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Destinos / RECORREMOS 1.500 KILÓMETROS POR LA AUSTRALIA PROPIA DE LOS ABORÍGENES

El Territorio del Norte está al sur

País de contrastes, riqueza natural, estado primario, carácter salvaje, cobijador, contrario y lejano, común y especial, exótico y autóctono. Australia es un país con el corazón partido entre el Reino Unido y EEUU, gracias a un sentimiento de identidad colonial británica y de agradecimiento a los Estados Unidos por la defensa de sus territorios contra los japonenses tras la dura misiva en Pearl Harbour, razón por la que puedes encontrar en cualquiera de sus once desiertos a un oriundo vestido de cowboy americano celebrando el día de la Reina de Inglaterra.

Día 08/10/2012 - 10.14h

En este vasto país se encuentra uno de los accidentes geográficos más curiosos y atrayentes del planeta, en el cual nos vamos centrar. Territorio del Norte, el Outback: aquí aparece el desierto de Tanami.

Este inmenso desierto ocupa las dimensiones del Estado Amazonas y no fue explorado al cien por cien hasta bien entrado el siglo XX. Se trata de la superficie que cobija la piedra roja, el Uluru, imagen inspiradora de fotógrafos y pintores de todo el mundo. Estas tierras del norte se pueden recorrer por muchos métodos, aunque sin duda el más envidiable es el que cubre al menos diez días de travesía en 4x4. El recorrido ideal es de sur a norte; para ello podemos adquirir nuestro vehículo en el propio aeropuerto de Ayers Rock, centrado en la inmensidad de la nada. El primer lugar hacia donde nos dirigimos es el Uluru, la famosa piedra, un inapropiado monolito camaleónico de 338 metros de altura y nueve kilómetros de contorno, colocado en una superficie plana sin motivo aparente. Entre sus cambios de color según la posición del sol la paleta más pintoresca es cuando adquiere ese característico rojizo del atardecer. Los impresionistas habrían disfrutado de lo lindo con este paisaje lumínico tan cambiante...

Continuamos nuestra ruta por el Outback hacia Kings Canyon, atravesando las Olgas (Kata Tjuta en idioma aborigen: significa 'muchas cabezas'), el lugar cuyos antepasados indígenas visitaron hace 20.000 años. Es éste un enclave con un significado espiritual único para los aborígenes. Resulta fácil cruzarte con montones de ellos conforme te acercas. Recordemos que hay 400 tribus diferentes en el país, este territorio en concreto es refugio habitual de los Anangu: presentan una fisonomía curiosa, una tez del color de su tierra, rojizo y oscuro, dando sentido a su origen etimológico (originario del suelo en el que vive), reservados y tímidos, pero sobre todo muy pobres y apartados.

El recorrido, aún por carretera, conduce hasta Alice Springs, lugar insólito propio de un western, lleno de aborígenes y algunos restaurantes de carne de canguro, cocodrilo y emu (un tipo de avestruz). Esta parada técnica nos ayuda a provisionarnos de alimentos y carburante para comenzar la verdadera aventura de 1.500 Kilómetros hasta Darwin, la capital del Territorio del Norte.

Atravesamos ríos, recorremos extrañas formaciones rocosas y seguimos las huellas de los 4x4 que van por delante en terrenos infinitos de arena. En ningún momento se abandona la sensación de estar explorando algo nuevo para el hombre, a pesar de cruzarte en ocasiones con otros aventureros que regresan o van en tu dirección, lo cual ayuda en las tomas de decisiones a la hora de acampar o de cambiar de ruta. Fijamos Katrinne, en el Parque de Mitmiluk, como última parada antes de llegar a la meta. Durante el viaje compruebas cómo los asentamientos indígenas siguen vigentes en reservas exclusivas donde está prohibido el paso para el hombre blanco y donde se siguen aplicando sus leyes, hasta el punto que se corre el riesgo de recibir una multa del estado australiano y paralelamente otra aplicada por la Ley Aborigen, en caso de que la curiosidad traicione tus inquietudes.

El paisaje ha ido refrescándose con cada vez más ríos y acantilados, que se prestan a ser visitados en canoas. A medida que subimos, el color del horizonte empieza a ser más verde y húmedo, casi selvático en determinadas rutas, hasta llegar nuestro destino final. Allí podemos devolver con un vaporoso dolor el vehículo que a tantos sitios nos ha ayudado a llegar y con el que nos hemos aventurado en una experiencia inolvidable. Una vez en Darwin, la capital septentrional, su aeropuerto ofrece multitud de conexiones, pudiendo volar a cualquier ciudad de Australia o bien del sudeste asiático si queremos cambiar completamente de registro. Antes, una buena ducha por favor.

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