
El Gobierno del Distrito Federal ordenó ayer el cierre de todos los restaurantes de la capital para evitar la propagación del virus de la influenza porcina, que se ha cobrado oficialmente 152 vidas en todo el país. A estos establecimientos se les permitirá ofrecer el servicio de comida para llevar. También han sido clausurados gimnasios, balnearios, billares, bares, discotecas, cines, teatros, salas de fiestas y centros de convenciones. Los lugares que no se sujeten a la medida serán clausurados y podrían recibir una multa.
Hasta este momento, la regulación de los espacios de ocio y hostelería había estado en manos de los jefes de las dieciséis delegaciones (distritos) en que se divide administrativamente la ciudad. Así, se daba el caso de que todos los restaurantes y bares de Miguel Hidalgo estuvieran cerrados a cal y canto, mientras que permanecían abiertos en Cuauhtémoc.
La medida recibió una inmediata respuesta de los empresarios del gremio, asociados en la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de los Alimentos Condimentados (Canirac): «Ya venimos muy golpeados. Primero, la ley antitabaco del año pasado; después, la crisis económica; y, ahora, nos cierran. Es darle el tiro de gracia a la industria restaurantera en el Distrito Federal», denunció Francisco Mijares, presidente de la entidad.
Mijares indicó que esta medida afectará a 450.000 trabajadores de 35.000 establecimientos, en su mayoría pequeñas empresas. «No podemos estar de acuerdo con esa medida arbitraria. ¿Y los trabajadores? Y la comida perecedera, ¿hay que tirarla?... Tenemos que mantener los frigoríficos funcionando sin tener ingresos, además de las rentas, impuestos... Y, disfrutando de todo esto, los puestos ambulantes en la vía pública, que han sido acogidos cordialmente por el Gobierno del Distrito Federal».
El metro sí funciona
Hosteleros consultados por ABC no entienden que no se permita el acceso a establecimientos que cumplen con todas las medidas sanitarias, mientras los puestos de comida callejera funcionan sin ningún control y permanecen en funcionamiento servicios como el metro, donde se acumulan cientos de miles de personas cada hora.
Según la Secretaria de Desarrollo Económico local, la crisis sanitaria le está suponiendo unas pérdidas de 40 millones de euros diarios al sector servicios. Pero el presidente de la confederación de empresarios (Coparmex) capitalina, Juan de Dios Barba, duplicó esa cifra y pronosticó el fin de muchas pequeñas empresas y un aumento de la tasa de desempleo. El PIB nacional para 2009 podría caer entre 0,5 y 1,5 por ciento más de lo previsto (estimado en -3 por ciento) a consecuencia de la epidemia.
Por otro lado, y aunque los «chilangos» acostumbran a responder con responsabilidad y calma a las crisis que les afectan con frecuencia (contingencias ambientales, terremotos como el de anteayer...), en la noche del lunes se produjeron las primeras compras nerviosas en varios supermercados de la capital, después de que circulara el rumor de que también iban a ser clausurados. Ante esas circunstancias, la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (Antad) emitió un comunicado pidiendo evitar «compras de pánico que afecten a la economía de los hogares». La asociación, que agrupa a más de 17.000 tiendas, aseguró que éstas permanecerán abiertas en los horarios habituales mientras no exista otra disposición de las autoridades.

