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Muere el escritor Michael Crichton, el Midas de los media

Michael Crichton, durante su estancia en Barcelona en 2005

Licenciado en Antropología por Harvard, brillantísimo estudiante de medicina en la misma y prestigiosa universidad, escritor con seudónimo para pagarse los caros estudios, cineasta (dirigió a Sean Connery en «El gran robo del tren»), creador de «Urgencias», una de las series de televisión más importantes de los últimos años (actualmente, en su decimoquinta temporada y en fase terminal)... Y, sobre todo, contador de atractivas historias con el trasfondo de la ciencia ficción, los peligros de la tecnología, la avaricia humana y el poder.

Michael Crichton nació en Chicago, la ciudad de moda, el 23 de octubre de 1942, se crió en Long Island y murió en Los Ángeles el 4 de noviembre de 2008, el Gran Día de Obama. De cáncer. Aunque la familia no ha especificado más sobre la enfermedad, sí ha dicho, en la página web del escritor, que no se esperaban una muerte inminente. «Será muy añorado por aquellos que le conocieron. Deja tras de sí los grandes dones de la sed por el conocimiento, el deseo de comprender y la sabiduría para usar nuestras mentes con el fin de mejorar el mundo», rezaba el comunicado familiar.

Prolífico y precoz, a los catorce años ya escribía y vendía artículos a la sección de viajes (terrenales) de «The New York Times». Mientras estaba en la escuela de medicina de Harvard empezó a escribir novelas alimenticias, ganándose la vida, la matrícula y el alojamiento con el placer culpable de la escritura y sus vastos conocimientos científicos.

Cuando hacía un trabajo de posdoctorado en el Instituto Salk para Estudios Biológicos de La Jolla (California) publicó, ya con su nombre y no con el seudónimo de John Lange, «La amenaza de Andrómeda» (1969), cuyo protagonista era un mortal virus extraterrestre. Un thriller tecnológico que sería la marca de la casa y que le convirtió en uno de los más exitosos novelistas de Estados Unidos.

Pero sería a partir de que Steven Spielberg adaptara su novela de 1990 «Parque Jurásico» al cine cuando se convirtió en una figura mundialmente reconocida. Tras la muerte de Chrichton, el director de «Tiburón» ha declarado que «su talento fue mayor que sus dinosaurios» y que no habrá otro como él: «Fue un alma suave, que supo reservar su lado extravagante para las novelas. No hay nadie a la vista que pueda alguna vez ocupar su lugar».

150 millones de libros vendidos

Prueba de la fama que Spielberg ayudó a cimentar fue que en el año 2002 se encontró un nuevo fósil de un dinosaurio al que se llamó «Crichtonsaurus bohlini», en homenaje al autor, que ha vendido más de 150 millones de libros traducidos a treinta y seis idiomas y es el único que tuvo, al mismo tiempo, el libro número uno en la lista de los más vendidos, la película más taquillera y la serie de televisión con mayores índices de audiencia

Además de «Parque Jurásico» tiene más obras, obviamente. Entre otras, «El hombre terminal», «Congo», «Esfera» o «Acoso». De su trabajo se ha elogiado la habilidad para hacer accesible la información tecnológica, enganchando al lector, su prosa sencilla y la construcción de personajes. En el otro extremo, se le han criticado las precedibles tramas (las de «Acoso» y las de «Parque Jurásico»). Y la simpleza de los personajes (hay gente para criticar o elogiar lo mismo).

En 2001 vendió los derechos de publicación de dos novelas a la editorial HarperCollins después de permanecer treinta años con Knopf. Las condiciones del contrato no fueron reveladas, pero HarperCollins pudo haber pagado más de 30 millones de dólares por publicar las dos obras en Estados Unidos y los demás países de habla inglesa.

Antes de Aznar y Sarah Palin, Michael Crichton ya era escéptico acerca del calentamiento global del planeta. En su novela de 2004 «Estado de miedo» lo cuestiona. En 2005 incluso llegó a testificar en un comité del Senado y visitó al presidente Bush para discutir el asunto. Sus opiniones políticas le han enfrentado con otros autores como Susan Faludi, así como con Al Gore y el periodista Michael Crowley, que acabó retratado como pederasta en «Next», la última novela del escritor de Chicago. Surgió la idea cuando asistía a una conferencia en Los Ángeles sobre las futuras repercusiones legales de la genética.

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