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juicio

El autor del disparo que mató a la limpiadora de un banco declara que fue accidental

Lostres acusados se han declarado drogodependientesy han dicho que necesitaban el dinero para comprar cocaína y heroína

efe

Rafael G.T., uno de los tres acusados del atraco a una sucursal de Caja Rural de Castilla-La Mancha en Santa Cruz de Retamar (Toledo), durante el que mataron de un disparo a una limpiadora, ha declarado este martes en el juicio que la pistola se le disparó de forma accidental.

No obstante, durante la primera sesión del juicio en la Audiencia de Toledo contra los tres encausados por estos hechos, los dos principales acusados -Rafael G.T. y Manuel I.C. - para quienes la fiscalía solicita veinte años de prisión, se han culpado mutuamente de haber entregado al otro las armas mientras iban a cometer el atraco en la furgoneta que conducía el tercer acusado.

Este tercer acusado, Ricardo G.H., suegro de Manuel, no llegó a entrar en la sucursal bancaria, sino que les esperó en el vehículo para huir y aceptó llevarles desde Fuensalida hasta Santa Cruz de Retamar por 500 euros, aunque pensó que iban a robar cobre y no a asaltar un banco, ha dicho.

Los tres acusados se han declarado drogodependientes y han dicho que necesitaban el dinero para comprar cocaína y heroína, entre otras sustancias.

Durante su declaración, Rafael, que tiene un amplio historial delictivo por robos con violencia y que hacia seis meses que había salido de la cárcel, ha indicado que la pistola se le disparó de forma accidental durante el forcejeo que mantuvo con la fallecida, Mercedes Martín Cabrero, a la que no tenía intención de matar.

Rafael también ha dicho al tribunal de la sección primera de la Audiencia de Toledo que estaba convencido de que la pistola que le entregó Manuel cuando iban en la furgoneta de Ricardo era de fogueo, pues parecía «de plástico».

Sin embargo, Manuel, que durante el juicio se ha declarado arrepentido, ha contradicho la versión dada por Rafael y ha sostenido que la pistola se la entregó Rafael, que pensó que las armas solo eran para «asustar» y que las dos estaban descargadas, pues la suya «no disparaba» cuando apretó el gatillo para probarla.

Manuel, que conoció de forma casual a Rafael en un bar de Torrijos cuando planearon el asalto, se ha mostrado arrepentido por lo ocurrido y ha dicho «maldita la hora en que fue a hacer eso».

También ha indicado que cuando oyó el disparo el estaba con una de las empleadas en la habitación donde está la caja fuerte, que tenía un mecanismo de retardo de diez minutos.

«Lo he pasado muy mal con lo de esta mujer y me enteré por televisión de que había muerto», ha dicho Manuel, que se entregó dos meses después a la Guardia Civil.

El tercer acusado, Ricardo G.H., para quien el fiscal pide tres años y cinco meses por un delito de robo con intimidación, ha negado que en su furgoneta hubiera armas, que aceptó llevarles por 500 euros, aunque pensaba que iban a robar cobre y ha indicado que durante la huida no paró al alto de la Guardia Civil porque «tenía otra cosa pendiente».

Durante la primera sesión del juicio, que continuará mañana, han prestado declaración tras un biombo las dos empleadas, la directora y el director territorial de zona de la entidad asaltada, de la que no lograron llevarse botín alguno porque tras el disparo huyeron un minuto antes de que se accionara el mecanismo de apertura de la caja fuerte.

«A mí no, a mí no»

Los testigos han identificado a los dos asaltantes que esperaban en el rellano de la escalera de la entidad a cara descubierta y que fue después cuando se cubrieron el rostro con una bufanda tubular, que a veces se les caía, y que fue «el más alto», es decir, Rafael, quien efectuó el disparo que oyeron pero no vieron y que Manuel, que también les amenazó con la pistola, fue quien estuvo en al caja fuerte con una de las empleadas.

También han coincido en asegurar que cuando llegó la empleada de la limpieza ella se debió resistir porque la oyeron como forcejeaba con el atracador mientras decía «A mi no; a mi no» y que después oyeron el disparo.

Seguidamente el atracador arrastró a Mercedes hasta los asientos de la oficina donde estaban atados de pies y manos los empleados y que «la soltó, la tiró, y la dejó delante» de ellos hasta quedar con la cabeza «a mis pies», según ha dicho Ignacio E.J., director territorial de zona de la Caja que ese día había acudido a la entidad.

Tras el disparo los atracadores huyeron en la furgoneta, que dejaron abandonada en Fuensalida al comprobar el despliegue policial para seguir la fuga a pie, aunque el conductor del vehículo pudo ser detenido ese mismo día tras hallar tiradas las ropas y las pistolas en una finca del pueblo.

El fiscal pide veinte años de prisión para Rafael y Manuel por los delitos de homicidio (quince años), robo con violencia en grado de tentativa (tres años y cinco meses) y año y medio por tenencia ilícita de armas.

La defensa de Rafael considera que se trata de un homicidio imprudente, mientras que el letrado de Manuel solo reconoce el delito de robo con violencia en grado de tentativa y solicitan penas de seis años y un año, respectivamente.

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