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Destinos / CÓMO DISFRUTAR EN SOLITARIO DE LA PLAYA MÁS PUNTERA Y DE POSTAL DE LA ISLAS PHI PHI

La puerta trasera de Maya Beach

La primera sensación al volar de Bangkok a Phuket es de decepción: demasiado turística y masificada. Tenía en la memoria mi reciente estancia en Camboya y la huella de los camboyanos aún estaba fresca en mi ánimo. Supongo que este contraste tuvo algo que ver en mi desencanto. Personalmente tenía interés en conocer las islas Phi Phi, al sur de Tailandia. La manera más fácil y económica era volando precisamente a Phuket. Para los amantes de los resorts y todo incluido, es el lugar indicado. Para nosotros, mochileros, no nos aporta nada; de hecho únicamente dormíamos y durante el día hacíamos excursiones a las islas.

Día 08/10/2012 - 10.08h

Para llegar a las Phi Phi hay que coger una especie de ferry. En temporada alta, como es lógico, los precios se disparan. Los billetes los venden en casi todos los sitios, el mercado está en todos lados y en ninguno. En nuestro caso negociamos con una agencia, por llamarla de alguna manera, ya que consistía en una mujer que tenía un carrito. Sin más. Aún así, en el rótulo manual ponía Agencia Martina (el nombre de la dueña y única empleada, por cierto muy simpática).

Existen dos tipos de billetes, uno que incluye el trayecto Phuket-Ko Phi Phi Don, la única habitada de todas las islas, y otro que añade una extensión para visitar Ko Phi Phi Lee, allí se encuentra está Maya beach, donde se rodó la famosa película 'La playa' de Leonardo di Caprio. La diferencia entre los precios de los billetes es considerable, así que negociamos y sacamos a mitad de precio el primer billete. Siempre hay que negociar en Tailandia. Ya nos buscaríamos la vida para llegar a Maya beach...

Cuando llegamos a Ko Phi Phi Don tocaba volver a negociar. Esto nunca para. Dicho y hecho: preguntamos a casi todos los oriundos del lugar, los precios eran carísimos. Decidimos apartarnos de la llamemos 'zona turística' y recorrimos la vera del mar donde había pescadores con sus barcas, por cierto muy originales, hechas de madera y muy arcaicas. Al principio nos pidieron bastante dinero para llegar a 'La playa', pero nunca hay que desistir y menos si se negocia con tailandeses. Finalmente lo conseguimos a un buen precio.

La travesía hasta la playa no pudo ser más auténtica. En esa barca cuyo motor se arrancaba con ayuda de un palo, fuimos saltando entre las olas. Parecíamos a merced del mar; sin embargo la barca aguantaba, ¡por fin algo de aventura! El pescador se reía, por supuesto no le entendíamos nada, así que optamos por la mímica...

Una vez que llegamos a nuestro destino, nos tiramos al agua. Maravillosa sensación. Con la ayuda de una cuerda nos las agenciamos para llegar hasta la entrada de Maya beach, ya que la barca no se podía acercar más. Cuestión de logística del turismo. La aventura prometía... y para colmo se nos olvidó la cámara de fotos, vuelta atrás con cuerda incluida. La entrada a Maya Beach es impresionante, parece que estás en la selva y el único ruido que se escucha es el de los pájaros y algún que otro animal...

Avanzamos por un sendero que nos condujo directamente a la playa y nunca mejor dicho, la película hace honor a su nombre. Las vistas son espectaculares, con los acantilados de fondo que rodean el agua verde y cristalina de la playa. La tonalidad se queda incrustada en la memoria, es imperecedera la sensación.

En ese momento había mucha gente y algún ferry fondeado en el mar. Se trataba de los turistas que habían optado por el famoso 'segundo billete', el que el incluía la visita a la playa. No es por ponernos la medalla, pero era mucho peor opción, ya que su acceso era directamente a la arena y no por la parte trasera de la isla, como hicimos nosotros. Se perdían lo mejor, la antesala del sendero en la selva.

Desgraciadamente estos ferrys anulan el maravilloso paisaje de la playa, incluso hay lanchas motoras que fondean casi en la misma orilla. En fin, ya sabemos que el dinero es el dinero... Para más inri, las personas que venían en el dichoso ferry solamente tenían 40 minutos para disfrutar de un paraje tan incomparable. Las agencias tratan de optimizar los traslados al máximo, me parece vergonzoso, sin comentarios. A nosotros, nuestro querido pescador nos había dado carta libre...

Debido a la escasez de tiempo y que no tenían cámara de fotos (menos mal que nosotros tuvimos los reflejos de volver por ella, eran fotos de postal) un grupo de amigas me pidió que les tirase una. Creo que a día de hoy (me lo siguen agradeciendo) es el mejor regalo que le han hecho en su vida cuando se las mandé por correo electrónico. Seguro que nunca imaginaron que lo haría. Ya sabemos que en los viajes se conoce a mucha gente de distintos países, se prometen cosas y muchas veces no se cumplen, la mayoría. No es mi caso.

La gente se fue en sus respectivos ferrys y milagrosamente nos quedamos solos en la isla. ¡Grande! El espectáculo visual fue incomparable, ahora sí que la película hacía honor a su nombre... la aventura no defraudó en absoluto. A veces hay que saber arriesgar para ganar. Nos despedimos de La Playa y acudimos al encuentro con nuestro pescador, la cuerda y tal...

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