Cuatro años después de aquella explosión de libertad que sacó a los egipcios a la calle, los ciudadanos siguen muriendo a manos de la represión. Al menos quince personas han fallecido sólo este domingo, según el Ministerio de Sanidad. A esta lista hay que sumar la de la activista Shaima al Sabbagh, líder de la Alianza Popular Socialista y que murió el sábado, según la policía, por un disparo al aire. Falleció en brazos de su marido. Intentaba depositar flores, en los alrededores de la plaza Tahir, tomada por la policía. Tenía 32 años. Los heridos se cuentan por decenas, hay, al menos, treinta. Los desafíos al Gobierno, que ha prohibido cualquier protesta, en señal de luto por la muerte del rey Abdalá de Arabia Saudí, se suceden por todo el país. Las protestas ha sido promovidas, en parte, por los Hermanos Musulmanes, arrojados del poder, que habían conquistado democráticamente antes el golpe de estado de Al Sisi, pero también por la falta de expectativas. Egipto vive una grave crisis económica y sufre la deriva cada vez más autoritaria del Ejecutivo.