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Volcán Agung

Los misterios que rodean la furia del volcán de Bali

Desde tiempos prehistóricos, el pueblo balinés ha manifestado temor y respeto hacia el volcán Agung

Turistas toman fotos del volcán Monte Agung que arroja ceniza volcánica caliente, visto desde el templo de Lempuyang EFE/Made Nagi

FRANCISCO LÓPEZ-SEIVANE

En tiempos prehistóricos, un monolito de piedra en la falda del poderoso Agung ya anunciaba el temor y el respeto al volcán del pueblo balinés. En el siglo VIII un sacerdote venido de Java levantó el primer templo hindú junto al monolito pagano, estableciendo elaboradas ceremonias religiosas para calmar la furia del Agung.

Desde entonces, Besakih , que así se llama el complejo, no ha parado de crecer y cuenta hoy con 22 puras, o templos , que se extienden varios kilómetros sobe la feraz ladera sur del Augung. Es un terreno inclinado en cuya parte más alta el llamado Pura Batu Madeg ( Templo de la Piedra Solitaria ), una vieja estructura de terrazas alredor de un piedra que se cree es el monolito primitivo, sugiere un culto megalítico.

Dos vecinos observan el volcán Monte Agung arrojando ceniza volcánica caliente, visto desde Datah EFE/Made Nagi

A lo largo del complejo (prepárense para subir escaleras si lo visitan), los puras elevan al cielo los múltiples tejados negros de sus esbeltas pagodas , a los que sólo los fieles tienen acceso para celebrar alguna ceremonia. Pura es un término sánscrito que se refiere a lo que hay dentro de un recinto amurallado. En Bali, los templos, igual que las casas, son recintos cerrados, cuya concepción está basada en la peculiar cosmogonía del hinduismo balinés , un verso suelto, una festiva y colorida resultante del sincretismo entre el hinduismo de Java, ya bastante alejado del original, y el paganismo imperante en la isla. Por lo demás, nada hay en este magnífico lugar sagrado , que atrae todos los años a más de 250.000 turistas, que recuerde las espléndidas apsaras y otras fantasías de piedra de los templos hindúes.

Entre las múltiples ceremonias religiosas que se estilan en Bali, las hay que se celebran todos los años, pero las más importantes tienen lugar en ciclos largos de cuatro y veinticinco años, respectivamente. Incluso hay una, Eka Dasa Rudra , la más sagrada de todas, que se convoca cada cien años para purificar la isla y a todos sus moradores, mantener la armonía social y, sobre todo, apaciguar al espíritu del Agung.

Desde el siglo XVI sólo se había celebrado dos veces, así que los líderes religiosos decidieron convocar tamaño acontecimiento en 1963. Sólo unos días después de que millones de devotos se congregaran en Besakih, el volcán comenzó a rugir y, días más tarde, vomitó ríos de lava que causaron más de mil víctimas y grandes pérdidas a lo largo de un año, siendo la erupción más grande y devastadora que ha sufrido Indonesia en el siglo XX. Algunos opinan que la convocatoria del Eka Dasa fue inoportuna y los dioses castigaron el desatino; otros, en cambio, sostienen que la ceremonia salvó a la isla de una desgracia mayor, ya que la fuerte corriente de energía espiritual liberada en Besakih durante la masiva celebración había empujado la lava en dirección al mar, salvando al templo y a todos los fieles.

El volcán Agung visto desde el templo de Besakih

A Besakih acuden hoy muchísimos más turistas que devotos , pero el templo se mantiene primoroso, las ceremonias individuales tienen lugar cada día en distintos altares y la calma del Agung hacía presagiar hasta hace poco que el volcán estaba complacido. Aunque era una visita que nadie debía perderse cuando viajaba a la Isla de los dioses , ahora nadie se atreve a acercarse a esa amenazadora megachimene a en que se ha convertido el volcán, otra vez furioso con la isla sin que nadie acierte a saber por qué. ¿Será por que el turismo masivo que padece/disfruta Bali últimamente le ha privado de su inocencia?

Un aldeano reza en su casa de Besakih (Bali) REUTERS

Ya han sido evacuados más de 100.000 personas en Lombok , la isla contigua a Bali. Quizá a algunos les resulte sorprendente, pero está tan próxima, que si los vientos corren en esa dirección las cenizas lloverán sin remedio sobre sus verdes arrozales. Ya ocurrió en 1963. No todo el mundo sabe que ambas islas, tan próximas, pertenecen, sin embargo a mundos distintos. De hecho, la famosa línea Wallace corre entre ambas separando dos masas continentales, la euroasiática, a la que pertenece Bali y la australiana, de la que forma parte Lombok. Como consecuencia, la flora, la fauna, los minerales y la geología son totalmente distintas en ambas ínsulas, como lo es también la antropología y las religiones dominantes, hindú florido, en la una; e islam, en la otra. En Lombok también hay un volcán dormido, el Rinjani, que tiene un lago de aguas esmeralda en su cráter y es muy visitado por los turistas. Ambos volcanes, el Rinjani y el Agung, se miran en la distancia y cualquiera que ascienda a su cima verá nítidamente el otro en la distancia, aunque sólo en días claros.

Los balineses creen que el monte Agung es una réplica del monte Meru , el eje central del universo. Una leyenda sostiene que la montaña es un fragmento de Meru, traído a Bali por los primeros hindúes (no se especifica cómo). Así que el volcán tiene un significado metafísico que va mucho más allá del fenómeno geológico que tanto asusta en estos días. Es de esperar que las innumerable ceremonias que, sin duda, se están celebrando estos días en Bali para calmar la furia del Agung sean escuchadas y pronto puedan volver los turistas a disfrutar de sus magníficas playas, templos y arrozales. No dejen esta vez de pasarse por el Besakih y admirar sus veintidós puras especialmente erigidas para bajar la fiebre del Agung.

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