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La chulería del genocida

Ningún genocida tiene conciencia de culpa. No la tiene Radovan Karadzic, el ideólogo, el rapsoda de la limpieza étnica en la guerra bosnia. Ni la tuvieron Slobodan Milosevic, ni los jerarcas nazis procesados en Nuremberg. Cuanto mayor es el crimen, más campante y risueño se ... mantiene el acusado, que suele dedicarse a ingeniar triquiñuelas para despistar a los jueces, entretener al público y soslayar el careo con su conciencia. Lo habitual es que el reo se considere la víctima y se entregue a un penoso ejercicio de autocompasión. Como si pretendiera que, encima, nos solidaricemos con su suerte.

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