El surrealismo de Mallo
«La gran transgresora de la generación del 27». Así califican la figura de Maruja Mallo los organizadores de la retrospectiva que la Casa das Artes de Vigo acogerá hasta el próximo 10 de septiembre y en la que el público podrá admirar la plasmación ... física de la genialidad en los cuadros de la artista.
Considerada la creadora plástica más relevante de la historia del arte gallego y español, «Maruja Mallo», organizada por Caixa Galicia cuenta con 142 piezas que -acompañadas por gravados y bocetos- muestran la evolución pictórica de la lucense desde 1927, fecha de la que data el primer cuadro de la muestra, hasta 1982. Algo más de 50 años de creación en los que entró en contacto con los más grandes de su época. Fotografías y diversas publicaciones estarán también presentes en las salas de exposición, asegurando así un minucioso acercamiento documental a su biografía, para que el visitante pueda recorrer al mismo tiempo la vida y la obra de Maruja Mallo.
Ana María Gómez González es el nombre verdadero que se esconde tras el pseudónimo Maruja Mallo. Una mujer nacida en 1902 en Viveiro, Lugo, que a muy temprana edad se fue con sus padres a Madrid, donde tuvo la oportunidad de estudiar Bellas Artes en la Academia de San Fernando, en la que conoció a otro de los grandes pintores españoles, Salvador Dalí. De la mano de Dalí vendría toda su troupe: destacados miembros de la Generación del 27 marcados por el surrealismo como Buñuel, Lorca, Alberti o Pepe Bello. Pero su contacto directo con este movimiento artístico llegaría en el año 1931, cuando, después de su primera exposición, recibe una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios de Madrid que le permite viajar a París y abordar cara a cara al padre del surrealismo, André Breton. Influenciada por su Manifiesto surrealista, Maruja Mallo sufre un cambio radical en su pintura y realiza una serie tremendista llamada «Cloacas y campanarios», en la que dio protagonismo a tétricos espantapájaros, esqueletos y cloacas. Por ella, Alberti le dedicaría unos versos en los que hace «ascender» a la artista a las profundidades donde, «una luz corrompida» ayudaría a Mallo a «sentir los más bellos excrementos del mundo». Hasta Breton, fascinado, compraría sus cuadros.
Tiempo después volverá a una España en la que la Guerra Civil la obliga a exiliarse en Buenos Aires, donde, a parte de los intelectuales y genios huidos de una Europa dominada por las dictaduras y la guerra, conocerá a destacados personajes de la cultura sudamericana a través de los viajes que realiza con frecuencia a países como Chile, o Uruguay. En ellos, entablará relación con Pablo Neruda o con la fundadora de la revista Sur -pilar fundamental en la unión de la intelectualidad europea con la argentina- y pionera del feminismo en el continente, Victoria Ocampo.
De vuelta a España en 1965, continuará con su labor artística hasta que, en 1995, fallece en Madrid con 93 años, desapareciendo de la faz de la Tierra una pintora con un imaginario propio y una alta calidad estética.
Con la exposición en Vigo,los responsables de la Fundación Caixa Galicia se unen a un movimiento que paulatinamente va recuperando la figura de tan singular artista y que pretende reivindicar su influencia e importantísima aportación a las vanguardias, «injustamente valorada, ensombrecida por su doloroso exilio y, seguramente también, por ser una mujer adelantada a su tiempo», aseguraba ayer en la presentación de la retrospectiva la directora de la fundación. Así pues, aquellos que quieran sumergirse en el mundo de Mallo tienen cuatro meses para acercarse a la Casa das Artes, en la que, distribuidas en diez salas, se encuentran las pinturas más relevantes de la lucense, marcadas por la vanguardia del extinto siglo XX.
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