Camps acata hoy la orden del líder del PP de apartar a Costa pero planifica su vuelta. Barberá exige a Pumpido pedir perdón por «quitar pruebas exculpatorias»
El líder de la oposición, Mariano Rajoy, evitó ayer hacer declaraciones políticas en presencia de la Familia Real y, a cada pregunta de los periodistas que asistieron a la recepción en el Palacio Real, respondió con un silencio.
Sin embargo, sí que recordó, entre risas, una anécdota de juventud a la que no dejó de sacársele punta en los corrillos de la recepción. Relató Rajoy que le tocó hacer el servicio militar en Valencia y que, cuando los mandos le preguntaron por su profesión para adjudicarle destino, dijo que era registrador de la propiedad y le asignaron al servicio de limpieza del cuartel, sobre todo de una escalera.
Un baño en el Mediterráneo
Preguntado por si ahora tiene previsto darse una vuelta por Valencia, el líder de la oposición, que hizo todos los esfuerzos por evitar una declaración política, sentenció cual oráculo de Delfos: «Todavía se puede uno dar un baño en el Mediterráneo...» y, al tiempo, añadió, «pero no en el Cantábrico».
Estas «bromas» de Rajoy no han gustado en el PP de la Comunidad Valenciana donde la maquinaria orgánica a disposición de Francisco Camps se está movilizando para intentar que el comité ejecutivo regional del PPCV previsto para esta tarde no provoque una ruptura de dimensiones incalculables en el seno del partido.
El orden del día prevé abordar la destitución temporal del secretario general, Ricardo Costa, a petición de la dirección nacional del partido y, en especial, de Mariano Rajoy. La paradoja es que Camps sigue confiando plenamente en la honestidad de Ricardo Costa, pero acatará la orden del líder de la oposición para no dañar más la imagen del partido.
Por eso, Camps se ha reservado una bala en la recámara como es insistir en la temporalidad de la situación que va a vivir Costa y planificar ya su reingreso en la secretaría general del partido en un horizonte que algunas fuentes consultadas sitúan en torno a cuatro meses.
La disciplina de partido le ha generado a Camps una situación incómoda al tener que prescindir de unos de sus principales colaboradores y ha soliviantado a las bases del PPCV que no entienden a estas alturas que se pueda producir un pulso entre Camps y Costa.
Una dimisión salvadora
La clave del futuro más inmediato del partido en la Comunidad la tendrá Costa, quien podría presentar la dimisión para evitar que se abra más el debate interno en una formación en la que lleva más de dos décadas trabajando.
No obstante, es de esperar que sectores críticos con Camps encabezados por el presidente provincial alicantino, José Joaquín Ripoll, hagan uso de la palabra durante el turno de ruegos y preguntas. Ripoll quiere trasladar su queja por lo que entiende como una mala estrategia empleada por el presidente con respecto a la relación del PPCV y el Gobierno valenciano con la operación Gürtel.
A ello, habría que sumar la presencia de Juan Costa, hermano de Ricardo, quien amenaza con tener una durísima intervención contra el presidente de imprevisibles consecuencias. Recordemos que Camps se posicionó a favor de Rajoy cuando Juan Costa se postulaba como su adversario en el último Congreso Nacional del PP en Valencia.
Por ello, el vicepresidente tercero de la Generalitat, Juan Cotino, mano derecha de Camps, insistió ayer en la «honestidad y total dedicación» de Costa y lo lamentable de la situación generada. Intentó de esta forma templar los ánimos.
Rita Barberá, por su parte, cargó contra el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, al que exigió que pida perdón a las personas calumniadas en la «operación Gürtel» y pidió también la dimisión de todos aquellos que han participado en «quitar pruebas exculpatorias» para Camps, Costa y los demás dirigentes del PP valenciano que figuran en el sumario.