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Cirujanos catalanes trasplantan un riñón por laparoscopia por primera vez en el mundo

La Fundació Puigvert de Barcelona ha llevado a cabo con éxito el primer trasplante de riñón por vía laparoscópica que se realiza en el mundo. La intervención supone la reducción de la incisión de veinte centímetros que se realiza tradicionalmente hasta sólo siete. La paciente es una enferma de insuficiencia renal crónica que logró recuperarse catorce días después de ser intervenida.

La laparoscopia, que permite una intervención quirúrgica mínimamente invasiva, ya se había utilizado en la extracción de riñones, pero hasta la fecha no en la implantación. Los beneficios de esta técnica incluyen la reducción del traumatismo quirúrgico, la disminución del riesgo de complicaciones de la herida y el hecho de que el dolor postoperatorio es menor y la recuperación más rápida .

La introducción de la cirugía laparoscópica en el mundo de la urología ha sido una "revolución", al permitir colocar instrumentos ópticos de alta resolución dentro de la cavidad abdominal a través de pequeñas incisiones, según ha explicado el coordinador del equipo quirúrgico de trasplante renal de la Fundación, el doctor Antoni Rosales .

Casi cuatro horas

El doctor Rosales ha explicado que "ofrecer una técnica de extracción menos agresiva" conlleva el aumento de las donaciones de personas vivas. La incisión de siete centímetros se practica por debajo del ombligo, mientras que anteriormente se practicaba en un costado.

La primera de las pacientes operadas mediante esta técnica "pionera" fue intervenida hace dos semanas . Presentaba una insuficiencia renal crónica en fase de pre-diálisis y fue dada de alta a los catorce días con un funcionamiento renal normal. Al donante, su marido, se le extrajo el riñón por el mismo método, en un proceso que duró tres horas y 50 minutos aproximadamente, y movilizó a unas quince personas en quirófano.

La intervención quirúrgica es "similar a la extracción de un feto por cesárea", ha descrito Rosales, y se inicia con la desecación de los vasos ilíacos, es decir, la arteria y la vena que van hacia las piernas.

El nuevo riñón se introduce con la mano dentro de la cavidad abdominal preparada previamente, para conseguir un lugar "estable" sobre el que trabajar. A partir de ahí, mediante instrumentos de unos 30 centímetros de longitud y observando una cámara de televisión, se realizan las operaciones oportunas para que el riñón reciba y expulse la sangre. La fase final se completa con la conexión del uréter que debe llevar la orina a la vejiga. El doctor Rosales ha explicado también que la cirugía laparoscópica está evolucionando de forma "rapidísima", y que por tanto estas técnicas irán mejorando en los próximos meses. Hasta el momento los pacientes que se pueden acoger a este tipo de trasplante son únicamente enfermos en fase de pre-diálisis y sin excesiva masa corporal.

La laparoscopia ha permitido la extracción de la vesícula viliar por el esófago y del riñón por la vagina en el caso de las mujeres, por lo que Rosales prevé una "evolución exponencial" que, entre otros aspectos, permitirá trabajar en un futuro con un solo puerto, en vez de los tres actuales, y la introducción de la robótica para automatizar parte del proceso.

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