Actualizado Viernes, 19-06-09 a las 18:33
En una de las citas más celebres de la historia de la política internacional, Roosevelt dijo del dictador nicaragüense Anastasio Somoza «puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta». Y en unas recientes declaraciones, Obama comentó que no había tanta diferencia entre Ahmadineyad y Musaví, los dos principales candidatos presidenciales en las elecciones de Irán. En efecto, y por sistema, todos los candidatos que se presentaban debían ser varones, chiitas y respetar los rígidos «principios de la Revolución Islámica». Y el temido programa nuclear está fuera de sus competencias; gane quien gane las plantas de uranio seguirán funcionando mientras Jameneie lo quiera. No obstante, la preferencia por Musavi en Europa y EE.UU. es muy clara: el candidato de la llamada revolución verde es «su hijo de puta» ¿Por qué?
Reformista independiente moderado que se llama a si mismo “un reformista que regresa a los principios”, Mir Husein Musavi es un veterano político, pintor y arquitecto de 67 años que fue el quinto y último primer ministro de Irán entre 1981 y 1989. Su mandato se recuerda como el de mayor represión interna de la historia de Irán, con numerosos asesinatos, torturas y penas de prisión para los disidentes del régimen y las minorías kurdas y turcomanas.
Sin embargo, tras veinte años apartado de la política, Musavi se presentó como el heredero del "progresista" Jatami y tras él fueron todos sus apoyos: los tres partidos moderados del país (en el exilio), estudiantes, intelectuales y profesionales liberales.

Incluso nuevos (y extraños) compañeros de cama. "El clero está completamente a favor de Musavi. Ahmadineyad se ha estado apoyando en el ejército a lo largo de su mandato y los religiosos han ido paulatinamente perdiendo poder en favor de los militares" explica la iraní Nazanín Amirian, profesora de Ciencias Políticas de la UNED.

Otros que lo defienden son los azeríes, la minoría más importante del país a la que Musavi pertence. "Los azeríes son dueños de la gran mayoría de tiendas y comercios de Teherán. Si se les provoca, pueden declararse en huelga, como hicieron con el Sha, y paralizar por completo la capital" opina Amirian.
La línea maestra de toda su campaña fue la que llamaba a recuperar el honor y prestigio nacionales. Para Musavi, Ahmadineyad ha convertido a la nación persa en una especie de «paria internacional» con sus declaraciones negando el Holocausto o llamando a la desaparición de Israel. Musaví se proponía acabar con la imagen tétrica y extremista que los occidentales tenían de Irán y subirse al carro de la distensión entre Occidente y el Islam que preconiza Obama.
Otras de sus propuestas eran privatizar los medios de comunicación (en especial los sectores de radio y televisión), equilibrar la balanza exterior, y eliminar a la policía religiosa, las temidas milicias Basiyi. También destacó por su compromiso con los derechos de la mujer iraní y prometió que por primera vez en su historia, Irán tendría una ministra.
Precisamente, la aparición de su mujer en campaña, la escritora Zahra Rahnavard, rompió con la tradición de mantener a la esposa del presidente completamente al margen de la vida pública.
Gestos como este movilizaron a los sectores más conservadores, que creían que en caso de ganar, Musavi pondría en peligro la pervivencia de las costumbres y tabués de la Revolución Islámica, alineándose con Occidente y pervirtiendo las esencias de la peculiar democracia teocrática que impera en Irán desde hace 30 años.
Aunque representen a grupos completamente antagónicos de la sociedad iraní, ni por su perfil ni en sus propuestas Musavi y Ahmadineyad parecen muy diferentes. En cambio según afirma la politóloga Nazanín Amirian "el pueblo está empujando a Musavi". "Es un hombre valiente, pero él no esta dispuesto bajo ningún concepto a enfrentarse directamente con los ayatolás. Su principal valedor en las altas esferas es el clérigo chii Rafsanjani, otro hombre del régimen. Y también está el pánico a que se desate una guerra civil, que ni él ni ninguno de sus partidarios desean"

Se den por buenos los comicios o no, el gran vencedor de estas elecciones es la Revolución Islámica. El 80% de participación supone un plus de legitimidad más para un régimen ya enraizado en la sociedad iraní y que si tolera algún cambio, será (como en “El Gatopardo”) para que nada cambie.

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