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artes&Letras

El Greco y Guerrero Malagón

Toledo está en deuda con nuestro pintor más emblemático y hay que saldar esa deuda

El Greco y Guerrero Malagón RENATA TAKKENBERG

por mariano Serrano pintado

Si cualquier ciudad de España o del mundo, hubiera tenido un pintor como nuestro Cecilio Mariano Guerrero Malagón, y la posibilidad de rescatar el legado de su obra, se jactaría de mostrar a sus visitantes un museo de pintura inigualable de uno de los más grandes artistas del siglo XX. No en vano compartió catálogo en EEUU con Salvador Dalí, Henri Matisse, Oskar Kokoschka, Joan Miró, Benjamín Palencia, Antonio Tapies y otros. Es Guerrero Malagón uno de esos grande genios que pasan por la vida en silencio, trabajando, creando una obra incomparable y amando a su Toledo . Al dar mis primeros pasos, al abrir mis ojos de par en par, se produjo el milagro de mi vida: fue al encontrarme con el perfil de una ciudad maravillosa, una ciudad que me abrió sus brazos y me acogió en sus entrañas cargadas de leyendas, de tradiciones, de misterios, de encrucijadas y de brutales aquelarres, haciéndose dueña de mi pensar y de mi sentir. Y esto fue lo que pintó Guerrero Malagón durante toda su vida: leyendas, aquelarres, misterios y siempre con Toledo como escenario.

Guerrero Malagón nació en el año 1909. Se hizo pintor en Toledo, formándose artística y espiritualmente en la magia de Toledo y el Greco. Él me enseñó a cabalgar por sitios inconcebibles, sitios en donde las sombras, con ser sombras, se hacen luces, y las luces, con ser luces se hacen negros intensos para someterse a la tragedia y a la paleta, donde se amasan los colores para pintar esas nubes recortadas en los cielos de mi Toledo.

En el Museo del Greco , junto a la sala del apostolado se han expuesto tres magníficos cuadros de Guerrero Malagón . Es, sin duda, este pintor, el único cuya obra puede establecer un paralelismo plástico con la del Greco, sin menoscabo para ambos después de cuatro siglos. Las creaciones de Guerrero son recreaciones grequianas con los grises, azules y amarillos toledanos. Así, los «Toledo» son los mismos caseríos fantasmales de donde surgen las torres, cúpulas y espadañas recortadas en los desgarros del horizonte. Podrían emparejarse cabalmente: la «Deshumanización» de Guerrero con «El Quinto sello del Apocalipsis» del Greco, o «Carlos V y el Cardenal Tavera» de uno, con «El Martirio de San Mauricio» del otro, o el «Entierro de don Quijote» con el «Entierro del Señor de Orgaz». Y, en fin, esa esencia intangible que se percibe en la sensibilidad personal, es la misma al contemplar las obras de ambos artistas. Toledo está en deuda con nuestro pintor más emblemático y hay que saldar esa deuda.

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