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Semana Santa

Valladolid: Pasión por el arte

Tallas de Juan de Juni o de Gregorio Fernández desfilan por las calles de la ciudad en una Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional

Procesion de la Hermandad Universitaria del Cristo de la Luz F. BLANCO

Capital de la tapa y de la Corte, cuna y morada de los más ilustres, testigo de hitos históricos y en Semana Santa, un auténtico museo al aire libre. La ciudad de Valladolid se transforma durante los días de Pasión, cuando el centro y sus barios derivan en salas de exposiciones en movimiento con las obras de grandes imagineros . Además, el tráfico y el ruido se esfuman y dejan paso al silencio, las puertas de la iglesias y conventos se abren de par en par, y al girar una esquina sorprende el olor a incienso y el sonido del redoble y la corneta. Y también el del paso firme del cofrade.

La Semana Santa -declarada de Interés Turístico Internacional- arranca el Viernes de Dolores a orillas del Pisuerga y finaliza el Domingo de Resurrección, diez días en los que cerca de 13.000 cofrades salen a la calle en una sucesión de procesiones marcadas por el fervor, la tradición y la sobriedad y en las que sobresalen los grandes pasos que bailan sobre el asfalto y que los firman escultores de la talla de Juan de Juni o Gregorio Fernández. Durante el resto del año una buena representación de ese arte duerme en el Museo Nacional de Escultura.

Una de las imprescindibles, sobre todo para los más pequeños y para los que siguen teniendo un niño en su interior, es la de La Borriquilla. Cada Domingo de Ramos, la ciudad se inunda de palmas que acompañan al que es el único paso de cartón piedra de la Semana Santa vallisoletana.

Camino del Calvario

Procesión del Santísimo Rosario del Dolor, de Gregorio Fernández HERAS

La Pasión sigue el lunes con el Rosario del Dolor. Y el martes llega uno de los momentos más emotivos, con el Encuentro entre la Virgen de las Angustias y el Cristo camino del Calvario, que concentra cada año a cuantos fieles caben en la plaza, frente a la fachada renacentista del Palacio de Santa Cruz.

El miércoles, el Vía Crucis de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno recorre las catorce estaciones de penitencia portando dos tallas del siglo XVII y abre paso a la jornada del Jueves Santo , la más intensa de la Pasión de Valladolid. A lo largo del día, hasta entrada la madrugada, múltiples desfiles se suceden en la ciudad y llegan a confluir en algunos puntos en escasos metros cuadrados. Por la mañana es recomendable contemplar la salida de la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz que traslada hasta la Catedral a ritmo de coro y dulzaina una magnífica talla de Cristo crucificado. Ya por la tarde se suceden las procesiones de Penitencia y Caridad, de la Sagrada Cena, de la Virgen de la Amargura, de Oración y Sacrificio, una oportunidad para presenciar también de noche la bella estampa que dejan los pasos entrando a la seo inacabada de Juan de Herrera. También recomendable, en esta enigmática noche o en cualquiera de las demás jornadas, acercarse a presenciar la recogida de los pasos en sus templos, y ver, por ejemplo al Cristo recogerse a ritmo de la marcha Real; o a una Virgen, al del himno nacional.

De un vistazo

Procesión General, el Viernes Santo, en Valladolid

No menos especial es el Viernes Santo . El concepto tradicional de procesión se rompe por la mañana, cuando a primera hora en torno a una decena de cofrades se suben a lomos de sus caballos para ir pregonando por la ciudad que a mediodía tendrá lugar el Sermón de las Siete Palabras en una Plaza Mayor que siempre está abarrotada. Y por la tarde, es la oportunidad idónea para disfrutar de un vistazo de ese museo andante que atesora la ciudad. La Procesión General arranca a las siete de la tarde con todas las cofradías de la ciudad, que llevan con ellas más de treinta pasos que narran la Pasión de Cristo.

El Domingo de Resurrección pone fin a la Semana Santa en Valladolid tras diez días intensos en los que para no perder fuerzas siempre está a mano la amplia oferta hostelera de una ciudad con gran tradición de pinchos, reconocida también por platos como el lechazo y por sus reputados vinos. Hasta cinco denominaciones de origen bañan su provincia, con algunos de los caldos más afamados a nivel mundial.

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