El nido de Dalí en Cadaqués y otras nueve casas de grandes pintores
Vista exterior de uno de los espacios de la Fundación Gala-Salvador Dalí en Portlligat (Cadaqués) - efe

El nido de Dalí en Cadaqués y otras nueve casas de grandes pintores

Sus casas natales o los estudios donde crearon sus obras más famosas. Una ruta por la trastienda de los grandes pintores

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Sus casas natales o los estudios donde crearon sus obras más famosas. Una ruta por la trastienda de los grandes pintores

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  1. Salvador Dalí, Cadaqués

    Vista exterior de uno de los espacios de la Fundación Gala-Salvador Dalí en Portlligat (Cadaqués)
    Vista exterior de uno de los espacios de la Fundación Gala-Salvador Dalí en Portlligat (Cadaqués) - efe

    Como todo artista de su tiempo, el pintor necesita de un entorno adecuado para dar rienda suelta a su creatividad. Esas pinceladas llevadas al lienzo que con el tiempo serían parte capital de un movimiento artístico necesitan de inspiración para materializarse. Viajar y conocer lugares distintos es uno de los recursos más empleados por los pintores, pero establecer una residencia que invite al desarrollo de sus habilidades también es esencial.

    Las guías de viaje suelen incluir, entre las atracciones más relevantes para el turista, casas de artistas de relevancia. En este reportaje, vamos a dar un paseo por algunos de estos inmuebles, localizados en las más variadas ciudades. El punto en común de todas estas viviendas es que su arquitectura, decoración o anexos son un reflejo casi exacto de la personalidad del pintor que las habitó.

    El universo surrealista que construyó Dalí se respira en cada rincón de la casa que habitó el de Figueras con su esposa Gala en Portlligat, un pequeño pueblo perteneciente al municipio de Cadaqués (Gerona). El pintor vivió en esta casa tras su paso por Estados Unidos y hasta la hasta la muerte de Gala. Así, en el año 1982 se trasladó al castillo de Púbol, falleciendo apenas 7 años después en su ciudad natal.

    Si quieres visitar esta casa-museo y que un enorme oso disecado, muestra de la pasión del genio por la taxidermia, te de la bienvenida, es necesario reservar. A través de la página web de la Fundación Gala-Salvador Dalí resulta muy sencillo: solo hay que elegir el día, la hora, el número de visitantes, pagar las entradas y recogerlas el día elegido hasta 30 minutos antes de la hora de la visita. No te pierdas la piscina exterior, salpicada de carteles de neumáticos Pirelli y en la que la pareja celebró fiestas épicas.

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  2. Claude Monet, Giverny, París

    Jardín de Claude Monet, en Giverny
    Jardín de Claude Monet, en Giverny - Esther Westerveld

    Giverny, un pueblo francés a 70 km de París, fue el elegido por uno de los iconos del impresionismo para fijar su residencia en 1883. Monet quedó prendado del entorno y se aplicó a fondo en la reforma de la casa y de los jardines que la rodeaban. Las ventanas verdes rodeadas de hiedra son uno de los elementos más característicos de esta villa, aunque el símbolo más reconocible y fotografiado por los turistas es el puente japonés que el pintor inmortalizaría en uno de sus cuadros.

    Formar parte de un escenario de ensueño y encontrar los nenúfares que tantas veces llevó al lienzo este artista son experiencias inolvidables. Gracias a la Fundación Claude Monet, la propiedad fue acondicionada de nuevo para recibir visitantes entre finales de marzo y primeros de noviembre. Disfrutar de la mansión de los jardines es un placer para los sentidos que solo cuesta 9,5 euros, y se puede realizar todos los días de 9:30 a 18 horas.

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  3. Francisco de Goya, Fuendetodos, Zaragoza

    Aunque Goya pasó los últimos años de su vida en Burdeos, sus raíces están en la población aragonesa de Fuendetodos. La casa pertenecía a un tío del pintor, que pasó aquí sus primeros seis años de vida antes de irse con su familia a Zaragoza. De corte rústico, fue restaurada por última vez en 1985, aunque fue declarada Monumento Histórico Nacional tres años antes.

    Visitar el lugar donde nació uno de los pintores españoles con más talento es posible por tan solo tres euros. El horario es de 11 a 14 horas y de 16 a 19 horas, mientras que la casa permanece abierta al público de martes a domingo. Lo que más atrae a todos los que se acercan a este inmueble es su carácter rural, ya que no faltan elementos como la cuadra y la piedra. Además, la casa se ha decorado con piezas de mobiliario de la época, sin perder el estilo austero y humilde.

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  4. Wassily Kandinsky, Murnau, Alemania

    La Russenhaus (la casa rusa) fue el apodo que los lugareños dieron a esta villa en la preciosa ciudad alemana Murnau. El pintor ruso pasó largas temporadas en ella junto a su amante, la también pintora, Gabriele Münter. La historia de esta vivienda es agridulce. La pareja la compró en 1908 y fue el centro neurálgico del Neue Künstlervereinigung (Nueva Asociación de Artistas), que años más tarde mutaría en otra corriente más conocida: Der Blaue Reiter  (El jinete azul).

    La Primera Guerra Mundial obliga a la pareja a separarse, y mientras Kandinsky vuelve a su patria, obtiene el divorcio y se casa de nuevo, Münter cae en una gran depresión tras enterarse. La pintora guardó en el sótano de esta casa muchas obras que durante la Segunda Guerra Mundial habrían sido destruidas por el régimen nazi. Para conocerla por dentro, hay que ir de martes a sábado entre las 2 y las 5 de la tarde y pagar 2,5 euros.

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  5. Pablo Ruiz Picasso, Málaga

    FRANCIS SILVA

    Otra casa natal famosa en España es la del malagueño Pablo Ruiz Picasso. Situada en el antiguo número 36 de la Plaza de la Merced, este reconocible esquinazo es, desde 1988, la sede de la fundación que lleva el nombre del pintor. Picasso pasó los primeros diez años de su vida en esta casa, antes de que la familia se mudase a La Coruña y, posteriormente, a Barcelona. La ciudad andaluza fue testigo de sus primeras obras, aunque el grueso tiene factura francesa.

    El museo Casa Natal de Picasso en Málaga supone una visita obligada para todos los admiradores del pintor. Además de celebrar exposiciones y conferencias entre sus muros, posee un centro de documentación sobre el artista de gran valor. La mejor forma de no perderse nada es sacar un ticket combinado por tres euros que permite ver el museo, a la exposición temporal y la sala de exposiciones. El domingo es gratuito.

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  6. Edward Hopper, Nueva York

    El estudio de donde salieron los cuadros más reconocibles de Hopper estaba ubicado en el número 3 de Washington Square North. El pintor residió en esta casa desde 1913 hasta su muerte y hoy es posible visitarla con cita previa. Por otro lado, también es posible acercarse a la casa natal del artista, ubicada en Nyack, en el 81 de North Broadway, que desde 1971 es un centro de arte sin ánimo de lucro.

    Para conocer la casa donde nació y creció este pintor, es posible acudir a verla de martes a domingo de 12 de la mañana a 5 de la tarde por 8 dólares, aunque los jueves es gratis entre las doce y la una. Un delicioso estilo clásico inunda toda la vivienda, siendo especialmente reseñable la repisa de la chimenea y las molduras de yeso, además del suelo de madera, realizado con tablas anchas.

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  7. Frank Von Stuck, Múnich

    Uno de los maestros del ya citado Kandisky fue este bávaro que cultivó, además del noble arte de la pintura, los de la escultura, el grabado y la arquitectura. Gracias a este último, fue capaz de erigir una de las casas-museo más sorprendentes del mundo. La riqueza de las estancias de la Villa Stuck está en que el artista se encargó hasta del más mínimo detalle, incluyendo los acabados interiores y el mobiliario, que fue premiado en la Feria Mundial de París de 1900.

    Las características que definen al Jugendstil alemán (el Art Noveau francés o nuestro Modernismo) se reconocen en cada rincón, tanto de la parte privada como del atelier. Al mismo tiempo, se tiene la oportunidad de admirar obras simbolistas del antiguo habitante de la casa como «El beso de la esfinge» o «El pecado». Se puede acceder a la casa entera, incluidas las salas históricas, por 9 euros. Está abierta de martes a domingo de 11 a 18 horas, pero el primer viernes de cada mes su horario se amplía hasta las 22 horas, siendo gratuito durante estas cuatro horas.

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  8. Joaquín Sorolla, Madrid

    Aunque en Madrid hay infinidad de museos con colecciones de prestigio, el Museo Sorolla tiene un encanto especial. Se trata de una casa construida entre 1910 y 1911 a la que se trasladó el pintor valenciano con su familia a finales de ese mismo año. Dentro de sus muros, Sorolla ubicó su taller, compuesto por tres estudios. Su conversión en museo es fruto del deseo de la viuda del pintor, que en su testamento donó todos sus bienes al Estado.

    La parte más evocadora es el jardín, donde el artista aprovechaba el buen tiempo para pintar al aire libre. Más allá de la obra de Sorolla, aquellos que se decidan a visitar esta vivienda podrán contemplar la gran colección de esculturas y objetos de cerámica que atesoró el pintor. Está abierto todos los días excepto los lunes y la entrada tiene un coste de 3 euros. En determinados festivos es gratuito, además de los sábados de 14 a 20 horas.

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  9. Paul Gaugin, Atuona, Islas Marquesas

    El color de los cuadros que Gauguin pintó en la Polinesia poseen un brillo excepcional. Tras varias idas y venidas entre Tahití y París, en los últimos años de su vida el francés se instaló de forma permanente en Atuona, en la isla de Hiva-Oa, pertenenciente a Las Marquesas. Es en este paraíso donde descansan sus restos mortales, además de un museo donde se exponen reproducciones de su obra y una reconstrucción de la Mansion du jouir (Casa del placer), el hogar donde vivió.

    El signo más característico de la casa de Gauguin en Atuona son los paneles de madera esculpida de la fachada que realizó el propio artista. En estas placas talladas hay escritas dos inscripciones que encierran la filosofía de uno de los pintores más influyentes de todos los tiempos: Soyez amoureuses et vous serez heureuses (Encuentra el amor y encontrarás la felicidad) y Soyez mystérieuses (Se misterioso). También existe un centro de artesanía.

  10. Roy Lichtenstein, Nueva York

    En el Greenwich Village neoyorkino, Lichtenstein ubicó una de sus residencias más emblemáticas en los años 80. Hoy es la sede de la fundación que lleva su nombre. Restaurado hace relativamente poco, este edificio era en su origen un garage y una metalistería. Uno de los puntos fuertes del estudio de este pintor es el original sistema de caballete integrado en la pared, gracias al cual el pintor podía alumbrar lienzos de diferente tamaño.

    La presencia de claraboyas es la responsable de inundar de luz natural las estancias de esta vivienda ubicada en el 745 de Washington Street. También llama la atención la azotea y el jardín. En la web de la Fundación Lichtenstein es posible mantenerse al tanto de las exhibiciones que tienen lugar dentro de los muros que fueron testigo de algunas de las obras más importantes del estilo pop.

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