Submarinos «a pedales» para la droga
A. DE VENGOECHEA Uno de los sumergibles capturados por la marina colombiana, aún en tierra, en los manglares en que son construidos
Lunes, 27-04-09
Primero fueron lanchas ultrarrápidas, de esas que parecen gaviotas volando sobre el mar. Livianas, veloces, amplias. Los narcotraficantes colombianos sacaron con ellas, en los noventa, más del 90% de la cocaína que produce este país andino.
Pero se perfeccionaron los radares y se volvieron detectables. Así, las mafias se inspiraron en Julio Verne y construyeron semisumergibles, poco más que submarinos «a pedales»: naves de construcción artesanal con capacidad para transportar 14 toneladas de coca. Burlan los radares -navegan sumergidos en sus tres cuartas partes-, no precisan tripulación cualificada ni numerosa -sólo cuatro personas-, no cuestan más de un millón de dólares... Son el «camello» submarino.
«Los pintan además de color verde mar. Y cuando capturamos uno, los marinos tiran la droga y se hacen los náufragos. No hay forma de juzgarlos», decía a este diario el capitán de la Marina Mario Rodríguez, tras mostrar unas cifras elocuentes. El año pasado fueron capturados 14 semisumergibles, y en lo que va de 2009 han sido cazados seis de estos artilugios, que disponen de una pequeña cabina y de dos tubos para respirar.
Rutas establecidas
Los semisumergibles tienen sus rutas entre la costa Pacífica de Colombia y varios puntos establecidos en Centroamérica y México. A sus tripulantes no les importa poner en riesgo a otros buques, ni jugarse la vida en navegaciones nocturnas y clandestinas, sin luces de posición ni reglas que valgan. Cada «marinero» gana por travesía de 25.000 a 30.000 dólares, una fortuna en Colombia, donde el salario mínimo es de 250 dólares.
En alta mar, unas lanchas recogen la mercancía y la dejan en tierra. Para Mario Rodríguez no hay duda de que el «modus operandi» se perfecciona. En 2006, por ejemplo, fue descubierto un semisumergible en las costas de Vigo (España). «Aunque antes se capturaba a dos de tanto en tanto, en los últimos dos años ha sido una ráfaga», explicaba en Bogotá un oficial de la Embajada de EE.UU. «Los semisumergibles son el transporte elegido por los traficantes de droga», agregó. Las autoridades colombianas calculan ahora que el 70% de la cocaína se va por estos medios. Los traficantes lo tienen fácil.
A 20 kilómetros por hora
Construidos en fibra de vidrio en improvisados astilleros en los manglares de las costas colombianas, los semisumergibles de la droga llevan motores de entre 200 y 300 caballos, lo que les permite navegar a 20 kilómetros por hora. Y transportan una mercancía tan valiosa como el oro. Según estimaciones oficiales, un kilo de cocaína vale en la costa colombiana unos 1.800 dólares. Puesto en las costas de Estados Unidos, alcanza los 35.000 dólares; y una vez en la calle su valor supera 120.000 dólares.
«Cuando zarpan van con un 30% de la droga. El resto lo cargan en alta mar», explica el capitán Rodríguez tras contar cómo son por dentro. No hay retrete, hacen sus necesidades sobre cubierta: Llevan comida no perecedera y mantas para los ocho días que suele durar su travesía. «Una condiciones muy pobres y extremas que compensan invirtiendo en sistemas GPS, que se valen de una red de 24 satélites puestos en órbita por el propio Departamento de Defensa de los Estados Unidos».
Teniendo en cuenta que sólo el 25% de los semisumergibles han sido detectados, está claro que estos aparatos evolucionarán aún más, navegarán más lejos y la droga no dejará de llegar al consumidor.

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