Viaje al interior de un avión de la II Guerra Mundial hundido en aguas turcas

Nos estamos refiriendo –como ya habrán adivinado los más duchos en el arte del inmersión- a un avión de pasajeros Douglas DC3 que, en julio de 2009, fue hundido en la costa otomana para servir de atracción a los submarinistas que, habitualmente, se sumergen en la zona.

Concretamente, este aeroplano fue enviado al fondo del mar hace cinco años después de haber pasado décadas en el servicio militar turco. Por ello, y a pesar de que hoy en día yace bajo las aguas, de él no se puede contar la historia de que fue derribado en un combate heroico.

Su vida fue bastante más tranquila, pues fue donado al centro de buceo local después de ser jubilado y para evitar que fuera desensamblado. La empresa, por su parte, aceptó este regalo de parte de la Fuerza Aérea de Turquía y lo hundió para que hiciera las veces de arrecife artificial para los aficionados al buceo.

A día de hoy, este monstruo de 12 toneladas se encuentra casi intacto, aunque –como no podía ser de otra forma- comido por el óxido. Sus motores, sus alas… todos los elementos siguen impecables, esperando a que los buceadores acudan a visitar el lugar.

A su vez, la puerta que da acceso al interior no ha sido soldada, por lo que es posible entrar y disfrutar de los diferentes instrumentos que se encuentran en la cabina . Es la misma que usaron decenas de pilotos durante casi 80 años y la misma que fue empleada en la Segunda Guerra Mundial.

Para encontrar la historia de este avión es necesario viajar en el tiempo hasta 1935, año en que nació como un nuevo aeroplano de uso civil en Estados Unidos caracterizado por el gran espacio que ofrecía a sus pasajeros. No obstante, con la llegada de la guerra fue necesario reconvertir sus miles de unidades en transportes de tropas.

En su momento, más de 10.000 fueron construidos y, de hecho, muchos todavía siguen en vuelo en Sudamérica y África. Usualmente, este aeroplano no solía llevar armas, alcanzaba una velocidad de 360 kilómetros por hora y podía cargar hasta con 40 pasajeros.

Este aeroplano no es la única atracción para buceadores que se puede hallar en el mundo, De hecho, el pasado junio cuatro buques de la Armada portuguesa fueron hundidos con el objetivo de crear un parque temático para sumbmarinistas. Lo mismo sucedió en Gerona (en 1989) con el Bores (un barco de 40 m de eslora) y en Tarragona. En esta última región, la Societat d'Exploracions Submarines de Tarragona (SES) ha creado una zona subacuática en las inmediaciones del Puerto que cuenta con todo tipo de embarcanciones.