memorables. Era el único que se atrevía a levantarle la voz, con tacos y todo, en plan legionario. No estuvo de acuerdo con él en tomar Toledo y no seguir hacia Madrid. Tampoco su plan para tomar la capital salió adelante: Franco siguió el de Mola y Varela. Tampoco coincidían en lo ideológico y social, porque Franco atendía a una camarilla de derechas disfrazada con la camisa azul».

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