Ciudades Patrimonio de la Humanidad: trece joyas de España
Imagen de Ávila desde Los Cuatro Postes

Ciudades Patrimonio de la Humanidad: trece joyas de España

Pistas para seguir la historia española en treces cascos urbanos excelentemente conservados

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Pistas para seguir la historia española en treces cascos urbanos excelentemente conservados

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  1. Ávila, tras las huellas de Santa Teresa

    Imagen de Ávila desde Los Cuatro Postes
    Imagen de Ávila desde Los Cuatro Postes

    Esta «ciudad de santos y piedras», como la llama la Unesco en su listado del Patrimonio de la Humanidad, es célebre ante todo por su magnífica muralla medieval, la mejor conservada de toda España. Esta sigue confiriendo un carácter muy especial a la ciudad, haciéndola resguardada y serena. Tan particular ambiente sin duda tuvo influencia en el desarrollo del inmenso talento de algunos de sus habitantes, como el músico renacentista Tomás Luis de Victoria, San Juan de la Cruz y, ante todo, Santa Teresa de Jesús.

    La santa es un símbolo de Ávila casi tan visible como las murallas, ya que su presencia impregna toda la ciudad. Ahora que se empieza a preparar el quinto centenario de su nacimiento (que se celebrará en 2015), es un buen momento para emprender la ruta de la Ávila Teresiana. Estos días (hasta el 14 de diciembre) también podemos seguir los pasos en estas tierras de Isabel la Católica en las visitas guiadas «Ávila Isabelina».

    Por otra parte, las miradas al pasado no quieren decir que Ávila no siga avanzando, como lo demuestra la reciente apertura en el palacio renacentista de los Superunda de un nuevo museo que albergará la obra del pintor italiano -pero residente durante años en Ávila- Guido Caprotti.

  2. Cáceres, los muros de muchas culturas

    Fundada por los romanos, Cáceres tuvo gran importancia en época medieval como escenario de las luchas fronterizas entre moros y cristianos, que dejaron abundantes huellas en la ciudad. Sobre los restos de las fortificaciones romanas levantaron los musulmanes treinta torres defensivas, como recuerda la Unesco: la del Bujaco, la Desmochada, la de los Pozos... Tras la Reconquista, dentro de los muros se empezaron a construir las viviendas de las familias nobles, con casas y palacios compitiendo entre sí en grandeza y decoración, algo que no hizo más que acentuarse cuando los conquistadores regresaron de Américadispuestos a mostrar las riquezas adquiridas.

    Por ello, en Cáceres encontramos pared con pared restos romanos, fortificaciones árabes, vestigios de la judería, construcciones almohades, góticas, renacentistas... Tanto sus rincones escondidos como su preciosa plaza mayor son lugares que bullen de vida todo el año, con festivales como el WOMAD, la Feria de ArteIberoamericano «Foro Sur», el Mercado Festival Transfronterizo de las Tres Culturas o el Festival Internacional de Blues.

  3. Salamanca vuelve a clase

    Plaza Mayor de Salamanca
    Plaza Mayor de Salamanca

    Si hay una ciudad en España marcada por su carácter universitario, esa es Salamanca. La cuarta más antigua de Europa -tras París, Bolonia y Oxford- la Universidad de Salamanca ha llenado la ciudad de monumentos, pero también de tradiciones; a todo el mundo le suena, por ejemplo, la de buscar la rana de piedra escondida en la fachada del edificio principal de la universidad, la cual se dice que asegura suerte en los exámenes a quien logre verla.

    Sin embargo, no hay que caer en aquello de lo que se quejaba Unamuno: «No es lo malo que vean la rana, sino que no vean más que la rana». No hay que perderse, como nos recuerda la Unesco, los monumentos creados por los Churriguera, arquitectos del Barroco cuyo nombre está asociado indeleblemente a Salamanca, sobre todo por la genial Plaza Mayor, pero también por la ermita de la Vera Cruz, el seminario de Calatrava, el coro de la Catedral Nueva o el retablo del convento de San Esteban.

  4. Santiago de Compostela, la meta del camino

    La ciudad que dio origen al Camino de Santiago no podía menos que ser Patrimonio de la Humanidad (al igual que lo es el propio Camino). La Plaza del Obradoiro, con la fachada barroca de la Catedral, que da paso a la gran obra maestra del Románico, el Pórtico de la Gloria, ya haría por si sola que Santiago de Compostela fuese visita obligada. Pero el resto de sus palacios e iglesias, de sus plazas y de las callejuelas del casco antiguo son en si mismas lugares donde uno querría perderse durante días.

    Se trata, además, de una ciudad -universitaria, también- vibrante y acostumbrada a recibir a los visitantes de todo el mundo. Por ello en Santiago siempre hay algo cociéndose; muy a menudo, la comida. Así que una de las mejores formas de visitarla puede ser con una ruta gastronómica, que nos puede llevar lo mismo a un restaurante con estrellas Michelin que al Mercado de Abastos o a los bares de tapas del centro. El marisco, el albariño o la tarta de Santiago nunca faltarán, pero además podremos descubrir otras muchas sorpresas que guardan los fogones santiagueses.

  5. Segovia, bajo los arcos del Acueducto

    Perspectiva original de Segovia, con la catedral en primer término
    Perspectiva original de Segovia, con la catedral en primer término

    Está claro que el gran símbolo de Segovia domina la imagen que de ella se hace el visitante. Hasta la Unesco inscribe a la ciudad en su listado como «Ciudad vieja de Segovia y su Acueducto». Y es que esta gran obra de la ingeniería civil romana impresiona por su estado de conservación, con sus arquerías que llegan a medir veintiocho metros de altura. Tristemente, ha sido en los últimos cien años cuando más deterioro ha sufrido, a causa de problemas como el tráfico de coches, el desarrollo urbanístico y la polución. Ello lo convierte en un gran ejemplo de lo necesaria que resulta la labor de organizaciones como el Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad, que velan por la conservación de nuestros monumentos.

    Pero Segovia no es sólo el Acueducto. Hay mucho más que ver en la ciudad, como el Alcázar comenzado en el siglo XI o la catedral del siglo XVI. Por ello, es posible realizar una visita más completa con los paquetes turísticos de «escapadas» ofrece la Oficina Municipal de Turismo, con los que se puede buscar los rasgos de la ciudad que más le interesan a uno, ya sea su lado romántico, una vista desde el aire o incluso la historia de sus destilerías de whisky.

  6. Toledo, la mezcla perfecta

    Es imposible hablar del atractivo de Toledo sin mencionar la unión en ella de las culturas cristiana, islámica y judía. También la Unesco lo destaca inmediatamente al describir esta ciudad. Esa ebullición cultural que se produjo gracias a dicha convivencia durante la Edad Media ha dejado a Toledo tan cuajada de monumentos que es posible hacer incluso rutas por su «patrimonio desconocido» que incluyen lugares que en casi cualquier otra ciudad serían atractivos turísticos de la máxima importancia: termas romanas, mezquitas, baños árabes, conventos...

    Información sobre visitas guiadas y ofertas al combinar varias rutas, aquí.

    Información sobre la judería de Toledo, aquí.

  7. Córdoba, en torno a la Mezquita

    En las columnas de la mezquita-catedral late el corazón de Córdoba. Este edificio del siglo VIII (construido a su vez sobre lo que fue un templo del dios romano Jano y más tarde iglesia visigoda) es a la vez la imagen más reconocible y un magnífico resumen de la historia de esta ciudad que llegó a rivalizar con Constantinopla. Sucesivamente romana, visigoda, musulmana y de nuevo cristiana, cuando tras se reconquistada se construyó el Alcázar y se transformó la mezquita en catedral.

    Pero no es sólo la mezquita lo que es Patrimonio de la Humanidad. Originalmente sí fue sólo ese edificio el que tuvo la distinción, pero en 1994 se extendió a todo el casco histórico cordobés. Un casco histórico que es el segundo más grande de Europa, con treinta mil residentes, y en donde se desarrolla la vida cotidiana de la ciudad. En él se encuentran múltiples rastros de la judería, plazas llenas de animación y, por supuesto, los famosos patios cordobeses. Si bien es en mayo cuando estos últimos celebran su fiesta (la cual ha sido declarada, en sí misma Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad), existen distintas rutas guiadas que permiten visitarlos durante todo el año.

  8. Cuenca, al borde del aire

    La empinada Cuenca deja ver a las claras su historia de antigua fortaleza inexpugnable, que durante la Reconquista sólo pudo ser tomada por hambre tras nueve meses de sitio. La falta de espacio, al estar situada entre las hoces de dos ríos la llevaron a convertirse en lo que la Unesco ha llamado «un prototipo de ciudad ligada al paisaje» por sus casas colgantes y también ha propiciado que su la estructura urbanística de su casco histórico se haya mantenido en un estado excepcional de conservación. A esto se le suman sus monumentos, como la primera catedral gótica de España y sus conventos, para conformar un conjunto monumental verdaderamente singular.

    Y las características naturales del lugar, que hicieron de Cuenca la ciudad que es, también consiguen que sea un perfecto lugar para el turismo activo y de naturaleza. Las hoces de Alarcón y Beteta, los Parques Naturales del Alto Tajo y de la Serranía de Cuenca o la Cueva de la Ramera son algunos de los parajes más dignos de mención que podemos visitar en las cercanías de Cuenca.

  9. Alcalá de Henares, la «Civitas Dei»

    Si Salamanca es un ejemplo perfecto de ciudad universitaria medieval, Alcalá de Henares fue el modelo para muchas otras universidades a partir del siglo XVI. Fundada por el Cardenal Cisneros como prototipo de ciudad ideal, la «Civitas Dei» o ciudad de Dios, sus características fueron copiadas por otras ciudades universitarias de Europa y sobre todo de América. Es este concepto de universidad perfecta lo que la llevó a ser declarada Patrimonio de la Humanidad.

    Alcalá continúa siendo una ciudad volcada con la cultura, con el legado de la Biblia Políglota Complutense [en 2014 se celebra el V centenario de su edición], el de Miguel de Cervantes, el de Antonio de Nebrija y monumentos como el Colegio de San Ildefonso, una de las obras maestras del Plateresco.

  10. San Cristóbal de la Laguna, la primera cuadrícula

    Al igual que Alcalá, San Cristóbal de la Laguna debe en gran parte su inclusión en el listado de Patrimonio de la Humanidad a haber sido un modelo para otras ciudades. En este caso, para las ciudades coloniales españolas en América. Fundada en 1497 por el Adelantado Don Alonso Fernández de Lugo, La Laguna fue en sí misma una ciudad colonial, base del poder español en las Canarias. El Adelantado se inspiró en los planos trazados por el mismísimo Leonardo da Vinci para la ciudad italiana de Ímola y creó un perfecto diseño en cuadrícula, con calles amplias y espacio abiertos, como puede verse en el plano del centro histórico [pdf]. Una ciudad a la medida del hombre, inspirada en las ideas filosóficas humanistas y que rompía definitivamente con la tradición urbanística medieval. Estas nuevas ideas y este tipo de ciudad pronto se extendió por América tras la conquista.

    Además de su planta, en San Cristóbal de la Laguna destacan las iglesias y casas señoriales de bella factura construidas entre los siglos XVI y XVIII (con algunas aportaciones del pasado siglo XX, como la iglesia-catedral de Nuestra Señora de los Remedios). Además, por supuesto, de su universidad, que fue la primera de las Islas Canarias y continúa dándole energía y vida a la ciudad.

  11. Ibiza, la fortaleza junto al mar

    Vista nocturna de la Alta Vila (Ciudad Alta)
    Vista nocturna de la Alta Vila (Ciudad Alta)

    Hoy en día, al hablar de Ibiza y turismo, se suele caer en pensar sólo en música electrónica, fiesta y sol. Pero es un error quedarse sólo con eso, ya que la ciudad de Ibiza tiene la rara distinción de ser Patrimonio de la Humanidad por tres motivos distintos: ecológico, arqueológico y arquitectónico.

    En primer lugar son las praderas submarinas de poseidonia -planta típica de este ecosistema- lo que hacen especiales a las costas ibicencas, ya que en muy pocos lugares se encuentra este tipo de hábitat tan bien preservado. En cuanto a la arqueología, Ibiza tiene muestras muy notables de su importante pasado fenicio, cuando la ciudad fue fundada (en el 654 a. C.) con el nombre de Ebyssos. En la necrópolis de Puig des Molins y en la antigua ciudad de La Caleta han sido encontrados restos absolutamente fundamentales para conocer cómo era la vida de una colonia fenicia.

    Y, por último, destaca la ciudad alta, la Alta Vila, una fortificación construida en el siglo XVI por arquitectos italianos y que es notable no sólo por ser un perfecto ejemplo de construcción defensiva renacentista, sino por haber sabido integrar en ella de forma excepcional los restos de los anteriores asentamientos. Tanto los restos fenicios como los árabes y el trazado de la ciudad medieval levantada por los catalanes fueron aprovechados para crear la fortificación, integrándolos sin destruirlos. Para conocer mejor la historia de la Alta Vila y su construcción, hay visitas teatralizadas a lo largo de todo el año.

  12. Tarragona, la expansión de Roma

    Tarraco fue no sólo el primer asentamiento romano en la Península Ibérica, sino también el primer asentamiento militar del Imperio fuera de Italia, fundado en el 218 a. C. Por aquí pasaron Julio César y Augusto y la ciudad sirvió de referente en los planes de expansión de Roma por todo el mundo conocido. Como tal -y pese a que buena parte de los restos romanos estén hoy en día ocultos bajo edificios de fecha posterior-, esta antigua capital de varias provincias imperiales es de vital importancia para arqueólogos e historiadores.

    Aún pueden verse partes del muro romano (de tan buena factura que formó las defensas de la ciudad hasta el siglo XIX), incluidas varias puertas y torres como las de Minerva, Capiscol y el Arzobispo. También se conservan villas, dos foros, el teatro, el anfiteatro y el espectacular Arco de Bara, entre otras ruinas que dan fe de la enorme importancia que tuvo Tarragona durante los siglos de dominación romana.

  13. Mérida, el descanso del guerrero

    También definida por su pasado romano está Mérida. En este caso, representa el siguiente estadio en el desarrollo del imperio, cuando ya había ocupado casi toda la Península. Para premiar a los veteranos legionarios que habían llevado a cabo esa conquista se creó en el año 25 a. C. Emerita Augusta, una ciudad con la entonces ya clásica disposición romana en cuadrícula, irrigación y alcantarillado perfectos y todas las comodidades: circo, anfiteatro, foro y -por supuesto- su hoy en día famosísimo teatro, una verdadera joya por encontrarse conservado casi a la perfección.

    Mérida se ha esforzado en revalorizar su patrimonio histórico. Además de los edificios ya mencionados, destacan la llamada Casa del Mitreo, el puente romano sobre el Guadiana y el templo de Diana, además del Museo Nacional de Arte Romano, que este año alberga una exposición muy especial para celebrar el 175 aniversario de su creación.

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