Los viajeros que quieran descansar sus oídos de tanto concierto de claxon imprescindible en las ciudades de Kerala tienen en Vagamon el destino apropiado: rodeado de plantaciones de aromático té y de lagos, los paseos por el techo amable de esta esquinita de India son toda una delicia. Los lugareños y muchas excursiones de colegios echan las tardes caminando con copiosas meriendas que sirven de excusa para las más acaloradas conversaciones. Acaloradas cuando toca política y no menos subidas de temperatura si se trata de una pareja de novios que andan de picnic.
El de Vagamon es un paisaje sin pretensiones: ni es el más verde ni el más escarpado, ni tampoco el más salvaje, pero destila pureza. Es lo que es y eso basta. Un recorrido por las granjas en cuyas praderas se cultiva cardamomo, mango o pimienta desestresa al más apurado. Sin hablar del ashram de calidad que se esconde en el pico más alto de la región... Un gran escondite para los amantes de la contemplación. ;
Ni que decir tiene que el recuerdo más solicitado y aplaudido si uno se deja caer por Vagamon es el té oriundo del lugar. El viajero que ame las pequeñas cosas difícilmente saldrá decepcionado de un escenario donde confluye todo lo bueno de la vida en el campo. Es el universo de lo pequeño. Resulta bastante habitual tropezarse con religiosos cristianos por la zona, ya que Vagamon encierra el monasterio de Kurisumala, un punto neurálgico para la peregrinación de los fieles. Otro más en Kerala. ;
Vagamon se encuentra al oriente del estado, en concreto a 39 kilómetros de Thodupuzha, 33 de Palai y sobre unos 65 si se viene de Kottayam. Suele pasar inadvertido para el gran público por la grandeza del vecino lago Thekkady, habitual residencia de los tigres. Pero claro, eso pasa si uno forma parte del gran público.
