José «Pepe» Mujica, un ex guerrillero, presidente de Uruguay

Fundador del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, Mujica obtiene el 51 por ciento de los votos frente al 44 por ciento que le atribuyen a su adversario . A la espera de confirmación oficial de estos datos, el Frente Amplio, la coalición oficialista que agrupa a las fuerzas de la izquierda uruguaya, celebra en la calle y en los alrededores del Hotel NH de Montevideo, un triunfo con cierto sabor a revancha.

El virtual presidente de Uruguay, el de mayor edad en la historia y primer ex guerrillero en Sudamérica en lograr la Presidencia, pasó casi quince años encerrado en condiciones infrahumanas. Compañero de armas y de cautiverio, el actual senador, Eleuterio Fernández Huidobro, recuerda: “En ocasiones Pepe tuvo que ingerir su propia orina porque los guarda cárceles no le daban agua. Será el primer presidente que haya pasado por esa situación”.

El movimiento Tupamaro, azote de la democracia uruguaya en los años 60 y principios de los 70, fue exterminado antes de la dictadura militar (1973-85). Pero para evitar rebrotes de la guerrilla el régimen mantuvo como “rehenes” a sus principales cabecillas, entre ellos a Mujica, un hombre que guarda en el cuerpo el recuerdo de los enfrentamientos, a tiro limpio, con las fuerzas de seguridad. Herido de bala en seis ocasiones, conserva algunos proyectiles bajo la piel.

Con estos antecedentes el desafío inmediato de Mujica es lograr transmitir un mensaje de seguridad y tranquilidad a la banca, a los inversores y a la comunidad internacional. Ese ha sido su objetivo hasta el último día de campaña. La víspera de la votación lo recordaba en una reunión con la prensa extranjera donde reiteró su firme intención de, “dar continuidad a las líneas fundamentales de este Gobierno. No deben esperarse grandes novedades –en el suyo- , salvo aquellas derivadas de situaciones nuevas”.

La actual Administración de Tabaré Vázquez, socialista que también fue candidato por el Frente Amplio, termina con unos índices de aceptación extraordinarios. El presidente y Jefe del Estado, después de cinco años de gestión, supera el 70 por ciento de popularidad. Mujica quiere aprovechar esa corriente, pese al modesto apoyo de Vázquez en su campaña, pero también despejar las dudas de aquellos que temen ver en él una figura más próxima a Caracas que a Brasilia.

El historiador Gerardo Caetano no comparte esa inquietud sobre el virtual presidente electo: “ha hecho una conversión política muy clara. Lo ha repetido infinidad de veces: su modelo es Lula”, asegura. “El Frente Amplio –continúa- no se parece a un esquema chavista. En Uruguay no hay espacio para una política populista neta, no hay posibilidad de aventuras de ese tipo porque ni Mujica quiere esa propuesta ni el país ni el mundo lo permiten ya”.

Derrotado Lacalle, la factura de su fracaso la pagarán en varios mostradores. El primero, el del ex presidente, al que reprochan la excesiva influencia de su mujer, Julia Pou, en la campaña y un silencio cómplice cuando sus adversarios le apuntaron con el fuego de la corrupción de su Gobierno (1990-95). Tomás Linn, fino analista del diario Búsqueda, observa, “subestimó a su adversario. Creyó que con su experiencia, su nivel y preparación no podía ser tan difícil ganarle. Por esa actitud fue perdiendo terreno”.

Con la victoria de José Mujica, se hace realidad algo que ni él mismo imaginó años atrás . Preguntado entonces por un periodista sobre la posibilidad de que tuviera futuro como Presidente, contestó: "Eso es tan difícil como el silbido de un cerdo".