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Obama intenta mantener el peso de EE.UU. en Asia

En su primera gira a la región, el presidente de EE.UU., que llega mañana a Japón, participará en la cumbre de APEC en Singapur y visitará China y Corea del Sur

En su primer viaje internacional tras ser nombrado Premio Nobel de la Paz, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llega mañana a Asia en una gira trascendental para los intereses diplomáticos de Washington.

Su primera escala es Japón, que estos días celebra a bombo y platillo el 20 aniversario de la coronación del emperador Akihito. En Tokio, además, tiene previsto reunirse con el nuevo primer ministro, Yukio Hatoyama, que pretende acabar con la habitual subordinación nipona a las órdenes de la Casa Blanca y centrarse más en Asia.

En su deseo de gozar de una relación de “igual a igual” entre ambos países, Hatoyama ya ha anunciado su intención de poner fin a la ayuda que los barcos nipones prestan en el Océano Indico a EE.UU. para la guerra de Afganistán. A cambio, Japón ha prometido fondos por valor de 5.000 millones de dólares, pero las verdaderas discrepancias giran en torno a la reubicación de miles de soldados americanos en la base de Okinawa.

A continuación, Obama se trasladará el sábado a Singapur, donde participará en la cumbre del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC). Dicha organización, que aglutina a 21 países de las orillas asiática y americana del Pacífico tan diversos e importantes como EE.UU., China, Japón, Corea del Sur, Indonesia, Rusia, Canadá, México y Chile, discutirá la reciente escalada de la tensión en la Península Coreana tras la última escaramuza naval entre dos patrulleras.

Sin embargo, la naturaleza fundamentalmente económica de APEC girará los debates a asuntos como la cooperación internacional para salir de la crisis financiera global, la progresiva liberalización del comercio mediante la reducción o eliminación de aranceles entre sus miembros y la coordinación en la lucha contra el cambio climático antes de la cumbre de Copenhague.

Dentro de dicha reunión, un mandatario estadounidense se reunirá por primera vez con los diez representantes de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), que incluye a Myanmar (nombre oficial de la antigua Birmania). Mientras la Administración Bush abogaba por el aislamiento a la Junta militar que dirige con puño de hierro este paupérrimo país, Obama ha cambiado de táctica e incluso algunos representantes de la Casa Blanca han viajado hasta Yangón (Rangún) para demandarle al régimen del general Than Shwe mayores avances hacia la democracia. Sin embargo, no parece probable que el presidente de EE.UU. se reúna con el primer ministro birmano, Thein Sein.

El domingo, Obama llegará a Shangai, primera escala de la que, sin duda, es la parte más importante de su visita: China. Las siempre difíciles, pero complementarias, relaciones diplomáticas y económicas entre los dos “imperios” estarán sobre la mesa en las entrevistas que mantenga con el presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao.

En su condición de grandes potencias dentro de un mundo cada vez más globalizado, Washington y Pekín son, al mismo tiempo, socios y enemigos comerciales. La meca del consumo que es EE.UU. – o al menos lo era hasta el estallido de la crisis – es uno de los principales clientes de la “fábrica global”. Así lo atestigua su balanza comercial con el gigante asiático, que el año pasado registró un déficit de 268.039 millones de dólares (181.439 millones de euros).

Por su parte, Pekín es el financiador de la Casa Blanca, ya que sus reservas de divisas, las mayores del mundo con 2,13 billones de dólares (1,4 billones de euros), guardaban en julio 800.000 millones de dólares (541.495 millones de euros) en bonos del Tesoro emitidos por la Reserva Federal.

Además, la influencia que está adquiriendo el “dragón rojo” debido a su ascenso internacional resulta crucial para solucionar los contenciosos de Irán, Corea, Afganistán y de la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera para combatir el calentamiento global.

Por último, Obama recalará el próximo miércoles en Corea del Sur, donde EE.UU. aún mantiene acantonados 28.500 soldados desde hace más de medio siglo y se abordará el desarme nuclear del régimen dirigido por Kim Jong-il.

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