Descenso del número de hipotecas: ¿Cambio de mentalidad o mera coyuntura?
Dice Manolo García en una de sus célebres canciones que las obras vitales están reservadas a los enamorados y a las inmobiliarias, y no le falta razón.
por rafael gonzález casero
Dice Manolo García en una de sus célebres canciones que las obras vitales están reservadas a los enamorados y a las inmobiliarias, y no le falta razón. Por norma general, son mucho más duraderas las obras vitales que favorecen las segundas – con inexcusable ... permiso del banco de turno- que las promesas que se hacen los primeros, con frecuencia en los inicios de cada relación.
Dentro del aluvión de datos económicos que desayunamos cada día, se ha conocido recientemente el relativo al número de hipotecas firmadas en nuestra regióndurante el pasado mes de mayo, y que refleja un descenso del 38,8 % respecto al mismo mes del año anterior. En la economía española se tiende a analizar el número de hipotecas que se contratan como un indicador de la marcha de ésta, interpretándose cómo positivo el que el número de hipotecas firmadas aumente. A tenor de la tradición inmobiliaria española y del análisis de nuestra mentalidad en este asunto, no resultaría difícil deducir que si uno consigue el «sueño» de atarse de por vida a una entidad bancaria para ser dueño de un piso esto implicaría que tiene dinero para hacerlo; por ende, cuanto mayor sea el número de ciudadanos hipotecados, mejor marchará la economía.
Pero si las crisis como la que estamos padeciendo tienen algún efecto positivo, esos son que uno hace pie y se coloca en su sitio, se hace consciente de sus limitaciones y, sobre todo, trata de reinventarse para salir adelante. Si se considera loable el que se innove en materia de creación de negocios para paliar la situación, o que se trate de explorar campos formativos que anteriormente no se tenían demasiado en cuenta, ¿por qué ese descenso en el número de hipotecas no podría implicar un cambio de mentalidad en lo relativo al disfrute de una vivienda? Bien es cierto que aunque las virtudes de vivir de alquiler sean muy numerosas, la inmensa mayoría de los ciudadanos – y llamativamente de los jóvenes- sigue teniendo como objetivo adquirir una vivienda en propiedad (aun sea de manera diferida a cuarenta años) aunque esto les encadene de manera permanente a un banco.
En mi opinión, son muchas más las ventajas que tiene el vivir de alquiler que los inconvenientes; en resumen, creo que él no verse obligado a desembolsar una gran cantidad de dinero inicial para acceder a una casa, la sencillez de trámites o la flexibilidad ante un cambio en la situación laboral, son elementos que, entre otros, decantan la balanza a favor de una forma de vivir muy arraigada en países de nuestro entorno y que ocupan los primeros puestos del ranking de naciones desarrolladas. Quizá sea harto iluso por mi parte ver- o querer ver- un cambio de tendencia en nuestra mentalidad por el hecho de que sean ya 37 los meses de caídas consecutivas. Pero lo que no parece descabellado es pensar en que, si quiera en número aún minoritario, puede haber personas que hayan «cambiado el chip» que se nos parece insertar a cada uno cuando de nosotros tenemos uso de razón, que es el que induce a querer poseer cueste lo que cueste y a considerar como echado en saco roto el dinero invertido en pagar un alquiler. La salida de la crisis llegará y será hora de hacer balance de muchos elementos que nos han llevado a ella. Uno de ellos, sin duda, es el afán del español medio por poseer el ladrillo en lugar de disfrutar de él.
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