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artes&Letras

Quijada, el bohemio toledano que salpimentó Xalapa

Fotógrafo y cineasta, fallecido en tierras mexicanas

Quijada, el bohemio toledano que salpimentó Xalapa

enrique Sánchez Lubián

Alejado de la ciudad de Toledo , donde nació un 14 de febrero de 1945, el pasado mes julio falleció en México el polifacético creador Miguel Ángel Quijada Soto. Quienes le conocieron le recuerdan como un personaje singular. Un bohemio, un artista de la fotografía y cineasta, a quien Toledo se le quedó pequeña y, a principios de los años setenta, decidió buscar nuevos horizontes al otro lado del Atlántico. En 2007, en el Centro Cultural «San Ildefonso» de la Diputación Provincial colgó la última exposición de sus fotografías en la capital regional. En tierras mexicanas ha dejado un importante legado, cuyo epicentro es su Casa-Museo, en Coatepec, Xalapa, estado de Veracruz.

A Miguel Ángel Quijada la afición por el arte fotográfico le llegó por vía familiar. Aprendió el oficio de su padre, Isidoro, quien a consecuencia de un accidente con el magnesio utilizado para iluminar los interiores quedó ciego. Este percance no fue obstáculo para transmitir a su hijo las indicaciones precisas del mágico mundo de la cámara oscura. De su formación artística se encargaron los profesores de la Escuela de Artes, donde asistió algún tiempo. Con veintidós años de edad, el joven Miguel Ángel realizó su primera exposición en el patio central de la Organización Juvenil Española, en la calle Trinidad. Llevaba por título «Toledo Ciudad Imperial» y en la misma se hacía un estudio comparativo entre el viejo y el nuevo Toledo. Dos años después, en 1969, la antigua Caja de Ahorros de Toledo, acogió otra muestra de fotografía artística sobre arquitectura de diversas ciudades europeas.

Por aquel entonces, la figura de Quijada era bien conocida en la capital por su vinculación con el mundo cinematográfico. En la década de los años sesenta, Toledo, como otros municipios singulares españoles, sirvió de fondo para el rodaje de muchas películas . Nuestro protagonista, como buen conocedor de los ambientes toledanos, fue personaje imprescindible de los mismos. Actuaba a modo de productor, intentando dar solución a cualquier necesidad de los cineastas y facilitando la contratación de extras. «Entre los rodajes que siguió de cerca –recuerda el historiador Rafael del Cerro Malagón- estaban «El Lazarillo de Tormes» de Fernández Ardavín, «El buen amor», «Del rosa... al amarillo», «El halcón de Castilla» o «El Greco»».

Guiado por su afán creativo e inquieto, Quijada inició en aquellos años sus primeras producciones cinematográficas rodadas con cámaras de 8mm o Super-8. Buena parte de estas películas se centraron en leyendas toledanas como el Arroyo de la Degollada, el Cristo de la Luz o el Pozo Amargo. «La presentación de estas producciones –continúa Del Cerro- levantaron alabanzas desde la óptica puramente localista que veía en Quijada el paisano capaz de hacer algo nuevo o singular, sin embargo, también hubo opiniones críticas refrendadas por los comentaristas de la prensa oficial tras contemplar los deslices de imágenes o secuencias no conceptuadas para el público en general». Ello no era de extrañar, pues el espíritu «outsider» de Quijada le situaba como trasgresor hacia el sistema social establecido en aquella época franquista. Coincidiendo con las conmemoraciones de «los veinticinco años de paz» realizó una producción cuyo material le fue requisado por la autoridad gubernativa. El pintor Tomás Peces, quien colaboró con él en alguna de estas aventuras, recuerda el estupor que causaron unas escenas rodadas en el cementerio toledano en las que salía una mujer en bikini sobre una sepultura. Pese a ello, la calidad de sus trabajos sería reconocida en certámenes como «Art i Joventud» de Pollensa, en 1970, o los Premios Nacionales de Turismo de cortometrajes de 1972. Cortos suyos, como «Tras la huella», «Impasse» o «Fray» fueron publicitados en los festivales de Montreux y Praga.

En la búsqueda de nuevos horizontes profesionales y personales, Miguel Ángel Quijada marchó a Francia y luego recaló en México. Llegado al Distrito Federal, trabajó en el ámbito cinematográfico, entablando relación con Luis Buñuel, rodando incluso películas con los hermanos Almada, populares actores mexicanos. «Me siento –escribía en carta de 1977 a un amigo, recogida en las páginas El Alcázar- mejor que nunca y ampliamente capacitado para entrar ya al largometraje de una vez. He realizado cientos de documentales en dieciséis y treinta y cinco milímetros y he adquirido una gran experiencia en el medio, por lo que estoy dispuesto a que mi primer largo sea un éxito». Poco antes, Miguel Ángel había obtenido el segundo premio del concurso nacional «Plataforma de Nuevos Valores» del Banco Cinematográfico y STPC de México por la película «Excelente oportunidad», cinta que fue galardonada con cinco menciones de honor a dirección, edición, actuación, guión y escenografía.

Fundó las revistas «Foto Zoom» y «Gastrotour» y luego se trasladó a Xalapa, donde colaboró en la puesta en marcha de la cadena de televisión Canal 4Más, germen de Radio Televisión de Veracruz. Sus conocimientos sobre este medio quedaron plasmados en cursos, seminarios y diferentes publicaciones, entre las que destaca el libro «La Televisión: análisis y prácticas de la producción de programas».

En Xalapa, el toledano encontró el ambiente propicio para desarrollar sus diferentes facetas artísticas, mostrando su trabajo en numerosas exposiciones de fotografía, pintura y escultura. Cada una de estas muestras fue reconocida por el público, ya que Quijada convertía sus inauguraciones en llamativas performances. Sus trabajos también fueron exhibidos en diferentes ciudades de Estados Unidos, siendo embajador gráfico de la cultura y la arquitectura mexicana, país que le atrapó y sedujo. En estas visitas no dudaba en usar el típico traje papanteco para asistir a los diferentes eventos.

Complementó su faceta artística con una activa implicación en la vida social, destacando como maestro investigador del Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Veracruz. También fue viajero, ecologista y defensor de los paisajes y el entorno de Coatepec, donde en febrero de 2011 inauguró la Casa Museo Miguel Ángel. La estancia, conocida como «El Cigarral», evocaba la casa toledana donde nació. En ella se admiran pinturas y fotografías que abarcan el período comprendido entre 1970 y 2011, así como diferentes objetos artísticos (esculturas, máscaras, tallas en madera, cobres, bronces, etc.) y piezas arqueológicas. Excepcional anfitrión, eran muchas las personas que le visitaban, degustando junto a él buenos vinos, buena comida y buen tabaco, de los que era aficionado. De entre los numerosos premios que obtuvo destaca el concedido en 2002 por los Periodistas Unidos de Coatepec en reconocimiento a su trayectoria profesional de periodismo crítico.

Esta intensa vivencia mexicana no eclipsó sus raíces toledanas. Él se mostraba orgulloso de haber nacido aquí y haber tenido su domicilio en la calle de la Ciudad, en el corazón del Casco Histórico. Con frecuencia regresaba a su Toledo, donde gustaba reencontrarse con familiares y antiguos amigos como los periodistas José María Lorente o Juan Jiménez Peñalosa. Uno de los hijos de este último, Fernando Jiménez Silva, pintor y profesor de dibujo, al conocer su muerte comentó en Facebook que Miguel Ángel se fue de Toledo porque muy pocos le apoyaron. «Eran –añadía- épocas muy difíciles para emprender, y comprender, una aventura que iba más allá de pintar «toleditos», representar obras de los Quintero o fotografías unas calles toledanas engalanadas con olor a Corpus. Fue el primero en exponer en plena calle, en concreto en la plaza de armas de la Puerta de Bisagra, presidiendo la estatua de Carlos V. Allí estaban colgadas sus obras, completamente abstractas, realizadas con esmalte sobre cartulina, todo un reto para la época, los años sesenta, que se estaba viviendo en Toledo . Así se fue. Se marchó amando y queriendo a Toledo , queriendo a sus amigos y amando la libertad». Estos antecedentes fraguaron en su experiencia xalapeña, realizando exposiciones en lugares dispares y poco convencionales, desde discotecas a los andenes del metro de la ciudad de México.

Aprovechando estas visitas a Toledo , se organizaron en la ciudad algunas exposiciones de sus fotografías. La última fue en el año 2007, en el Centro Cultural «San Ildefonso», de la Diputación Provincial, presentada bajo el título de «La Década Prodigiosa», donde mostraba algunos de sus trabajos realizados entre 1963 y 1973, parte de ellos reflejando momentos de diferentes rodajes cinematográficos en la ciudad. Los comisarios de la exposición fueron Luis de Toledo y Mariel Vidal.

Al dar cuenta de su fallecimiento, en el diario digital «alcalorpolítico.com» se afirmaba que Miguel Ángel Quijada fue todo un personaje que puso sal y pimienta a la vida cultural xalapeña y coatepecana. Tenía 69 años, estaba casado con Nora Ángelica López Delgado, maestra y actual concejal del Ayuntamiento de Coatepec, y era padre de cuatro hijos: Miguel Ángel, Martha Leticia, Margarita y Tizania, nacidos de diferentes matrimonios.

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