Un buen gestor con marcado perfil político
Rato fue el principal protagonista de lo que muchos llamaron el «milagro español». Los aciertos de una política económica basada en el déficit cero, las reformas y la rebaja de impuestos, convirtieron a España en uno de los alumnos más aventajados de la UE
Ocho años al frente de la política económica española (entre 1996 y 2004) fueron suficientes para dotar a Rodrigo Rato de un prestigio nacional e internacional que le convirtieron en el primer español en presidir el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ni la derrota del Partido ... Popular en las elecciones de 2004, en las que Rato iba de número dos por Madrid, detrás de Rajoy, ni el abandono prematuro de su cargo al frente del FMI —por razones personales— han restado un ápice al reconocimiento de la gestión desempeñada por el que fuera vicepresidente económico de los gobiernos de José María Aznar.
Como ha recordado esta misma semana la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, «Rato fue capaz de sacar a la economía española del coma en que estaba inmersa y convertirla en una de las más pujantes del mundo en apenas dos años».
Cuando Rodrigo Rato se hizo cargo del Ministerio de Economía y Hacienda en la primavera de 1996 heredó una economía con un déficir superior al 6% del PIB, un 22% de paro, una deuda en alza y un reto inminente: cumplir los requisitos de Maastricht para que España pudiera formar parte de la Unión Económica y Monetaria en enero de 1999. En ese momento pocos apostaban por que España llegara a tiempo para coger el tren de la moneda única. Pero no sólo hizo sus deberes sino que desde entonces, y durante más de una década, nuestro país se convirtió en uno de los más aplicados de la zona euro.
Bajo la batuta de Rodrigo Rato la economía española pasó de puntillas sobre dos crisis económicas internacionales que azotaron con virulencia a nuestros vecinos europeos, la de 1998 y la de 2002.
El entonces vicepresidente económico, que contó con el apoyo incondicional del presidente Aznar en el cumplimiento de su política económica, supo aprovechar los efectos positivos que la llegada de inmigrantes, los bajos tipos de interés y los fondos europeos supusieron para el desarrollo español.
La política del déficit cero, las rebajas de impuestos y las reformas estructurales fueron su bandera y con estas armas trató de luchar por dos objetivos: el pleno empleo y la convergencia real con la Unión Europea. Cuando en abril de 2004 Rodrigo Rato se despedía de la vicepresidencia económica, estos retos no se habían conseguido plenamente, pero se habían dado pasos de gigante para lograrlos.
En el ámbito internacional su férrea defensa del equilibrio presupuestario y de las reformas estructurales le provocaron más de un encontronazo con el eje franco-alemán. El que fuera responsable de la política económica española no dudó en enfrentarse a las locomotoras de la economía europea para defender la aplicación del Pacto de Estabilidad, y tampoco le dolieron prendas en denunciar la ausencia de reformas en Francia y Alemania, lo que jugó después en su contra a la hora de consensuar un candidato europeo al FMI.
Reforma del FMI
El principal protagonista de lo que muchos europeos llamaron el «milagro español» se convirtió, no obstante, en director gerente del FMI a los pocos meses de abandonar el Gobierno. Allí se le encomendó la reforma de un organismo que tras setenta años de vida se había quedado obsoleto para afrontar los nuevos retos internacionales. Tres años después, prácticamente a mitad de su mandato, Rato dejaba el Fondo aludiendo motivos personales, y comenzaba una nueva trayectoria profesional ligada al mundo de la empresa, aunque con poca relevancia pública. En los últimos días, sin embargo, el ex ministro ha vuelto a «salir del armario», al convertirse en el candidato de Rajoy, y después de Aguirre, para presidir Caja Madrid.
Pero junto a los méritos cosechados por su gestión económica, este madrileño de 60 años tiene un amplio currículum político, y muestra de ello es que compitió con Rajoy para suceder a Aznar. Algunos no descartan ahora que Caja Madrid sea una plataforma de lanzamiento para la vuelta a la política nacional.
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