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Las mejores rutas para recorrer el mundo en moto

El español Fabián Barrio ha recorrido 63 países después de haber dejado su anterior vida en la que era una «máquina de producir dinero» para hacer lo que realmente le apasiona. «Tienes que elegir una fecha para cambiar tu vida y hacerlo», asegura

Las mejores rutas para recorrer el mundo en moto abc

j. g. stegmann

Fabián Barrio es un hombre sencillo. Su historia de vida es intensa, diferente, memorable y sobre todo, envidiable. Vive arriba de una moto recorriendo el mundo y no duda un segundo en admitir que es feliz por haber encontrado su lugar en el mundo «aunque sea itinerante». Fabián se dedica a viajar, a hacer kilómetros y más kilómetros, y a descubrir.

Fabián pasa desapercibido. No hay en su rostro ni en su cuerpo «heridas de guerra» de ningún viaje. La emoción y la relevancia de la historia está en su relato, en su memoria y no en el exterior.

Y aunque haya dormido en las peores condiciones y en «camas en las que parecía que el día anterior había muerto alguien», no es de los que se siente incómodo si está en un hotel cinco estrellas, lleno de esos lujos de los que escapó cuando emprendió el viaje. Un viaje que le hizo perder muchos prejuicios. «Lamento informar que la realidad del mundo es mas dócil, sencilla y tranquila de lo que los medios cuentan...al lado de una bomba hay una señora vendiendo pipas».

Fabián se desploma, muy relejado, en el sofá de la cafetería de un hotel de lujo de Madrid y empieza a contar. Tal vez no se sienta extraño allí porque Fabián es, ante todo, versátil, se adapta a todo. Y quizás por ello ha podido recorrer 63 países arriba de una moto sin ser aficionado a las dos ruedas y sin apenas conocimientos sobre las mismas.

«La moto te acerca a la gente»

«Cogí una moto por primera vez en la época de Gallardón, cuando la M30 se convirtió en un caos. Vi a un tipo haciendo «S» con la moto y me compré una scooter. Estuve seis meses con ansiedad porque me parecía que estaba muy expuesto pero al final se convirtió en una ventaja: la moto te permite vivir mucho más intensamente la lluvia, el viento, el sol...te zarandea, te abrasa, te quema, está presente el asfalto y además, te acerca mucho más a las personas y a sus historias», cuenta ya entrando en su relato de viajes.

«Mercenario sin pasión»

Fabián trabajaba en una empresa de internet con la que ganó mucho dinero. Era una empresa próspera pero algo le indicaba que no estaba en su sitio ni haciendo las cosas bien. «Me decía a mí mismo que tenía que cambiar de vida por ser un mercenario trabajando sin pasión, era una maquina de hacer dinero y sentía que estaba desperdiciando mi vida, viviendo la vida de otro. La vida es breve y malgastar el material tan frágil y tan escaso que tenemos que es el tiempo me parecía absurdo», cuenta sin dubitar.

Así, un día tomó la decisión «mirando al techo de casa» y empezó a comprar mapas, trazarlos y proyectar viajes. Cuenta que aún su padre tiene problemas gastrointestinales cada vez que parte.

Siempre en verano

Al partir en 2010 en su odisea de dos años, Fabián no eligió una ruta concreta sino que eligió en función de la «pluviosidad de los países». «Quería intentar pasar por cada sitio cuando hiciera buen tiempo y me di cuenta que era factible estar siempre en verano cambiando de hemisferio. Así planifiqué un viaje de cuatro veranos».

Fabián salió de Europa para seguir los vestigios de la Segunda Guerra Mundial: Alemania, República Checa...bajó a Los Balcanes, siguió por la costa dálmata y se adentró en Turquía y de ahí en barco hasta Ucrania para seguir luego por Rusia, Kazajistán, Kirguistán...siguiendo la huella de la URSS. Luego China, Pakistán, India, Nepal donde no pudo seguir por tierra. También se topó con problemas en Tibet o Myanmar donde está prohibido el acceso a extranjeros. Llegó a Bangkok y de ahí hizo el círculo de Indochina por Laos, Camboya, Tailandia. Descendió por Malasia, Indonesia hasta Darwin. Bajó hasta el sur, hasta Australia y voló a Argentina. Allí llegó y bajó hasta el fin del mundo: Ushuaia. Subió, alternando entre Chile y Argentina y fue subiendo: Perú, Ecuador, Colombia, Panamá hasta llegar a México. Dio la vuelta, pasó por Brasil y luego saltó al continente africano: Namibia, Suazilandia, Botsuana, Mozambique, Sudán hasta las fuentes del Nilo. Posteriormente Israel, Italia y dos años y 17 días más tarde, Madrid.

200 kilómetros al día

Fabián se ha embebido de todo lo que ha vivido de forma lenta y reposada. Hacía solo 200 kilómetros al día porque «saborear el mundo de esa forma es muy sano y próximo» y nunca recorriendo de noche por una promesa que le hizo a su abuela.

Fabián tenía una rutina: no madrugar mucho para poder estar solo y meditar y luego enfrentarse con más fuerza a la vorágine del viaje que reconoce que «satura mucho», después llegar a la ciudad de destino y buscar alojamiento «siempre pensiones y con gente que me pueda asesorar, nunca cadenas de hoteles» y allí, hacer fotos y comer en cantinas, en lugares populares. Así se enfrentó a las mayores delicias y a los peores platos imaginables: «he comido serpiente, las palmas de pato son repugnantes porque tienes que comerte la membrana de en medio. Aunque lo más asqueroso fue un arroz con carne en un sitio entre Kenia y Etiopía: en ese plato había pulmón, ano, teta, labio de bicho, una cosa asquerosa...pero tienes que probar de todo», asegura convencido.

Dice que el contacto con la gente le ha permitido muchas cosas: «Desde recorrer un coche tuneado con rusos, dormir en casas de paquistaníes, asistir a una boda en Nepal, aprender cómo se adiestra a un gallo de pelea en Colombia...», un sinfín de historias para las que el idioma no es barrera. «He charlado una hora con un kazajo, él hablando su idioma y yo hablando en español», asegura.

Tailandia y Perú

Y pese a que tanto han visto sus ojos asegura que puede quedarse con algunos países favoritos: Tailandia, «por su equilibrio idóneo entre la aventura y la seguridad, además de su cultura, paisaje, gastronomia y naturaleza», en América se queda con Perú, «porque puedes obtener cosas muy placenteras por poco dinero. La comida es increíble, la gente es estupenda, tiene mucha biodiversidad, desde el desierto de Atacama a la selva...».

El drama de los niños con sida

Con África, de donde escoge la isla Zanzíbar por sus playas paradisíacas, ha tenido una relación particular. «Vi la miseria en Botsuana. Acababa de llegar a África y había estado en Sudáfrica que es un país con racismo aún a flor de piel pero el país funciona, es casi europeo. En Namibia, pese a ser un gran desierto tiene villas de vacaciones alemanas y la capital es serena y pequeña. Pero llegué a Botsuana, que es caro y me metí en un supermercado para comer. Se me acercaron unos niños y pensé que iban a pedirme dinero como sucede siempre. Terminé de comer arroz con pollo y me pidieron los huesos para roerlos...Supe que esos eran niños con sida de un orfanto cercano. Sabía que el país tenía un 45% de infectados, es una cifra que no se puede concebir y estás ahí y lo ves y la realidad te golpea asegura».

Las rutas

Dice que volvería a visitar todos los países, incluso en los que ha sentido miedo (como Managua) o los que le han gustado menos porque de todos se aprende. Preguntado sobre su decisión, Fabián es sencillo, como su relato, como sus palabras, como su ser pero cargados de contundencia. «La envidia es relativa, si realmente quieres hacerlo, tienes que elegir una fecha para cambiar tu vida y hacerlo», asegura.

De todas las rutas que ha recorrido, ya que su viaje por el mundo no es el único en moto que ha hecho (ha dedicado uno en exclusiva a Estados Unidos y otro a Japón), Fabián recomienda en su libro «Las Mejores rutas por el mundo en moto»v (Anaya, 2014)

1-Costa Dálmata:

Está cerca y todos aspiran a hacerla y es donde empiezas a vivir la aventura de Europa: el cruce de este continente y Asia está muy latente ya que empiezan las primeras mezquitas, los sabores exóticos, etc.

2-Anillos del Indostán:

Incuye todo India, y no solo «el triángulo de oro: Delhi, Jaipur y Agra». También otras ciudades como Púshkar, Hampi o Amritsar así como la Costa de Malabar...todo el caleidospio indio.

3- Círculo de Indochina: Por Tailandia, por países interesantes como Laos, aún oprimida por el comunismo, Camboya que está devastada y que intenta recuperarse de un periodo difícil....

4-Panamericana Sur:

Es una carretera que va de Bariloche (Argentina) a las Líneas de Nazca en Perú...Se cruzan desiertos, los Andes, paisajes impresionantes como el Valle de la Luna o el desierto de Atacama.

5-Ruta 66

Está en el colectivo imaginario, desde Steinbeck hasta los Simpsons pasando por miles de canciones aunque, a su juico, está relegada a una minoría a los que les gustan las cantinas sucias y viejas los locales de souvenirs apolillados y las grandes extensiones vacías...«No es tan emocionante como la pintan...», zanja.

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