Los patios abren sus puertas a la modernidad
Viernes, 23-10-09
Aunque el otoño haya hecho acto de presencia, los patios florecen como en mayo. Porque ayer el arte irrumpió con fuerza en estos tradicionales espacios de la ciudad. Arrancó una exposición que hasta el 29 de noviembre ofrecerá 16 muestras de creación contemporánea en otros tantos patios.
Fue el de ayer un día de celebración por el nacimiento de una nueva «criatura» cultural en la capital, jornada que comenzó con la presentación oficial del certamen en el salón de plenos de la Diputación. Entre los invitados al acto estuvieron los artistas que intervienen en el «El patio de mi casa». El comisario de la exposición, el cubano Gerardo Mosquera, consideró los patios como un «espacio intermedio entre lo público y los privado», y que en la muestra deben dar lugar a «una conversación entre la tradición y la modernidad».
Porque ese es el objetivo del certamen: «establecer nuevos diálogos entre el patrimonio artístico y el arte de hoy en día, creando un puente de comunicación entre el pasado cordobés y el presente artístico internacional», según reza el dossier difundido a los medios.
Recorrido por la muestra
Tras el acto institucional, la gerente de la Fundación 2016 Córdoba Ciudad Cultural, Carlota Álvarez Basso, de quien surgió la idea de la exposición, acompañó a Mosquera y a los artistas participantes en el recorrido que durante el mediodía hicieron por los diferentes patios «intervenidos». Y la primera parada fue en la calle Pastora número 2, donde 2016 (número mágico) caracoles revestidos de pan de oro campaban a sus anchas. El «culpable»: Fernando Baena, quien con esta provocación en toda regla (cabe recordar que estos animales tienen por costumbre comerse las plantas de los patios) pretende denunciar la domesticación de la naturaleza y del arte.
Baena resume el espíritu de la exposición: «El patio no sólo es el contenedor de la obra, sino que hay que interactuar con él, con su tradición. No se puede hacer cualquier cosa. Más que una confrontación con el patio, es una colaboración, debe haber un diálogo».
Aunque, claro, para llevar a buen término su idea «subversiva», Baena tuvo que contar con el permiso del dueño del patio, Rafael Barón, quien, en contra de lo que pudiera parecer, se mostró ilusionado con el proyecto. Él mismo se encargó de dorar a los caracoles: «La plaga se introdujo con sentido, vimos que podía ser una cosa interesante. La verdad es que la relación con Fernando ha sido muy fluida, al final nos vamos a hacer amigos. No se pueden poner cadenas al artista».
«Amplitud mental»
Mosquera resaltó durante la presentación del certamen esa colaboración de los propietarios, a los que agradeció su «amplitud mental». Lo cierto es que muchos de ellos, aparte de abrirse a las propuesta de los artistas, participaron en el proceso creativo.
Un apoyo sin el cual Cristina Lucas no habría materializado su idea en la Casa de las Campanas: una giganta que, mostrando dotes inusuales de plasticidad, saca el brazo por una ventana del patio. Colosal intervención que simboliza «esas formas de opresión que se disimulan tras el barniz amable del hogar».
Lucas paseaba ayer aliviada por las calles de Córdoba: «Ha sido un reto. No es cualquier colocar una pieza contemporánea en patio milenario, donde además tienes que ser respetuoso con quien allí vive, porque es una estancia privada».
Desafíos ha habido para todos los gustos, como el de Mounira Al Sohl, que en la calle Martín de la Roa reproduce a través de unos megáfonos sermones de las mezquitas de Beirut, para devolverle a Córdoba los sonidos de los alminares. O el de Magdalena Atria, quien ha conseguido integrar en el patio de la calle San Basilio número 50, unos vistosos murales de inspiración orgánica, que trepan entre las flores.
Temas y soportes variados para una exposición que tiene visos de venir para quedarse. Por ello ayer se brindaba en el Círculo de la Amistad, ya en la noche: por otro nuevo argumento para la cultura en Córdoba.

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