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Diez secretos bien guardados en la plaza de San Pedro

Explorar y «sentir» a fondo la plaza del Pescador de Galilea es el mejor modo de prepararse a una entrada serena en el mayor templo del planeta

JUAN VICENTE BOO

Explorar y «sentir» a fondo la plaza del Pescador de Galilea es el mejor modo de prepararse a una entrada serena en el mayor templo del planeta

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La Plaza de San Pedro en Navidad

La primero, explorar la plaza

La única gran plaza en el mundo que abraza calurosamente a quienes la visitan está llena de secretos . Muchos pasan sin descubrirlos, porque se apresuran demasiado para entrar en la basílica de San Pedro , que «tira» del viajero como un imán. Esa precipitación es un error. Explorar y «sentir» a fondo la plaza del Pescador de Galilea –que ahora tiene incluso gaviotas- es el mejor modo de prepararse a una entrada serena en el mayor templo del planeta para descubrir con calma sus tesoros.

La plaza de San Pedro merece casi una mañana . Después, comida temprana y ligera en alguna «trattoría» del Borgo Pío. El mejor momento para entrar en la basílica es en torno a las dos de la tarde, pues no hay cola para pasar los detectores de metales ni para tomar el ascensor hacia la cúpula. Y se puede admirar «La Piedad» de Miguel Ángel sin recibir codazos.

Pero antes hay que explorar la plaza. Quien sepa descubrir sus secretos, sabrá encontrar, después, los diez secretos de la basílica, los de las Grutas Vaticanas, los de la cúpula, los de los Jardines y los de los Museos Vaticanos.

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Vía della Conciliazione

La «entrada de Bernini», mejor que la de Mussolini

Quien quiera experimentar el efecto que proyectó Bernini no debe entrar en la plaza por la Vía della Conciliazione sino que debe acercarse discretamente por la Vía dei Corridori , siguiendo el muro del pasadizo de fuga de los Papas hacia Castel Sant’Ángelo en casos de ataque militar.

De ese modo el viajero se acerca a la plaza y la basílica sin llegar a verlas hasta que se cruza un frondoso bosque de altísimas columnas de travertino. En ese momento aparece, como una epifanía, todo el esplendor y el efectismo del barroco. Es el efecto que buscaba Gian Lorenzo Bernini cuando levantó la columnata en el siglo XVII, pero que desapareció en el siglo XX cuando Mussolini abrió la Vía della Conciliazione , que es también un modo espectacular de acercarse a pie hasta San Pedro. Pero sólo después de haber experimentado la “entrada de Bernini”.

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Apartamento papal

El apartamento del Papa

Muchas personas han visto el balcón al que se asoma cada domingo, pero casi nadie conoce la distribución del apartamento del Papa. El último balcón de la derecha corresponde a su dormitorio. El segundo balcón , desde donde reza el Ángelus, es el de su estudio privado y, para asomarse, el Papa tiene que subirse a una tarima, de modo que puedan verle los fieles desde una plaza en la que caben holgadamente 75.000 personas, a las que se añaden 25.000 más en la plaza de Pio XII, enlace con la Vía della Conciliazione.

El tercer balcón desde la derecha es el de su secretario, Georg Gaenswein. El cuarto es de un salón , y los tres siguientes corresponden a su biblioteca , donde recibe las visitas oficiales. Tanto el Papa como su secretario suelen trabajar después de cenar, a veces hasta bastante tarde. Benedicto XVI es ecologista y ahorrador. Apaga la luz del estudio o del dormitorio cada vez que pasa de una habitación a otra.

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Panorámica de la Plaza de San Pedro

El calendario solar y su zodiaco

El obelisco egipcio del centro de la plaza , traído desde Heliópolis (Cairo) por el emperador Calígula en el año 39, es un gran reloj de sol y también un calendario solar . Para saber el día y el mes basta mirar en el pavimento de adoquines la raya blanca de mármol que va hacia el norte, en dirección al apartamento papal. Como el obelisco tiene 25 metros de altura, su sombra se alarga mucho en verano y se acorta en invierno. A lo largo de la raya blanca están escritos, en círculos de mármol blanco, los signos del zodiaco y las fechas en que la sombra pasa, a mediodía, justo sobre esa marca en dos fechas cada año. Por ejemplo: «Aries, 21 Mar – Libra, 23 Sep». Este obelisco de 350 toneladas adornaba la «espina» del hipódromo de Nerón hasta que Sixto V lo trasladó unos doscientos metros hasta su emplazamiento actual en 1586. La operación llevó cuatro meses y fue una proeza técnica en aquellas fechas.

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Columnata de Bernini

El punto focal de la columnata

Justo a un paso de los signos del zodiaco Aries-Libra hay otro disco similar de mármol, situado entre los adoquines negros de basalto. Muestra la inscripción «Centro del colonnato» . La columnata de Bernini –adornada con 140 estatuas- está formada por cuatro círculos concéntricos de 284 columnas y 88 pilares . El conjunto tienden a aparecer como un muro pétreo, muy alto y continuo. Sin embargo, desde ese punto, las columnas se alinean y el muro de piedra se vuelve transparente. Se puede ver, de repente, una pequeña iglesia escondida al otro lado, y un curioso portón de color verde…

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Entrada a la plaza de San Pedro por la Vía dei Corridori

La puerta del papa español en 1492

Antes de que existiese la columnata, esa puerta era la entrada de la plaza . Sobre el arco campea el escudo de Alejandro VI , nacido en Játiva (Valencia) como Rodrigo de Borja y posteriormente italianizado como «Borgia». La inscripción lleva su nombre y una fecha significativa: «Alexander PP VI Anno MCCCCLXXXXII». Era el año del descubrimiento de América, al que seguiría, bajo ese Papa en 1494, el tratado de Tordesillas: España y Portugal se repartían a medias nada menos que el mundo entero.

Alejandro VI conservó los gustos españoles . Hasta tal punto que en 1502 organizó una gran corrida de toros…en la plaza de San Pedro.

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El panorama desde el obelisco de Heliópolis

El lado oeste del obelisco egipcio es el mejor lugar para contemplar un conjunto monumental único en el mundo. Desde ahí se ve muy bien el abrazo de la columnata de Bernini y los dos «brazos» -el de Carlomagno a la izquierda y el de Constantino a la derecha- que la prolongan hasta la fachada de la basílica.

En algún momento se nota que las personas que pasan ante las columnas y puertas de la basílica son asombrosamente pequeñas. El visitante descubre que el templo, en realidad, está muy lejos. Y que las columnas son altísimas , pero como todo es tan proporcionado no se había dado cuenta de las dimensiones. La fachada de Carlo Maderno y la cúpula de Miguel Ángel cobran su verdadero tamaño, todavía más grandioso de lo que parecía.

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Esta pequeña chimenea es la clave en el anuncio del nuevo Papa

La chimenea de la Capilla Sixtina

Entre la enorme basílica y los edificios contiguos, la Capilla Sixtina asoma con dificultad tan sólo una parte triangular de su tejado. Pero ahí se instala una sencilla chimenea metálica que es la más vista del mundo cada vez que los cardenales electores se encierran «cum clave», bajo llave, para elegir al Papa . Las televisiones de todo el planeta apuntan a un humilde tubo cilíndrico para intentar distinguir la «fumata bianca» de la «fumata nera» cuando se queman las papeletas de cada escrutinio. Con frecuencia resulta una fumata grisácea, difícil de interpretar. Por eso, desde el último cónclave, la señal segura de que ha sido elegido un nuevo Papa es que suenen a voleo las campanas de San Pedro .

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Cúpula de la basílica de San Pedro

Los «puntitos» sobre la cúpula de San Pedro

Al cabo de un rato de admirar la cúpula de Miguel Ángel, el viajero descubre que, en la parte superior, hay unos puntos minúsculos que se mueven de vez en cuando. Efectivamente, son personas . Han llegado hasta allí siguiendo un itinerario fascinante que comienza con una subida en ascensor y continúa con un paseo sobre el techo pavimentado de la basílica.

Después se accede al interior de la cúpula, adornada de espléndidos mosaicos. Sólo desde ahí, a vista de pájaro, se percibe lo pequeño que es, allá abajo, el baldaquino de Bernini, y lo minúsculas que resultan las personas que caminan por la basílica. La subida hasta el mirador se realiza entre las dos cúpulas , de modo que se camina cada vez más inclinado, como emparedado, hasta llegar a una escalera de caracol. En ese momento, la vista más espectacular de Roma está ya casi al alcance de la mano…

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Una placa marca el sitio donde Juan Pablo II fue disparado

El lugar del atentado a Juan Pablo II

El gran Papa del siglo XX estuvo a punto de morir en el tercer año de pontificado bajo los disparos de un asesino a sueldo, el pistolero turco Alí Agca. Sucedió durante una audiencia general de los miércoles -que entonces se tenían por la tarde-, cuando el Jeep blanco descubierto pasaba cerca de la esquina que forman la columnata norte y el brazo de Constantino.

El lugar está marcado en el suelo , entre los adoquines, con una pequeña placa cuadrada de mármol blanco. Lleva tan sólo el escudo de Juan Pablo II y una fecha escrita en latín: «XIII V MCMLXXXI». En 1981, el mundo atravesaba la Guerra Fría, y el Papa polaco llevaba tres años minando los cimientos del régimen comunista de Polonia. Por eso las primeras sospechas recayeron en Bulgaria o en Moscú, descartando la “pista turca”. Pero la realidad es que ni siquiera Alí Agca conoce la mano que movió los hilos del atentado.

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Mosaico de la Virgen

La última imagen, que completa la plaza

El gran conjunto religioso-monumental iniciado por el emperador Constantino en el año 324 no fue terminado hasta un milenio y medio después, cuando Juan Pablo II bendijo el mosaico de Santa María «Mater Ecclesia» que preside la plaza de San Pedro desde lo alto del edificio situado entre la basílica y el Palacio Apostólico.

En la primavera de 1980, un universitario madrileño que participaba en el congreso UNIV hizo notar al Papa que entre las 162 estatuas de santos que pueden contarse en la Plaza de San Pedro, no había ninguna de la Virgen. Juan Pablo II le escuchó pensativo, y respondió: «Bien, bien. Entonces, habrá que completar la plaza…» . El estudiante se lo contó a don Álvaro del Portillo, sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei, y el prelado español ofreció inmediatamente una solución al Papa.

El mosaico reproduce la imagen más antigua de la Virgen que hay dentro de la basílica de San Pedro. Mientras se realizaba, tuvo lugar el atentado contra el Papa. Por eso, Juan Pablo II consideró esa imagen como una especie de exvoto por haber sobrevivido. En la base del mosaico, que bendijo el 8 de diciembre de 1981, figura su escudo, con la gran «M» y su lema mariano: «Totus Tuus».

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