Racionalista de la fantasía

No pasará a la historia de la literatura como un gran autor, pero tampoco como un mal autor simplemente porque los libros de Michael Crichton no pertenecen exactamente a la literatura sino más bien a ese ámbito que está entre la literatura, el cine, el periodismo, nuestro deseo de información y nuestra necesidad de diversión. A diferencia de otros autores de best sellers, cuyo único objetivo es el entretenimiento, Crichton da la impresión de ser una persona que tiene cosas importantes que decir. Es bien conocido por sus críticas feroces al ecologismo, que él interpreta como un rebrotar del pensamiento religioso, y afirma que necesitamos un ecologismo que sea puramente científico y exento de elementos religiosos. Los fumadores pasivos, afirma Crichton, no sufren ningún daño. El DDT no es un producto cancerígeno. El ecologismo ha sido responsable de la muerte de hasta 30 millones de personas desde los años 70. Todos estos datos pueden resultar casi sensacionalistas. Lo curioso es que Crichton es un apasionado defensor de la lucidez y del racionalismo, un luchador infatigable contra el fundamentalismo religioso en todas sus facetas y también contra el alarmismo tremendista a que parecen tan afectos los políticos norteamericanos y también parte de los medios de comunicación.

Un adolescente le preguntó en una rueda de prensa cuáles eran sus autores favoritos. Explica que apenas lee literatura porque dedica todo su tiempo a investigar los temas que le preocupan. Por ejemplo, intentar encontrar las bases psicológicas del deseo que parecen sentir los seres humanos de decirles a otros lo que tienen que hacer. Cuando leemos sus conferencias o escuchamos sus entrevistas nos sentimos en presencia de un intelectual serio que siente un interés apasionado y muy bien informado por el mundo que vivimos. Es una lástima que no supiera, o no deseara, cristalizar esas preocupaciones en obras literarias más sólidas.