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Por qué Tenerife es una isla perfecta para el turismo activo

Desde los barrancos a los senderos, desde la bici al mar (en la superficie o en el fondo), esta es una isla que nunca defrauda a los fans del deporte o a los que quieren unir vacaciones con turismo activo

Tenerife es una isla que invita a caminar en rutas más fáciles, junto al mar, o más exigentes, cerca del Teide

MAR RAMÍREZ

Nunca se está demasiado cerca de un volcán cuando se recorre una isla llena de armonía como Tenerife . Los viajeros para los que el deporte en contacto con la naturaleza forma parte de su tiempo de ocio tienen en la mayor de las islas Canarias no solo un destino con buen tiempo en el Atlántico, sino una propuesta de aventuras felices.

Desde el nivel del mar a la montaña más alta del territorio español, la cumbre del Teide , de la frondosidad del norte húmedo a la calidez del sur, la isla de Tenerife es una meca para aventureros y amantes del contacto con la naturaleza y el aire libre. La bondad de su clima lo hace posible durante todo el año y la singularidad de sus paisajes, como la enorme caldera del Parque Nacional del Teide, garantizan experiencias inolvidables.

Buceo en aguas cercanas a Tenerife

Baste con poner un pie en un sendero tinerfeño para sentir las ganas de conocer los 1.500 kilómetros de itinerarios que recorren su geografía ofreciendo panoramas únicos entre los que será imposible elegir solo un favorito. Los más imponentes, los que recorren sus 43 espacios naturales protegidos, y el más variado, el gran sendero europeo GR 131 que atraviesa la isla de norte a sur.

Caminar sobre el mar en Tenerife también es posible, bien sea navegando a vela o en kayak . Tal vez manteniendo el equilibrio sobre una tabla de windsurf, stand up paddle o un kite surf . Pero al agua literalmente habrá que irse para penetrar en los secretos del profundo azul del Atlántico, ya que la isla tiene nada menos que sesenta puntos de inmersión para aventurarse entre rocas y arrecifes volcánicos que esconden una rica diversidad submarina.

Y si los rincones más secretos de la isla despiertan las ganas de aventura, en la Cueva del Viento espera una aventura espeleológica en otra dimensión, la de un tubo volcánico lleno de misterio.

En bicicleta de montaña

En bici por el parque rural de Anaga

Es imposible sentir que la isla tiene fin cuando se recorren en mountain bike algunos de los itinerarios que a lo largo de 200 kilómetros atraviesan su zona más alta, la Corona Forestal . Una red de caminos que además cuenta con servicios de apoyo como transporte y aparcamientos acondicionados para vivir la aventura cómodamente.

Los aficionados al ciclismo tienen en la red de carreteras de la isla un paraíso con diferentes grados de dificultad que se mide con su relieve volcánico hasta los 2.000 metros de altitud. Y si quiere sentir que el fin del mundo está al alcance de su mano, aventúrese a volar en parapente desde alguna de las seis zonas acondicionadas para el despegue. Favorecen una perspectiva única de una isla llena de contrastes tanto paisajísticos como culturales presididos por el inconfundible perfil cónico del Teide, volcán entre los más bellos del mundo que proyecta su sombra sobre el océano.

Con los pies de nuevo en la tierra y para seguir con la emoción a flor de piel, los barrancos tinerfeños son una cita ineludible. Recorrer su verdor o sus paisajes minerales a pie o practicar el deporte del barranquismo permite descubrir los rincones más abruptos de la isla. Experiencias intensas que conducen hasta espacios naturales espectaculares, como el barranco de Masca , donde vivieron los guanches.

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