Siempre Viña Mayor
Este crianza de la Ribera del Duero es un vino «facilón» porque está bueno, intrínsecamente bueno
Unas anchoas, pan con tomate, un poco de jamón, un poquito de cecina y carne después, titulado chuletón. Por supuesto, un par de copas de vino, del crianza de Viña Mayor. Comida con Víctor, que me hace de Teresa la presentación. Su mano derecha, que ella además de serlo la mueve, cuando coge la copa de vino, a discreción. Y no debiera ser así más que en alguna ocasión. Viña Mayor, decíamos, y no les apasiona que cuente que es un vino facilón. Me parece que es una gran definición. Lo es porque está bueno, intrínsecamente bueno, y juega con ventaja en cualquier carta de vinos de cualquier restaurante de Madrid, a los que les seduce subir los precios de forma hasta disparatada. Y cuando eso sucede, casi siempre, siempre queda Viña Mayor. Una elaboración cuidada, buena uva aunque pudiera ser mejor, sabroso y fino en esta ocasión. Además de acompañante cuidadoso, que se cuela de forma educada en cualquier conversación. El crianza de Viña Mayor, en su edición 2010, sirve de solaz. Es pura diversión. Servido, catado y bebido en el restaurante Esbardos, que aunque no se excede con los precios, tampoco sirve de excepción. Buen sitio para disfrutar de su comida con un Viña Mayor.
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